La empresa estatal Yacimiento Carboníferos Río Turbio (YCRT) se encuentra en una situación difícil hace ya muchos años, y con el cambio de gobierno en diciembre el panorama es malo y solo vislumbra una privatización o el cierre de la mina.
En este contexto, el diario Clarín dio a conocer una investigación sobre una operación que iba a hacer YCRT con la empresa israelí TEGI Limited, que habría sido interrumpida por la intervención de dos personas con un pedido de coima, a lo que se refieren como una “comisión” por el contacto.
Según explica Clarín, desde Israel habrían acercado a YCRT “una propuesta de compra de 30.000 toneladas de carbón de baja calidad por cerca de 2,1 millones de dólares, el equivalente a aproximadamente US$ 70 por tonelada”, la cual la empresa estatal habría rechazado “por no ser comprador directo y por presentar precios muy bajos y poco convenientes para la empresa”.
A pesar de la declaración de la empresa, el diario accedió a un material de comunicación telefónica que no coincide con lo que declaran desde YCRT.
El carbón ya estaba almacenado y listo en Punta Loyola para ser embarcado y enviado, pero el llamado telefónico de Andrés Gross, amigo del interventor de YCRT, Thierry Decoud, cambió el rumbo de la negociación.
De la conferencia participaron el representante de TEGI, Juan Agustín Yarke Ariet, quien estaba a cargo de la compra en nombre de la empresa argentina, un broker tucumano que tendría el vínculo con ambas partes, Alejandro Salemme, y Andrés Gross.
Decoud y Gross reconocieron al diario su vínculo de amistad, pero niegan que exista una relación comercial entre ambos. A pesar de eso, en la llamada Gross empieza diciendo que el no estaba al tanto de la operación y que “la persona que firma la orden” lo habría llamado para consultarle, y al mismo tiempo le solicita que agranden el presupuesto que ofrecían.
Gross asegura tener peso en la decisión de la empresa, pero al mismo tiempo no es empleado de la firma ni tiene ningún vínculo, y reclama una coima a título de “comisión” justificando que fue parte del contacto entre las empresas, por lo que Yarke le remarca que el contacto fue directo de Cancillería que no hubo intermediarios.
Posterior al llamado, es el propio Gross quien el confiesa a Clarín que “se fue de boca”, y que no tiene el peso que dijo tener en la comunicación que detalla el diario. La actitud de Gross habría sido motivada porque fue dejado afuera de la negociación, y no quiso ser “puenteado”. Mientras que Salemme, el broker, también se mostró arrepentido de la llamada, pero señaló que “no fue nada ilegal” y que su trabajo “es acercar a compradores y vendedores, de manera de facilitar que se hagan los negocios”.
La operación se habría hecho entre Cancillería y la empresa israelí, y tendría que ver con un vínculo exclusivamente diplomático, en el que TEGI habría accedido a comprar el carbón de Río Turbio, el cual sería “inviable” y no le traería ningún redito, solo una promesa de contar con cierta cantidad de toneladas en caso de que la empresa mejore su producción en un futuro.
En medio del escándalo, Decoud habló con Clarín y dijo que “muchas personas intermediarias querían la representación comercial o la exclusividad para comercializar el carbón, pero nosotros, como empresa del Estado nacional, no podemos pagar comisiones. No podemos contratar a un broker, sería ilegal” y asegura que no tuvo contacto ni con Gross ni Salemme, y que no fue quien les dio la información del negocio.
Finalmente, la llamada no concluyó de la mejor manera para quienes quisieron intervenir ya que Yarke no cedió ante el pedido y no recibió de buena manera lo que planteaba Gross, ni la manera en la que lo hizo.
La empresa tendría abierto varios puntos de negociaciones, con empresas chinas y de otros países, pero ninguna cumpliría con los requisitos por lo que no hay avances sobre una posible exportación del carbón de YCRT en lo inmediato.
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