La agenda de la transición energética deberá avanzar con una velocidad y un alcance mucho mayores, si es que las principales economías del planeta quieren realmente cumplir con sus ambiciosos compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Este es el balance general que surge de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en Glasgow. La conferencia no sirvió como plataforma de anuncio de compromisos globales más agresivos para limitar el calentamiento global. De todas formas, potencias como Estados Unidos, China, los países de la Unión Europea, Rusia y Japón han colocado la agenda en un lugar central al incrementar sus objetivos climáticos y desplegar planes para descarbonizar sus economías.

La cumbre climática organizada por el Reino Unido estuvo marcada desde su inicio por el vertiginoso aumento de los precios internacionales de la energía y sus consecuencias sobre la actividad económica y los consumidores. En un editorial, la revista británica The Economist sintetizó bien el problema. «El pánico es un recordatorio de que la vida moderna necesita abundante energía: sin ella, las facturas se vuelven inasequibles, las casas se congelan y los negocios se estancan», alertaba la revista. Dado el contexto, las delegaciones reunidas en Glasgow prefirieron evitar grandes pronunciamientos en el documento final, dejando de lado, por ejemplo, una declaración para la eliminación gradual del uso del carbón.

No obstante, las grandes potencias y economías del planeta anunciaron recientemente compromisos más ambiciosos en materia de recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero y, en algunos casos, dieron a conocer planes y medidas concretas para cumplir con dichas metas. Las claves principales pasan por acelerar la eliminación de las emisiones en el sector eléctrico mediante un despliegue mayor de las energías renovables y el establecimiento de políticas de incentivo al desarrollo de la movilidad libre de emisiones.

Estados Unidos

La agenda del cambio climático volvió a tener relevancia en Estados Unidos con el arribo de Joe Biden a la Casa Blanca. El gobierno anunció el regreso de EE.UU. al Acuerdo de París y colocó a la transición energética en el centro de la agenda de reactivación económica. 

Biden anunció un compromiso para recortar las emisiones entre un 50% y 52% por debajo de los niveles de 2005 para 2030, con un ambicioso objetivo de eliminación total de las emisiones en el sector eléctrico para 2035. Es un compromiso que demandará inversiones masivas para la expansión de la energía solar y eólica, el desarrollo y despliegue de tecnologías para almacenar energía, y la expansión y mejora de las redes de transmisión eléctrica.

En esa dirección, el gobierno impulsa, a través de los proyectos de Presupuesto y de Infraestructura bipartidaria, incentivos federales para la incorporación de más fuentes renovables en la matriz eléctrica e inversiones por u$s 65.000 millones para la mejora de las redes de transmisión, respectivamente. Entre otras medidas, figura el sostenimiento del parque nuclear estadounidense (responsable del 20% de la electricidad en EE.UU.) mediante subsidios federales para las centrales que generan pérdidas económicas, y se destinarán u$s 21.500 millones al financiamiento de hubs de desarrollo y demostración de tecnologías en energías limpias. Habrá u$s 8.000 millones para hidrógeno limpio, u$s 10.000 millones para captura de carbono y u$s 2.500 millones para energía nuclear de avanzada.

En materia de movilidad sin emisiones, la administración Biden apuesta a que la mitad de los vehículos vendidos en Estados Unidos sean eléctricos para 2030. Con el fin de lograrlo, fueron incluidas inversiones por u$s 7.500 millones para construir una red federal de 500.000 estaciones de carga eléctrica y u$s 6.000 millones destinados al desarrollo de la cadena de proveedores para coches eléctricos. Automotrices como Ford, GM y Stallantis se comprometieron a que al menos el 40% de sus ventas de vehículos serán eléctricos para 2030.

China

En la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2020, el presidente Xi Jinping anunció que China «tiene como objetivo lograr un pico de emisiones de CO2 antes de 2030 y la neutralidad de carbono antes de 2060». También dijo que la capacidad instalada total de energías eólica y solar llegará a los 1.200 Gw. En materia de energía nuclear, la potencia instalada podría pasar de 49 Gw en la actualidad a 200 Gw en 2035, según el objetivo trazado a principios de año por la empresa estatal China General Nuclear Power Group.

El desafío central pasará por reducir y eliminar el uso del carbón. China representó el 57% del consumo mundial de carbón en 2020. Las usinas que lo utilizan como combustible generan por año más del 60% de la electricidad. También es un insumo fuertemente demandado por las industrias. Xi Jinping dijo que espera que el crecimiento en el uso del carbón alcance su límite hacia 2025 para luego comenzar a declinar hasta su eliminación décadas más tarde.

Por otro lado, China ya lidera el mercado de la movilidad eléctrica y es el principal fabricante de vehículos eléctricos. Concentró en 2020 más del 40% de las ventas de coches eléctricos en todo el mundo, con 1,3 millones de unidades. Su fortaleza reside en la manufactura de baterías y el dominio de las cadenas globales de provisión de metales críticos. CATL, el fabricante chino de baterías, es un ejemplo de esta fortaleza: controla alrededor del 30% del mercado mundial de baterías para vehículos eléctricos. El Plan industrial automotriz 2021-2035 de China establece que el 20% de las ventas de vehículos deben ser de cero emisiones para 2025.

Unión Europea

El Parlamento de la Unión Europea aprobó en junio la Ley Climática Europea, que hace legalmente vinculantes los objetivos de reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero. La ley establece que se debe alcanzar la neutralidad de carbono en la Unión Europea en 2050 e introduce como objetivo intermedio recortar las emisiones en al menos un 55% para 2030. 

Para lograr estas metas, la Comisión Europea aprobó un paquete de medidas denominado «Fit for 55». Entre las medidas figura una Directiva de Energías Renovables más ambiciosa: el 40% de la energía en la Unión Europea deberá provenir de fuentes renovables para 2030. Actualmente, algo más del 40% de la electricidad proviene de fuentes fósiles como carbón y gas natural.

En materia vehicular, la Comisión Europea propuso que para 2030 los fabricantes de vehículos en la Unión Europea reduzcan en un 55% las emisiones de sus vehículos y por completo para 2035. Se necesitará un aumento significativo en la adopción de vehículos eléctricos para lograr estos objetivos. Europa es el segundo fabricante de coches eléctricos del planeta, luego de China.

Alemania

Las elecciones federales en Alemania arrojaron como resultado la conformación de una nueva coalición de gobierno entre el partido de los Social Demócratas (SPD), el Partido Verde (Alianza 90/Verdes) y el Partido Liberal (FDP). La nueva coalición llegó a un entendimiento sobre las líneas centrales a seguir en materia de transición energética. En el sector eléctrico plantean como objetivo ideal adelantar el cierre de las usinas a carbón a 2030 en lugar de 2038 y elevar la participación de las energías renovables al 80% de la electricidad generada. Se plantean grandes expansiones en la capacidad instalada de energía eólica offshore, con 30 Gw operativos para 2030
(7,8 Gw operativos en 2020). También en energía solar fotovoltaica, con 200 Gw operativos para 2030 (54 Gw registrados en 2020).

Francia

El desarrollo de las energías renovables y el redimensionamiento del parque nuclear son las principales herramientas con las que Francia buscará cumplir con los objetivos europeos. Francia busca llevar la participación de las energías renovables al 33% del consumo total de energía y al 40% de la producción de electricidad para 2030. La participación de la energía nuclear se reduciría del 70% al 50% en el largo plazo, aunque no está claro qué ocurrirá. El presidente Emmanuel Macron anunció en noviembre que el país relanzará la construcción de centrales nucleares e invertirá en el desarrollo de reactores modulares pequeños. Quedan pendientes definiciones sobre qué pasará con las centrales existentes, la gran mayoría construidas en las décadas de 1970 y 1980, y que necesitan inversiones para extender su vida operativa.

Japón

El gobierno japonés aprobó en octubre el Sexto Plan Estratégico de Energía para transitar hacia la neutralidad de carbono a fines de 2050. El plan elaborado por el Comité Asesor de Recursos Naturales y Energía apunta a recortar las emisiones en un 46% para 2030, principalmente en el sector de energía. Para lograrlo se plantea incrementar la participación de las fuentes renovables del 18% actual a un 36-38% del total. Otra parte importante del plan es la reactivación de las centrales nucleares, detenidas luego del tsunami y el posterior accidente en la central de Fukushima. Se espera que la energía nuclear vuelva a aportar entre un 20% y 22% de la generación eléctrica para 2030. La participación del GNL caerá del 37% al 20%, y la del carbón, del 32% al 19%.

Rusia

Rusia alcanzará la neutralidad de carbono antes de 2060, según anunció en 2021 el presidente Vladimir Putin. La Estrategia 2050 Bajo en Carbono aprobada por el gobierno en octubre presenta un escenario ambicioso en el que Rusia recortará las emisiones totales en un 79% para 2050. Según la estrategia, Rusia aumentará la generación de energía a partir de usinas a gas, centrales nucleares e hidroeléctricas y parques de energías renovables, además de implementar tecnologías para reducir la huella de carbono en las usinas a carbón. El país no anunció metas en generación con energías renovables pero sí de energía nuclear. La participación de la energía nuclear en la matriz eléctrica rondará el 25-30% para 2030 y el 45-50% para 2050. ×

La entrada Los planes de las grandes economías del mundo para acelerar la transición energética se publicó primero en EconoJournal.

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