Según revela el avance del informe World Energy Transitions Outlook, (Perspectiva mundial de las transiciones energéticas) (ENLACE) de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), ya existen numerosas tecnologías para alcanzar un sistema energético con cero emisiones netas.
La energía renovable, el hidrógeno verde y la bioenergía moderna dominarán el mundo de la energía del futuro.
El informe de IRENA, del cual hoy se ha ofrecido un avance en el Diálogo de Berlín sobre la Transición Energética, propone soluciones de transición energética para la angosta ruta disponible para contener el aumento de la temperatura en 1,5 °C y detener un calentamiento global irreversible.
En 2050, el 90 % de todas las soluciones de descarbonización incorporarán energías renovables a través de un suministro directo de energía de bajo costo, eficiencia, electrificación de sectores de uso final con base en renovables y también del hidrógeno verde.
La combinación de las tecnologías de captura y eliminación de carbono con la bioenergía, dará el último impulso a las reducciones de CO2 para alcanzar un sistema energético con cero emisiones netas.
Con los plazos marcados para 2030 cada vez más cerca, este informe se presenta en un momento crítico, en el que es crucial adoptar medidas rápidas y decididas en el marco de los compromisos climáticos mundiales, y en un año decisivo que estará marcado por el Diálogo de Alto Nivel sobre Energía de las Naciones Unidas y la Conferencia sobre el Clima (la COP26) que tendrá lugar en Glasgow.
Francesco La Camera, Director General de IRENA, afirmó: «Las oportunidades para lograr el objetivo de 1,5 ºC del Acuerdo de París se agotan a un ritmo acelerado. Las tendencias recientes muestran que la brecha entre donde estamos y donde deberíamos de estar no disminuye, sino que se amplía. Estamos avanzando en una dirección equivocada. El informe World Energy Transitions Outlook analiza distintas opciones en el marco de la angosta ruta que debemos seguir para alinearnos al objetivo de 1,5 ºC. Tenemos que acelerar drásticamente las transiciones energéticas para lograr un cambio radical. La variable más importante para medir nuestro esfuerzo será el tiempo».
«Aunque es una ruta sumamente compleja, existen varios elementos favorables que pueden hacerla viable», agregó La Camera.
«Grandes economías que representan más de la mitad de las emisiones mundiales de CO2 están avanzando hacia la neutralidad en las emisiones de carbono. También se está movilizando capital mundial. Estamos viendo que los mercados financieros y los inversores cambian el capital por activos sostenibles. El COVID-19 ha puesto de relieve el costo de vincular las economías a los combustibles fósiles y ha confirmado la resiliencia de las energías renovables. Mientras los gobiernos inyectan enormes sumas para rescates y recuperación, la inversión debe respaldar la transición energética. Es el momento de actuar y los países pueden marcar la pauta con políticas encaminadas a un sistema energético seguro para el clima, próspero y justo, y adecuado para el siglo XXI».
La «ruta de 1,5 ºC» de IRENA triplica el predominio de las renovables en la energía mundial en 2050. También ve un descenso en el uso de los combustibles fósiles de más del 75 % en el mismo período, en el cual el consumo de carbón y petróleo registrará la caída más acelerada. El gas natural debería alcanzar su punto álgido alrededor de 2025, para convertirse en el principal combustible fósil que perdure en 2050.
Los mercados financieros hacen eco de este cambio al reasignar el capital de los combustibles fósiles a activos sostenibles como las renovables. El declive de los combustibles fósiles sigue su curso, y en el índice S&P 500, las acciones del sector energético con predominio de combustibles fósiles siguen cayendo parasituarse por debajo del 3 % frente al 13 % de hace una década. Por el contrario, los inversores están invirtiendo masivamente en acciones de renovables y las energías limpias registraron un incremento del 138 % en el índice S&P 500, en 2020.
Sin embargo, el informe de IRENA demuestra que será necesario reorientar un importante volumen de inversión. Las grandes economías han anunciado ya paquetes de estímulo económico que inyectarán directamente unos 4,6 billones de USD en sectores pertinentes para el carbono, como la agricultura, la industria, los residuos, la energía y el transporte, pero menos de 1,8 billones de USD son verdes.
Por el contrario, la inversión en la transición energética tendrá que aumentar un 30% sobre la inversión planeada para un total de 131 billones de USD de aquí a 2050, es decir, una media anual de 4,4 billones de USD. Los beneficios socioeconómicos serán enormes, por cada millón de dólares de gasto, la inversión en la transición generará aproximadamente tres veces más empleos que los combustibles fósiles. Para responder a las preocupaciones suscitadas con respecto a una transición equitativa y justa, el informe de IRENA insta a un marco político global holístico y coherente.
La «ruta de 1,5 ºC» de IRENA prevé que la electricidad va a pasar a ser el vector energético más importante en 2050, con una expansión de las renovables 10 veces más elevada durante el mismo período. El transporte registrará el mayor crecimiento en términos de electrificación, con un aumento 30 veces más elevado. Casi el 70 % de las reducciones de las emisiones de carbono que se registren en el transporte procederán de la electrificación directa e indirecta.
El hidrógeno verde pasará a ser uno de los que más electricidad demande, con el 30 % del consumo total en 2050. Ante el limitado presupuesto de carbono para alcanzar el objetivo de 1,5 ºC, las tecnologías de bioenergía combinadas con las de eliminación de carbono (bioenergía y captura y almacenamiento de dióxido de carbono o BECCS, por sus siglas en inglés) irán adquiriendo cada vez más importancia en la industria con miras a la generación de «emisiones negativas».
Lea el avance (ENLACE) del informe World Energy Transitions Outlook. El avance irá seguido de la publicación del informe completo, en el que se describe la huella socioeconómica de la transición, junto con perspectivas financieras y de mercado.