Las políticas de transición energética en Europa plantean un riesgo alcista para la inflación en el mediano plazo, según una alta funcionaria del Banco Central Europeo. Isabel Schnabel, integrante del comité ejecutivo que dirige la política monetaria en la eurozona, describió cómo las políticas de descarbonización y transición energética pueden alterar los pronósticos de inflación. Los bancos centrales deberían intervenir si los precios de la energía terminan empujando la inflación por encima de sus metas inflacionarias, advirtió la economista alemana.
Schnabel participó el fin de semana en un panel sobre clima y sistemas financieros organizado por la American Economic Association. «En un entorno de ahorros grandes y excesivos e interrupciones prolongadas del suministro, la transición energética puede llevar a que la inflación permanezca más alta durante más tiempo, lo que podría aumentar los riesgos de desestabilización de las expectativas de inflación», dijo la funcionaria del BCE durante su discurso.
Las declaraciones de Schnabel tienen lugar en un marco de preocupación en Europa por la inflación en general y los altos precios de la energía en particular. El Banco Central Europeo difundió la semana pasada los datos de inflación de diciembre en la zona euro. La inflación interanual en diciembre fue del 5%, marcando un nuevo récord por segundo mes consecutivo, luego del 4,9% interanual registrado en noviembre. La energía continúa siendo el principal componente inflacionario.
Factores alcistas
Los principales factores que pueden llevar a mayores aumentos en los precios de la energía son los precios a las emisiones de carbono y la lentitud en el despliegue de más energías renovables. Un precio alto de la tonelada emitida de CO2 incentiva el despliegue de energías verdes, pero la velocidad y escala no es compatible con la demanda actual de energía y el crecimiento proyectado.
Schnabel entiende que los mercados financieros europeos ya incorporaron a las emisiones como un elemento central a la hora de evaluar activos y situaciones crediticias y que esa transformación llegará a todo el globo. “El análisis del BCE muestra que los mercados financieros sirven cada vez más como dispositivo correctivo. Encuentra que los precios de mercado han comenzado a reflejar la prima exigida por los inversores por exposiciones a riesgos relacionados con el clima. Existe una relación positiva entre las emisiones de gases de efecto invernadero resultantes de las operaciones de una empresa y las estimaciones de riesgo crediticio”, señaló.
En ese sentido, destacó como ejemplo el mercado europeo para el comercio de derechos de emisiones de CO2. “En la Unión Europea, los precios bajo el Sistema de Comercio de Emisiones han comenzado recientemente a acercarse rápidamente a estos niveles, en parte reflejando las expectativas de que la U.E. está comprometida a cumplir con la transición a las energías limpias. A principios de diciembre, los precios en el ETS alcanzaron un nuevo récord de casi 90 euros por tonelada de carbono, casi tres veces más alto que a principios de 2021”, dijo Schnabel.
Los precios altos del carbono estimulan las inversiones y la innovación en tecnologías bajas en carbono, pero son inversiones que llevarán tiempo. “En la actualidad, la energía renovable aún no ha demostrado ser lo suficientemente escalable para satisfacer la demanda en rápido aumento”, marcó la funcionaria del BCE.
Sin alternativas bajas en carbono que se puedan desplegar en la velocidad necesaria, Schnabel considera que los precios de la energía pueden romper los pronósticos de inflación. “La combinación de una capacidad de producción insuficiente de energías renovables a corto plazo, las inversiones moderadas en combustibles fósiles y el aumento de los precios del carbono significa que corremos el riesgo de enfrentar un período de transición posiblemente prolongado durante el cual la factura de la energía aumentará”, advirtió.
A modo de ejemplificación, la funcionaria del BCE remarcó lo sucedido con las renovables y el gas en 2021. “Las condiciones climáticas adversas del año pasado, que limitaron la producción de energía renovable, han provocado importantes desequilibrios en la oferta y la demanda en el mercado del gas a medida que se aceleraba el crecimiento mundial, lo que empujó los precios del gas a nuevos máximos históricos. La transición verde puede reforzar estos desequilibrios en el futuro”, dijo.
Cómo debe actuar la política monetaria
Uno de los principales mandatos del Banco Central Europeo es la estabilidad de precios. Schnabel evaluó que los bancos centrales no deben perder de vista en el mediano plazo la evolución de los precios de la energía y deben decidir si intervendrán en caso de que pongan en riesgo sus metas inflacionarias.
La entidad monetaria esta acostumbrada a lidiar con los aumentos en los precios de la energía cuando son generados por una restricción temporal en la oferta. “Los shocks temporales de la oferta generalmente justifican una desviación del objetivo a corto plazo, siempre que se restablezca la estabilidad de precios a mediano plazo y las expectativas de inflación permanezcan ancladas”, dijo la economista alemana.
Pero las políticas de transición energética introducen elementos nuevos en el análisis de la dinámica inflacionaria. La funcionaria remarcó el caso de los impuestos al carbono, que compensan con el aumento de la recaudación los efectos de los precios altos de los combustibles sobre la economía. “Una línea emergente de evidencia empírica no encuentra efectos negativos fuertes de los impuestos al carbono sobre el crecimiento del PBI y el empleo. En todo caso, la evidencia es consistente con un impacto positivo modesto”, remarcó. La Unión Europea tendrá desde 2026 un impuesto al carbono para los productos extranjeros, una decisión adoptada dentro del paquete de medidas que la Comisión Europea aprobó en 2021 para recortar las emisiones en un 55% para el 2030.
El problema con los impuestos al carbono es que pueden contribuir a mantener altos e incluso elevar los precios de la energía en el mediano plazo, dificultando el cumplimiento de las metas inflacionarias. En ese sentido, Schnabel marcó postura sobre lo que debería hacer el BCE. “Si la trayectoria futura de los precios de la energía amenaza con empujar la inflación general por encima de nuestro objetivo en el mediano plazo, y si las perspectivas de crecimiento y demanda siguen siendo consistentes con las firmes presiones de precios subyacentes, la política monetaria debe actuar para defender la estabilidad de precios”, sentenció.
El BCE proyectó en diciembre que volvería a cumplir con la meta de inflación anual de 2% o menos en 2023. La inflación prevista para ese año es de 1,8% anual.
Políticas activas para los más vulnerables
El principal riesgo político de los altos precios de la energía es el descontento social que producen. Las políticas de transición energética podrían sufrir un revés si los gobiernos no actúan para contener los aumentos en las boletas de los servicios y evitar la caída en la pobreza energética.
En su discurso, Schnabel fue clara respecto de esa problemática y marcó que no debe ser desatendida por los gobiernos. “Los gobiernos deberán proteger a las partes más vulnerables de la sociedad de los precios más altos de la energía de una manera que no retrase la transición verde”, dijo.
La política fiscal es la principal herramienta para mitigar los altos precios de la energía. El precio del carbono y los impuestos a las emisiones son la forma en que la Unión Europea y sus Estados miembros pueden financiar políticas activas para llegar a los sectores más vulnerables. En ese sentido, Schnabel destacó las proyecciones de recaudación a través del mercado europeo para el comercio de derechos de emisiones. “Los cálculos del BCE, basados en datos de la Comisión Europea, sugieren que aumentarán de 14.000 millones de euros en 2019 a 86.000 millones de euros anuales en el período 2026-30”, señaló.
Medidas y quiebras en el sector de comercialización
Lo que Schnabel describió ya forma parte de la realidad europea. Son muchos los países en Europa que tomaron medidas fiscales en 2021 para limitar las fuertes subas en las boletas de gas y de luz. Francia otorgó en diciembre un subsidio de € 100 por única vez a millones de hogares. Noruega acaba de incrementar por tercera vez en los últimos dos meses el subsidio a las tarifas eléctricas que pagan los hogares. España acaba de prorrogar la reducción de impuestos en las boletas de electricidad.
Pero el mayor costo fiscal que muchos gobiernos están asumiendo viene por el lado de las quiebras de las empresas comercializadoras de energía. Los gobiernos están absorbiendo los costos de reubicar a los clientes de las compañías quebradas en otras empresas para garantizar la prestación del servicio. La ola de quiebras que comenzó a mediados del año pasado en Gran Bretaña se propagó por otros países y ya son decenas las comercializadoras que se declararon en bancarrota por no poder cubrir con sus ingresos los crecientes costos de la energía. En Alemania al menos 38 proveedores notificaron para fines de 2021 a la Agencia Federal de Redes que ya no quieren suministrar electricidad a sus clientes debido a los costos crecientes.
El CEO de Centrica, Chris O’Shea, había dicho en octubre que las quiebras en Gran Bretaña estaban generando en el sector energético una factura de £ 100 por cada hogar británico que deberá ser afrontada entre 2022 y 2023. Advirtió que es una cuenta que iría en aumento en la medida que sigan aumentando los precios de la energía y más empresas caigan en bancarrota. Según Bank of America, los hogares en Europa pagarán este año un 54% más por la energía que hace dos años atrás. El consumidor promedio residencial gastará € 1850 por la energía en 2022. Los mayores aumentos serán en Italia y Reino Unido, en donde las facturas podrían saltar en unos 950 euros.
La entrada El Banco Central Europeo empezó a recomendar políticas monetarias restrictivas para frenar la inflación generada por los altos precios de la energía se publicó primero en EconoJournal.
, [#item_author]