«La rueda ya está inventada». Para Ramón Fiestas Hummler, presidente del Comité para Latinoamérica del Consejo Mundial de la Energía Eólica (GWEC), no hay misterios en cuánto a la fórmula para revitalizar el sector eólico en la Argentina y hacerlo crecer en el mundo. Explica que la industria eólica no pide subsidios ni ventajas, sino poder competir en igualdad de condiciones con el resto de las tecnologías y preferentemente en un entorno de libre contratación entre privados. La regulación es precisamente su expertise: como abogado especializado en política energética y medioambiental ha prestado asesoramiento durante los últimos 20 años en materia de energías renovables y ha ejercido como letrado ante los tribunales españoles, incluidos litigios ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Tras visitar México y Brasil, el representante del GWEC hizo escala en la Argentina para reunirse con miembros de la Cámara Eólica Argentina (CEA). En diálogo con EconoJournal, Fiestas Hummler habló del panorama de la energía eólica en la región, las necesidades del sector en la Argentina, y el recorrido del mercado de la energía eólica en el Brasil.
—¿Cómo ve el panorama de la energía eólica en Latinoamérica y a nivel global?
El desarrollo de los proyectos eólicos en el mundo está relacionado con las políticas ambientales. Es una conexión fuerte en el sentido de que la eólica es la tecnología que tiene la mayor capacidad de convertirse en el reemplazo de las centrales de combustión de origen fósil. Esto se está demostrando aquí también en Argentina, especialmente con la eólica. Pero además hay otro vector que es igualmente relevante que es la competitividad de la tecnología eólica. Como ejemplo, el precio más barato de MWh conseguido en el ámbito de unas licitaciones públicas en el mundo se consiguió en México en el año 2018, con un proyecto eólico que dio precio de 17,80 dólares el MWh. Te puedo seguir poniendo ejemplos en Colombia, en Brasil, en Chile, en Perú, en Uruguay, donde la eólica en los momentos en los que entró en el mercado ha sido la tecnología más eficiente. El mito de que las tecnologías renovables son caras no solamente se ha desvanecido sino que han hecho que las centrales de combustibles fósiles sean las caras. Eso sin añadir el costo que representa el impacto ambiental que tienen estas instalaciones y que en algunos de los países se traduce en un costo «on top» del MWh por pagar derechos de emisión. Los derechos de emisión en Europa son oscilantes, pero pueden estar entre los 20 y 25 euros el MWh. Si al precio del MWh térmico se le suma el precio del derecho de emisión, el precio final se va por las nubes.
—¿Cuánta potencia eólica necesita el mundo para cumplir los objetivos del acuerdo de París?
Hace falta multiplicar por 4 la potencia instalada anual en el mundo de aquí a 2030 para situarse en una trayectoria posible a los objetivos ambientales para el 2050. Hoy en el mundo se vienen instalando entre 70 y 90 mil MW anuales. Hay que multiplicar esa cifra por 4 todos los años consecutivamente de aquí a 2030. Eso dará un tamaño de cadena de suministro suficiente para abordar los siguientes.
—¿Es factible?
Es posible, pero no sin la adopción de las políticas adecuadas. Esta industria necesita previsibilidad, sobre todo en la parte que tiene que ver con la implantación de la cadena de suministro. Un fabricante que instala su fábrica necesita una demanda segura de equipos por año. Se necesita pensar en una arquitectura normativa política que de una señal de confianza para que se pueda desarrollar. Esto hace falta en la mayor parte del mundo, no solamente en áreas desarrolladas. Por ejemplo la problemática de desarrollo de proyectos en Europa no tiene nada que ver con lo que pasa en América Latina. En Europa si quieres hay un exceso de ambición desde el punto de vista político. Se plantea un objetivo de 45% de renovables en el 2030. Está muy bien porque eso es lo que la industria ha ido demandando históricamente, pero el problema es que se debe articular regulación y crear las condiciones de mercado para que esos objetivos políticos sean posibles, y eso lo tiene que hacer el mismo que toma el objetivo.
—La industria eólica ya tiene un tiempo en Latinoamérica. ¿En qué etapa está ahora?
Hemos pasado de la infancia a una cierta juventud, no quiero llamarlo madurez porque aún no lo es, pero sí hemos pasado a la juventud. Incluso ya nos hemos comido la adolescencia que es una etapa un poco complicada. En algunos países hay adolescencia todavía, pero en otros ya es una juventud. La infancia de la eólica estaba basada en la necesidad de un impulso de alguna forma regulado, en el sentido de asegurar que a través de algún mecanismo público se pudiera contratar a largo plazo la energía eólica. Ahora estamos en el momento en que la eólica se va a desarrollar a través del mecanismo de mercado, por la competitividad. Las industrias quieren energía barata y verde y porque los consumidores en muchos países también comienzan a quererlo. Entonces es muy necesario que desde el punto de vista político y regulatorio se abra la demanda de energía eléctrica a energía renovable. Esto significa que tú como consumidor tengas la oportunidad de llamar a la puerta de un generador o de un comercializador de electricidad, y esa posibilidad tiene que llegar a todos los hogares, tiene que extenderse de manera universal y no solamente quedarse en determinados segmentos de consumo como es ahora. Hay que universalizar la posibilidad de contratar electricidad origen renovable porque eso va a producir un incremento de la demanda y permitir una posibilidad de desarrollar la oferta. Para hacer eso y para que la eólica pueda demostrar su eficiencia lo que se necesita es crear las condiciones de mercado necesarias y suficientes para nivelar el terreno de juego que hoy está desnivelado a favor de las tecnologías firmes o de combustión. Hay que reemplazar buena parte de toda esa generación por generación renovable que tiene la peculiaridad de ser de origen variable y esa variabilidad requiere una forma diferente de regular el mercado y de gestionar el sistema eléctrico. Eso requiere una intervención pública importante de normalización del mercado y del sistema eléctrico. Es un esfuerzo que hay que hacer en la mayor parte de los países de América Latina para abrirle la puerta a los proyectos de energías renovables sin necesidad de tener ningún tipo de incentivo, de subsidio. La industria no piden incentivos ni subsidios, pide equilibrar el terreno de juego.
–¿Qué se necesita para que los proyectos eólicos vuelvan a tener un impulso fuerte en Argentina?
Vemos que hace falta recuperar un ambiente de inversión para atraer inversión internacional no solamente nacional. Hoy por hoy hay un interés nacional por desarrollar proyectos eólicos en Argentina. Hay proyectos que están desarrollándose, pero en unas condiciones hostiles. Hace falta no solamente nivelar el terreno de juego para habilitar el comercio y la contratación de electricidad a largo plazo en el ámbito privado, eliminando las barreras que existen a que pueda dar la señal de precio adecuada, sino además también desarrollar infraestructuras de red que permitan el tránsito de esa electricidad en el sistema eléctrico, haciéndolo más moderno y preparándolo para la transición energética. Significa tener una visión de crecimiento de este segmento y habilitar las medidas convenientes en cuanto a la actualización de normas de mercado eléctrico, permitir y favorecer la contratación a largo plazo de proyectos de energías renovables, y la actualización de normas de funcionamiento del sistema eléctrico para desdramatizar el asunto de la mal llamada intermitencia, que hay mecanismos regulatorios que permiten integrar mucha más cantidad de energía variable sin necesidad de grandes inversiones, pero en el medio y también en el corto plazo y en determinados lugares, permitir y habilitar o promover las inversiones en infraestructuras de redes de transmisión donde la iniciativa privada tenga la posibilidad de estar, de invertir y de hacer lo que no ha hecho la iniciativa pública durante años. Si se consigue eso Argentina verá otra vez un renacer de proyectos de energías renovables y se convertirá en un mercado de energías renovables, se podrá pensar también en esa transición energética más allá del kilovatio hora entrando ya en los energéticos, a través del hidrógeno.
—La falta de transporte eléctrico es una demanda del sector. ¿Qué se puede hacer en materia de transmisión?
Hay diversas fórmulas o mecanismos regulatorios para acometer ese desafío de invertir en redes de transmisión. Para mí lo más importante en este momento no es tanto acertar con el mecanismo como con el deseo. La voluntad política de entender que el país necesita eso y de asumir que esas inversiones en el sector energético van a representar un mayor coste, y que ese mayor coste hay que trasladarlo al consumidor final porque es un coste más de traer este kilovatio hora aquí, con seguridad. Una vez que hay la decisión de modernizar el sistema de transmisión podemos aplicar las fórmulas. Pero la iniciativa privada tiene que estar ahí, porque es la que es más rápida, es la que está más dispuesta y es la que tiene la capacidad de hacerlo en el menor tiempo posible. El diseño del mecanismo regulatorio que permita acertar con una fórmula de financiación que asigne justamente y equitativamente los costes para mantener nivelado el terreno de juego es algo que se debe hacer y hay que buscarlo encajarlo dentro de la regulación general energética que tiene Argentina.
—¿Qué impresión le dejan las conversaciones con el sector en Argentina?
Estoy gratamente sorprendido del interés que hay en Argentina en continuar con el proceso inversor en energía eólica. Hay una claridad muy grande sobre las necesidades y hay una expectación no menos grande en cómo implementar esto ante los escenarios políticos que se abren ahora en esta época de elecciones. Hay también un plan que está definido o al menos bastante maduro con la administración existente, que al final de su mandato está empezando a entender las necesidades y a mirar en la dirección que el sector está demandando. Es un proceso que se está observando con atención. Estamos observando esto con enorme interés.
—¿Qué ven las empresas del sector en lo que respecta a la inversión en nueva generación eólica?
No puede haber una recuperación de un proceso inversor en energía eólica en Argentina sin abrirle la puerta a la inversión extranjera y a la importación de los equipos extranjeros. La mayor parte de los componentes vienen de fuera y hay unas restricciones severas para poder importar estos componentes por una política aduanera que dificulta y encarece los procesos, y por un problema de política cambiaria. No tiene ningún sentido que estés grabando la importación de unos equipos que están tratando de contribuir a la transición y a la sostenibilidad del país. Estos sectores son sectores que huyen de la imposición abrupta de mecanismos fiscales que no estaban previstos en la hoja de ruta. Son modelos o casos que se financian sobre la base de proyecciones de ingresos a 15 años por los contratos a largo plazo. Es importante que haya una estabilidad y seguridad jurídica en la vida del proyecto.
–¿Como ves el interés por la eólica offshore en la región?
Ahora mismo está muy concentrado el interés en Brasil y en Colombia en cuanto a la eólica offshore. Quizá hay menos visibilidad con relación a Argentina por la indefinición que te comentaba antes. Pero Argentina reúne requisitos extraordinariamente interesantes para el offshore. Tiene buenos puertos, astilleros, una infraestructura portuaria excelente para poder desarrollarlo, pero necesita una visión energética, de encajarlo dentro de la matriz.
—Si uno mira la región, Brasil es el mercado con mayor penetración de energía eólica en cuanto a gigawatts instalados y de mayor crecimiento en ese sector. ¿Cómo es que Brasil logró esto?
Es un proceso que lo conozco bastante bien. Brasil empezó con un programa que se llama Proinfa, que era un programa que subsidiaba un contingente de megawatts de distintas tecnologías de energías renovables, donde la tecnología eólica tenía una limitación de cantidad en 1400 megawatios con una tarifa regulada llamada feed-in-tariff. Es decir, toda la producción que tendría tu proyecto sería comprada por una empresa pública o no pública en el ámbito de un contrato a largo plazo a un precio determinado, vamos a decirlo, adecuado e interesante en aquel momento histórico, que estaba basado en los costes de desarrollo de un proyecto eólico en aquella época, en la que todavía no había alcanzado la eficiencia tecnológica. Hacía viables los proyectos y atrajo el interés de inversores internacionales para Brasil en energía eólica. Ese programa tenía unos requisitos de cumplimiento para acceder a la tarifa. Uno era la puesta en marcha del proyecto en un plazo concreto. En ese primer momento, si bien el país había preparado esa normativa energética, no estaba preparado ni en su normativa ambiental ni en su normativa administrativa para el desarrollo de sus proyectos, que entraron en una fase de bloqueo por falta de autorización, por falta de procedimientos, por falta de claridad en esos procedimientos, particularmente en la evaluación del impacto ambiental. Tampoco estaba claro muchas veces el régimen de propiedad de las tierras donde se iban a desarrollar estos proyectos. Eso hizo que el programa Proinfa encallara como un buque. En 2006 ya había cierta desesperación en el sector porque se veía que se iban a perder los derechos de estos proyectos y no había manera de destrabarlo. Pero en el gobierno había una intención de tratar de solucionarlo porque de alguna forma estaba viendo que en el mundo se estaba desarrollando la tecnología de una forma eficiente y de una forma conveniente, sobre todo en Europa. En un momento determinado las autoridades de Brasil toman conocimiento de cómo se estaba desarrollando esta tecnología en España. Brasil estudia la forma de implementarlo en su país, con arreglo a los criterios de desarrollo del parque de generación existente, que tienen que ver con modelos competitivos de asignación de generación. Brasil decide abandonar el sistema de tarifa regulada y comienza a desarrollar un esquema de contratación a largo plazo de electricidad renovable, los PPAs, pero en un modelo regulado público, como el Plan Renovar. Hace un llamado a la contratación solo de fuente eólica y asigna contratos a largo plazo de forma competitiva a los proyectos que han ganado por precio. Eso da una primera señal de absoluto desconcierto a la administración, porque afloran 9000 MW de proyectos eólicos que la administración no sabía ni que existían. Al año siguiente le siguió otra y luego otra, y a medida que se alcanzaban precios más económicos en estas licitaciones se iban introduciendo otras tecnologías. Se fueron sumando sucesivamente entre 1000 y 2500 MW eólicos por año. Luego viene la crisis de 2017, donde la demanda eléctrica no crece y entonces el gobierno no tiene una motivación para hacer un llamado a generación porque la demanda no ha crecido. Sin embargo, Brasil tiene un régimen como si fuera un MATER (N.d.R.: Mercado a Términos de Energías Renovables) pero algo más desarrollado, que es el mercado libre. Los proyectos empiezan a migrar hacia el mercado libre y allí encuentran fórmulas de contratación a largo plazo que permite mantener a la industria viva durante esos años difíciles, pero luego de superarla se convierte en el gran escenario de contratación de energía eólica. Esto hasta llegar a hoy donde hay un contingente de megavatios enormemente importante desarrollados todos ellos en el mercado libre. Este año dicen que van a anunciar 5 GW de potencia instalada, el año pasado fueron 4, es muchísimo. Al final esto es una situación en la que dentro del ambiente de contratación libre se ha podido desarrollar estos proyectos porque han podido contratar a largo plazo. Es esto lo que estamos pidiendo para Argentina, esa normalización de la contratación de la electricidad renovable a largo plazo dentro de un mercado libre. Si el gobierno no quiere ir a un proceso como fue el Plan Renovar en su momento puede tener sentido, pero lo que no tiene sentido es que la demanda y la oferta no puedan encontrar un camino para cruzarse en un ámbito de contratación libre y que el cliente pueda comprar energía verde y barata. La rueda ya está inventada.
La entrada Fiestas Hummler, del Consejo Mundial Eólico: «No puede crecer la energía eólica en Argentina sin abrirle la puerta a la inversión extranjera» se publicó primero en EconoJournal.
, Nicolás Deza