
En los próximos días la Unión Industrial Argentina (UIA) le expondrá al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, su creciente preocupación por lo que, entiende, sería una situación de desabastecimiento de gas en los meses de invierno más duro.
Si bien todavía no hay una fecha oficializada para este encuentro, todo apunta a que se dé la semana que viene, y allí los industriales dejarían asentada la necesidad de que el Gobierno indique de qué modo atacaría una eventualidad de este tipo.
“El período que más nos preocupa es el trimestre junio, julio y agosto, donde las temperaturas son más frías y la necesidad de gas es mayor. No es que estemos viendo una situación extrema en cuanto a la complejidad, pero sí entendemos que hay factores que pueden generar problemas y habrá que estar atentos“, sostuvieron a El Cronista desde la entidad.
Dentro de este contexto, los industriales admiten que “el escenario hoy es mejor que hace 90 días”.
Y dentro de esta situación exponen, por ejemplo, el buen funcionamiento del Plan Gas, el contrato de envíos de gas por parte de Bolivia de 14 millones de metros cúbicos diarios, y la llegada de algunos barcos con gas licuado.
Sin embargo, los empresarios consideran que esto no es suficiente, por lo que no sería extraño ver faltantes de este insumo para la industria, según la visión de las compañías.
Además advierte que, por lo bajo, algunas distribuidoras también les comunicaron que los problemas se podrían llegar a dar. “Lo que queremos, sobre todo, es ver qué tiene el Gobierno pensado ante una situación de ese tipo. No buscamos más que quedarnos tranquilos respecto de que se podrá trabajar con tranquilidad”, afirmó un empresario.
Hasta el momento, la Argentina se aseguró contar con 31 barcos de GNL en el invierno, que ya empezaron a llegar este mes. La factura total asciende a unos u$s 2300 millones, cuando todavía faltan licitar los cargamentos de agosto y septiembre.
La estrategia comercial que utilizaron las autoridades energéticas fue cuestionada en un principio por la incertidumbre que generó en el sector, pero también permitió reducir las compras por la caída de precios internacionales que se empezó a ver desde abril, una vez pasados los primeros efectos de la guerra en Ucrania.
Asimismo, las lluvias en Brasil sustituyen importaciones de gas, al permitir mayor caudal en las represas hidroeléctricas de Yacyretá y Salto Grande y un intercambio comercial energético a través de un swap (con devolución argentina en primavera y verano). Esto equivale al funcionamiento de otro barco regasificador extra, con un costo bajísimo para el Estado nacional.