La semana pasada, el gobierno nacional de Argentina presentó un nuevo Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático (PNAyMCC), entre las que se proponen ciertas medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero sin demasiados objetivos concretos de cara a las renovables. 

Esta situación también se repite en materia de hidrógeno, ya que más allá de que se proponga la creación de un marco regulatorio y el desarrollo de una estrategia nacional de H2, la gran mayoría de las metas están orientadas a la investigación y no se expresa el término hidrógeno verde, producido a partir de fuentes renovables, sino que se menciona que será “bajo en emisiones”. 

Juan Carlos Villalonga, presidente de GLOBE y miembro de la PlataformaH2 Argentina, conversó con Energía Estratégica y sostuvo que, con ello, el país seguirá en un terreno de definiciones “totalmente difusas”, ya que al hablar de bajas emisiones se podría generar un marco regulatorio para impulsar cualquier tipo de H2. 

“Al no haber un norte u objetivo claro de que Argentina vaya hacia el H2 verde, perderemos el tiempo y plata en proyectos de industrias que ya están debidamente subsidiadas, como el rosa o el H2 azul. Y el hidrógeno no puede servir de excusa para seguir subsidiando a nucleares y el gas, ya que para ello no necesitan que le bajemos los impuestos”, sostuvo. 

“Pero sí me resulta admisible con renovables porque éstas nos prometen dar una capacidad exportadora futura que podría ser de gran beneficio para el país”, aclaró quien también fue diputado nacional. 

Para ser precisos, el documento emitido por el gobierno señala que se fortalecerá la investigación y el desarrollo de la producción de hidrógeno bajo en carbono en el país, con metas a 2023 con 12 iniciativas de H2 a pequeña escala y la creación de un Polo Científico Tecnológico Energía para la Patagonia Austral; además de la adecuación y puesta en marcha de Planta Experimental de Hidrógeno Electrolítico a 2024 y la financiación de 2 proyectos de H2 de gran escala.  

A ello se agrega otro foco puesto en la identificación de redes de investigación e institutos como aporte para una Estrategia Nacional de H2, siendo el 2023 el año de estudio de producción, el 2024 el año donde se implementaría un proyecto interinstitucional (4 estudios) y, a 2030, la relevación y monitoreo de los investigadores e institutos de H2. 

Villalonga también fue crítico sobre ello y planteó que Argentina tiene muchos organismos destinados a la investigación, con sus sus propios presupuestos y programas, por lo que “deberán rediseñarlos” por su propia cuenta. 

“La ley de hidrógeno debe servir para promover la inversión, no la investigación. Si necesitamos tener una línea de investigación o desarrollo, es cuestión que los organismos reacomoden sus prioridades porque sino gastaremos dinero, tiempo y recursos, cuando en realidad necesitamos impulso a quienes ponen los fierros y proyectos demostrativos”, manifestó.  

“Es inconcebible que a esta altura de la discusión, no se plantee alguna meta del desarrollo del H2, lo que nos hace quedar como un país que no ve un rumbo o que no está encaminado. Tenemos una oportunidad y si no se aprovecha, otros ocupan ese espacio. Es muy penoso que sigamos con un documento que parece una declaración de intenciones”, concluyó.