Como ya había anticipado Energía Estratégica, durante el Webinar «Sin inversión no hay transición: el futuro de la distribución eléctrica en América Latina” (ver transmisión), la Asociación de Distribuidoras de Energía Eléctrica Latinoamericanas (ADELAT) presentó estudio con las inversiones necesarias en infraestructura de distribución de la región para garantizar una transición energética efectiva, inclusiva y sostenible.

El reporte llevado adelante por la consultora GM Global y ADELAT plantea dos escenarios de transición energética al 2040 para 7 países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y Perú).  Uno más optimista en el que se invertirán 431 billones de dólares y otro más conservador en el que la cifra asciende a 307 billones de dólares.

No obstante, durante el evento, expertos del sector afirmaron que para materializar estas inversiones el sector público, los distribuidores y el órgano regulador de cada país deben superar ciertos desafíos.

Algunos de ellos son: la creación de un planeamiento nacional unificado flexible para mejorar la generación, transmisión y distribución de energía; facilitar el acceso al financiamiento a distribuidoras; diseñar estructuras tarifarias eficientes; desarrollar esquemas de remuneración que permitan el reconocimiento anticipado de las inversiones; agilizar y simplificar procedimientos de autorización y permisos asociados a inversiones de transición energética, entre otros.

En línea con estos retos, Danilo Zurita, Jefe del Departamento Eléctrico de la Comisión Nacional de Energía de Chile (CNE), uno de los organismos públicos más avanzados de la región, señaló: “Estamos afectados por el cambio climático, el dinamismo tecnológico y cambios en el patrón de consumo energético. Tenemos como desafío invertir en infraestructura, realizar monitoreos y prevención de la red. Esto se logra con mecanismos como la medición inteligente y modificaciones regulatorias que reconozcan las realidades locales de cada región para garantizar la calidad del servicio”.

De acuerdo al experto, mientras más seguridad haya en los sistemas de transmisión para la colocación de energía renovable, los incrementos en los costos para aportar esa resiliencia probablemente se vean equilibrados con un entorno completo.

A su turno, Medardo Cadena, asesor del secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) , advierte que, según las estimaciones de la entidad, el objetivo de alcanzar cero emisiones al 2050 requiere triplicar la capacidad instalada en generación que actualmente es de 500 GW a 1500 GW al 2050. Esto en términos de inversión, representa entre 3 y 4 trillones de dólares, una suma muy grande en la región.

Ante estas cifras, insistió: “El gran reto es avanzar en esta transición sin afectar al usuario. Para ello, hay que atraer esas inversiones con el menor costo de capital y riesgo posible, lo cual se logra trabajando mucho en la regulación. El marco normativo tiene que ser lo suficientemente flexible para incorporar todos los efectos de la tecnología e innovación y, por otro lado, ser lo suficientemente clara y con señales de largo plazo que den la seguridad para atraer inversión”.

En este contexto, Cadena sugirió que mantener espacios de diálogo es fundamental para que todos los actores estén sintonizados con estas necesidades y obligaciones en pos de alinear la visión del sector privado con el público.

“La transición energética sólo se logrará a través de la electrificación. Por ello, cuando hablamos de tarifa hay que mirar la película completa.  A veces fallamos en cómo transmitir al usuario final los beneficios de migrar hacia energías limpias. Hay que fortalecer el diálogo para superar estos desafíos”, afirmó.

En el cierre del webinar, a modo de conclusión, el vicepresidente de ADELAT, Horacio Nadra, coincidió con los especialistas y argumentó: “El desafío es enorme porque nuestras redes no están preparadas para soportar tanta energía. Muchas veces en Latam nos cuesta sostener políticas a largo plazo y hablar de tarifas eléctricas. Son temas que hay que debatir y lograr consenso porque el cambio es inevitable”. 

“Además, por la dinámica de las tecnologías involucradas la velocidad del cambio es exponencial. Eso nos tiene que impulsar hacia adelante para lograr paulatinamente semejante transformación. Es una gran oportunidad para todo los países de Latinoamérica y tenemos que estar preparados”, concluyó.

 

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