La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) publicó una actualización del Plan Energético Nacional (PEN) 2020-2050, el cual deberá renovarse cada dos años “con el fin de ir incorporando nuevas tecnologías y oportunidades”, sugiere la entidad.
El ejercicio plantea 4 escenarios con matrices energéticas distintas, que parten del más conservador en términos de riesgos tecnológicos, reducción de emisiones de CO2 y cambios sociales, hasta el que reúne las iniciativas más ambiciosas (y riesgosas).
Estás son: Actualización: Agrupa las iniciativas con las que Colombia estaría en sintonía con las tendencias actuales.
Modernización: Contempla las tecnologías que darían pie a la gasificación como un primer avance hacia la descarbonización.
Inflexión: Contempla las acciones e iniciativas con las que se apuesta al comienzo de la electrificación de la economía
Y Disrupción: Reúne las iniciativas con menor grado de desarrollo tecnológico apuntando a que la innovación sea la clave para encaminarse hacia la carbono neutralidad.
En cada escenario se simulan trayectorias de demanda energética a largo plazo a partir de diferentes supuestos de oferta y desarrollo tecnológico con distintos grados de riesgos, costos e impactos.
Los escenarios fueron simulados a partir de un modelo que integra oferta y demanda de energía en un periodo de 30 años, con el que se obtienen resultados de índole energética, ambiental y económica.
El crecimiento del consumo frente a 2019 en Actualización es de 48%, en Modernización e Inflexión de 28% y en Disrupción 21%.
Las diferencias entre escenarios se explican por los diferentes supuestos en la adopción de las mejores tecnologías disponibles y las tasas de crecimiento de largo plazo del PIB.
La composición de la canasta energética muestra que el petróleo y sus derivados (incluye GLP) seguirán participando de forma importante en la oferta. Si bien, cada escenario supone un esfuerzo diferente en la sustitución de estos combustibles, en el más ambicioso, Disrupción alcanzan una participación aun importante (34%).
Las fuentes no convencionales de energía y el hidrógeno son los energéticos con potencial de diversificar la matriz energética. En Inflexión, la energía solar y eólica alcanza el 8% y 12% de otros renovables, mientras que en Disrupción alcanza 8% de solar y eólico, 11% de hidrógeno y 12% otras energías renovables.
Retos
La UPME indica que, como resultado de este ejercicio PEN 2020-2050, se puede concluir que la transformación energética es un proceso que toma tiempo, requiere inversiones y se habilita a través de señales de política pública.
El reto de los próximos 30 años será abastecer una demanda creciente con menos combustibles fósiles. Los combustibles líquidos seguirán participando en la matriz energética, las posibilidades para avanzar hacia la descarbonización son los gases combustibles, fuentes no convencionales de energía renovable, así como el recambio tecnológico.
El sector transporte será el gran protagonista en la transformación. Los potenciales ahorros de energía que se pueden alcanzar con la adopción de mejores tecnologías, los progresos de la electrificación vehicular y las perspectivas de desarrollo de hidrógeno (y otros biocombustibles avanzados) hacen del sector transporte el principal actor del país en términos de cambio energético y mitigación del cambio climático en los próximos 30 años.
Las fuentes no convencionales serán el factor democratizador del sector energético. La generación distribuida con fuentes fotovoltaicas y el almacenamiento de energía habilitan una proliferación de alternativas de abastecimiento y distribución que favorecen la entrada de nuevos jugadores y empoderan a los usuarios finales.
La transformación energética es un nicho de nuevos negocios y oportunidades. El desarrollo de nuevas fuentes de producción y formas de consumo de energía abren posibilidades para la inversión, formación de capital humano, investigación y desarrollo de nuevos productos que agreguen valor a la economía del país.