¿Cuál es la sensación tras el período al frente de la Asociación?
Me siento privilegiado y agradecido por la oportunidad de asistir en la evolución de las renovables en el país, donde presenciamos dos años de adversidad y amplia cavilación política; un periodo, sin duda, con más valles que crestas, sin embargo, nuestra misión nunca había sido más clara: empoderar jóvenes mexicanos a participar y crecer en la generación solar distribuida.
El talento de las y los profesionales solares permite que los ciudadanos participen en una transformación sin precedentes. Juntos, los ciudadanos hemos invertido más de dos mil millones de dólares en infraestructura propia que genera beneficios ambientales equivalentes a sacar de circulación a más de quinientos mil Nissan Versas cada año, y la actividad aún no ha alcanzado su clímax. Debemos continuar con el avance de las renovables y crear conciencia, que es el verdadero reto y esto, en ocasiones, peligra bajo el cobijo de un gobierno sobreprotector.
¿Qué comentarios podrías compartir respecto al debate energético que se vive en el país?
Los gobernantes, independientemente de su afiliación, partido u orientación política, deben mantener su mirada en las crisis de largo plazo y evitar objetivos, particularmente electorales, de corto plazo. Es doloroso vernos obligados a determinar prioridades en función a activos obsoletos protegidos por dirigentes que han fallado históricamente en modernizarse y establecer estrategias eficientes operativa y tecnológicamente hablando.
Ciertamente la intermitencia en las redes supone un reto y obliga a que los operadores planteen nuevas maneras de emplear y retribuir a las plantas convencionales. Pero esto no significa que debemos satanizar a las renovables, o que debemos actuar con alarmismo antes de tiempo. A su momento, cuando la participación de la tecnología fotovoltaica ocasione consecuencias adversas que no puedan operarse, tendremos que recurrir a otras soluciones como extender las redes de transmisión, migrar hacia esquemas tarifarios más sofisticados o subvencionar el uso de tecnologías de almacenamiento masivo.
Siguiendo esto mismo, ¿es posible abrir las puertas a la inversión sin perder soberanía?
Sí, con un sentido humano. Coincidimos en el deseo de erradicar a toda costa la corrupción y una actuación extractivista de corto plazo por parte de compañías transnacionales. Y aunque pareciera un argumento exclusivo del actual gobierno federal en torno a los activos de gran escala, aclaro que me refiero también a casos exclusivos de la industria solar fotovoltaica. Con ello menciono situaciones como la de Renesola, fabricante asiático que comercializó una enorme cantidad de módulos fotovoltaicos en México y que actualmente se encuentra en una indescifrable insolvencia en el país. Estos hechos tienen el poder de cerrar mercados y es nuestra obligación en AMIF es proteger a la industria de todos los males.
¿Y qué se puede esperar del gobierno federal en la materia? ¿O qué se buscará?
Seremos muy observadores de sus iniciativas. Los empresarios en GD queremos un lugar en la mesa de diálogo. Y en la Asociación no subestimamos el efecto que tendrán los actos administrativos, legislativos, y no digamos constitucionales, al avance de las renovables en México.
Además, continuaremos promoviendo la educación y certificaciones profesionales en torno a la formalización de la industria y, principalmente, revelando la verdadera praxis de la generación distribuida, ejecutando trámites y procesos de interconexión para nuestros miembros instaladores y difundiendo su evolución.
Descarbonizar nuestra economía no será una sustracción simple; requerirá una profunda reestructuración de orden social, político y tecnológico, hagamos una diferencia. ¡Hagamos industria!