Petronas decidió retirarse del proyecto de construcción de una planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Bahía Blanca, Argentina, en sociedad con YPF, una inversión de 30.000 millones de dólares. Aunque no hubo explicación oficial, se atribuye a factores como la incertidumbre macroeconómica, el cambio arbitrario de la ubicación del proyecto por razones políticas internas, y la competencia global en el sector energético. Además, es posible que el alineamiento del gobierno de Javier Milei con Israel, en contraste con la postura pro-palestina de Malasia, y la renuncia de Argentina a unirse al bloque BRICS, también hayan influido en la decisión. Todo ello refleja cómo las decisiones políticas y geopolíticas pueden afectar la concreción de inversiones clave.
La noticia de que la estatal malaya Petronas se retira del proyecto de GNL en Bahía Blanca, asestó un duro golpe al sector empresario, a las provincias de Buenos Aires y Neuquén y al gobierno de Javier Milei.
Esta inversión, estimada en US$ 30.000 millones, se perfilaba como una de las mayores en la historia del país. Hasta ahora, no se ha emitido ningún comunicado oficial de la compañía malaya explicando los motivos de su decisión. Energía&Negocios intentó, sin éxito, obtener una declaración de las autoridades de Petronas en Kuala Lumpur. Su oficina de prensa se negó a hacer comentarios, sin confirmar ni desmentir la información que circula en Buenos Aires.
No hubo claridad en la comunicación por parte de YPF sobre las causas del abandono de la malaya. En off, algunos ejecutivos intentaron justificar la salida por la incertidumbre macroeconómica y el cepo cambiario. Otros recurrieron a argumentos un tanto más ligth al mencionar la alta competitividad global en el sector energético. Según esa línea argumental, las grandes inversiones en GNL de EE.UU. y Arabia Saudita, y el posible fin de la guerra en Ucrania, podría reposicionar a Rusia en los mercados internacionales.
Todas razones de mercado que podrían influir en las inversiones. Sin embargo, Petronas es un jugador de las grandes ligas y conoce claramente las proyecciones del mercado y una inversión de este calibre la viene evaluando desde hace años.
Entonces, ¿son razones de mercado y macroeconómicas o existen otras razones que influyeron en la decisión de salir? ¿Por qué Petronas decide desistir justo ahora, tras la sanción del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y que le daría estabilidad por treinta años?
Las hipótesis se plantean desde diferentes ángulos: financiero, político, económico y de mercado global. Sin embargo, se elude sistemáticamente el componente político y geopolítico, que en este caso podría ser determinante. En este punto, nuestra dirigencia política y empresarial ha dado muestras de carecer de las herramientas necesarias para un análisis adecuado.
Las empresas suelen ser cautelosas a la hora de invertir en países donde no se garantiza la seguridad jurídica y exigen permanentemente instrumentos que den certeza, como leyes internas y tratados internacionales. En nuestro caso, estamos ante un gobierno liberal que promueve las inversiones -hasta ahora sin mayores resultados- y dice ofrecer mayor seguridad jurídica a través de leyes que protegen el capital invertido.
No obstante, el insistente enunciado de que un marco legal estable es condición suficiente para atraer inversiones Petronas ha desmentido y demostrado que la cuestión no depende únicamente de la sanción de voluntariosas normas, sino también del discurso y la acción política. Claro que en caso de incumplimientos contractuales, Petronas podría recurrir a los tribunales arbitrales, pero claramente ese no es el objetivo de la empresa, sino la ejecución del contrato en condiciones de estabilidad, minimizando los sobresaltos por los vaivenes del mercado y protegidos de los antoijadizos “hechos del Príncipe”.
En el sector energético, nadie quiere mencionar que el cambio arbitrario e inconsulto de la ubicación de la planta y la discusión política entre Nación y Provincia terminó de persuadir a Petronas de que las condiciones no estaban dadas para continuar. Escuchar al presidente del país, donde se invertirían miles de millones “¡Amo ser el topo que destruye el Estado desde adentro! Es como estar infiltrado en las filas enemigas”, debió haber impactado mucho más en la decisión de Petronas que cualquier vaivén del mercado internacional.
Diatriba
Los malayos escucharon atónitos al presidente Javier Milei decir que era “obvio” que la locación del proyecto sería en Río Negro. “¿Vas a confiar en un expropiador serial como el comunista de Kicillof?”. Por su parte, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, respondió: “Esto no tiene nada que ver con el RIGI, el puerto lo habían elegido por condiciones de infraestructura. El Presidente mintió y trató de hacer un uso político de esto”. Kicillof agregó: “Milei se paró en un canal y dijo que la inversión no iba a ir ahí. Quiso castigar a la provincia de Buenos Aires, diciendo: ‘¿Quisieron votar a este gobernador? Ahora jódanse’.”
“Fue un papelón internacional. En el proyecto original entre YPF y Petronas, el puerto siempre fue el de Bahía Blanca. La modificación fue una decisión política contra la provincia de Buenos Aires y lo dijo con todas las letras el Presidente” consideró una fuente consultada que agregó “se trata de un grado de irresponsabilidad muy grande, porque YPF quedo subordinada a la decisión del gobierno, quedando expuesta en la causa por la estatización donde los buitres piden los activos de la petrolera”.
No resulta difícil imaginar lo que habrán pensado los ejecutivos malayos cuando se les comunicó —a ellos, que son quienes aportan el capital— que el proyecto se trasladaría a otra provincia debido a la enemistad entre el Presidente de la Nación y el Gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Vidas paralelas
Malasia fue una colonia británica hasta 1957, cuando logró su independencia y se constituyó como la Federación Malaya, precursor del actual estado de Malasia, que luego se formó en 1963 con la integración de Malaya, Sabah y Sarawak.
La historia de la producción de petróleo en Argentina y Malasia ha seguido trayectorias paralelas. Durante la primera mitad del siglo XX, la industria petrolera en Malasia estuvo dominada por empresas extranjeras, principalmente británicas y estadounidenses, como Shell y Esso. Estas compañías controlaban la exploración y producción de petróleo bajo concesiones gubernamentales, y gran parte de las ganancias fluía hacia el exterior.
Malasia carecía de un marco regulatorio que garantizara una participación significativa del Estado en los beneficios, lo que impulsó al gobierno malayo a adoptar en 1974, el modelo de YPF para crear Petronas, acrónimo de “Petroliam Nasional Berhad”. La expropiación de los activos de empresas como Exxon y Shell permitió a Malasia nacionalizar sus recursos y gestionarlos en beneficio de su desarrollo nacional.
En la década de 1990, YPF, a través de su subsidiaria Maxus, colaboró con Petronas en el bloque SK8, frente a las costas de Sarawak, un importante campo de gas convencional en aguas poco profundas. Esta asociación generó un entendimiento mutuo de las culturas corporativas de ambas empresas.
En esa época, YPF era una de las grandes petroleras internacionales, con operaciones en Venezuela, Perú, Brasil, Bolivia e incluso Rusia, hasta que Repsol se desprendió de todos los activos de YPF a nivel global. Ambas compañías comparten la línea política de sus respectivos estados, centradas en la exportación de recursos energéticos. Tanto YPF como Petronas tienen objetivos comunes relacionados con garantizar el autoabastecimiento energético de sus países. En este sentido YPF y Petronas son empresas estatales clave para mejorar las balanzas comerciales.
No cabe duda de que el modelo de negocios de YPF, los antecedentes en operaciones conjuntas y la similitud de objetivos, fueron factores de peso a la hora de estudiar la esperada inversión en la planta de GNL.
Conversaciones
Las conversaciones entre YPF y Petronas comenzaron tras la estatización de YPF en 2012. En 2014, ambas empresas firmaron un acuerdo de explotación, y en 2017 se iniciaron los estudios en el área de Bahía Blanca. Finalmente, en 2022 se anunció públicamente la inversión en la planta de GNL.
Petronas pidió alguna garantía adicional, a pesar de que ambos países han firmado un Tratado Bilateral de Inversión (TBI) que protege las inversiones recíprocas y otorga un paraguas jurídico ante el CIADI. El año pasado, se otorgó media sanción a la Ley de GNL, solicitada por Petronas, pero la oposición de ese entonces —hoy en el gobierno— impidió su aprobación definitiva. Es decir, para Petronas, quienes hoy están en el gobierno se opusieron al proyecto de inversión.
Si el cambio de ubicación del proyecto se debiera a cuestiones estratégicas del negocio, se habría mencionado antes, ya que el asunto llevaba muchos años de estudio. A diferencia de Bahía Blanca, la nueva ubicación en Punta Colorada no solo requeriría un mayor capex (inversión en infraestructura), sino también un mayor costo operativo, ya que se trata de una zona desértica. La localidad más cercana, Sierra Grande, es un pequeño pueblo que tuvo actividad económica mientras duró la explotación de hierro, la cual cesó en 1990.
Además del puerto y mano de obra técnica calificada, Bahía Blanca ofrece un potencial mercado comprador de gas, compuesto por industrias locales como Dow o Frofértil, esta última utiliza gas para su producción y abastece sólo al 30% del mercado local de fertilizantes, por lo que el aumento de la oferta de materia prima, invita a la expansión de un negocio altamente rentable.
Por otra parte, en el caso del eventual cese de la operación, el ducto a Punta colorada resultaría inservible, mientras que un ducto a Bahía con conexiones al sistema de transporte público, aun podría resultar de utilidad.
Otro dato no menor es la operabilidad del Puerto de Bahía Blanca, mucho mayor a Punta Colorada donde los factores climáticos afectan su operatividad muchos días al año. El Puerto de Punta Colorada es un páramo, el puerto debe ser construido en su totalidad, no hay infraestructura ni cercanía con nodos de distribución, “la construcción del puerto de Punta Colorada podría demandar varios años y también varios miles de dólares adicionales. Construir un puerto de aguas profundas como el de Bahía en Río Negro llevaría unos dos años y 2.000 millones de dólares”, agregó una fuente consultada.
Política exterior
Por la diversidad de la población inmigrante, la Argentina ha mantenido una tradición de neutralidad geopolítica, con tendencias al multilateralismo y la integración regional. Sin embargo, la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada y de Diana Mondino a la cancillería inauguró un período de insultos y diatribas contra los principales dirigentes del mundo.
Además de calificar al Papa como “el representante del maligno en la tierra”, Milei afirmó que no está dispuesto a hacer negocios con “ningún comunista”, refiriéndose al presidente de Brasil, Lula da Silva —principal socio sudamericano— calificándolo de “comunista” y “corrupto”. No quedaron atrás en el reparto, Xi Jinping o Andrés Manuel López Obrador. Una primera señal de alarma debió encenderse en el gobierno cuando, durante el pico de demanda invernal de gas, se requirió la importación de GNL de Brasil y el Planalto decidió poner la lupa en el contrato, lo que puso nerviosos a más de un funcionario de Energía.
En cuanto a los conflictos en Medio Oriente, Argentina tradicionalmente apoyó una solución de dos estados entre Israel y Palestina, en coherente cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas. Una postura de neutralidad en los conflictos geopolíticos, facilita las relaciones diplomáticas y la cooperación entre empresas estatales. Pero ¿El alineamiento incondicional con Israel, pudo haber influido en la decisión de Petronas? Malasia es un país mayoritariamente musulmán, y tiene una postura firme de apoyo a Palestina y no tiene relaciones diplomáticas formales con Israel.
La postura de Javier Milei, de apoyo incondicional al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, rompió con la tradición de neutralidad en el conflicto de Medio Oriente. Recientemente, el gobierno malayo incluso prohibió la entrada de barcos con bandera israelí en sus puertos, en el contexto del conflicto entre Israel y Hamás.
Brics
Otro tema que muy probablemente contribuyó a inclinar la balanza, fue la renuncia de Argentina a integrar el bloque BRICS, que incluye a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, confirmó que su gobierno había presentado una solicitud formal para ingresar a este bloque. Malasia ve su adhesión al BRICS como una oportunidad para expandir su red económica y alinearse con los intereses del Sur Global. La participación en el BRICS también refuerza el respaldo financiero para los países miembros, que hasta hace poco incluía a Argentina.
¿Y el mercado?
Las perspectivas del mercado global de GNL podrían cambiar significativamente si el conflicto entre Ucrania y Rusia llega a su fin. Actualmente, Europa ha aumentado su demanda de GNL debido a la disminución de las exportaciones de gas ruso a través de gasoductos. Sin embargo, si el suministro de gas ruso se restablece, podríamos ver una caída en la demanda europea de GNL, ya que Europa podría volver a depender del gas ruso por su precio competitivo y disponibilidad a través de infraestructuras ya existentes.
Por su parte, en 2023, Saudi Aramco ajustó su estrategia de producción al reducir su expansión petrolera, estableciendo un objetivo de 12 millones de barriles diarios, un millón menos de lo previsto, con el fin de sostener los precios del crudo junto a los recortes de la OPEP. Ese recorte permitirá que unos 25.000 millones de dólares se destinen al desarrollo del shale gas en el campo Jafurah, buscando aumentar la producción de gas en un 60 % para finales de la década. Además, liberaron 40.000 millones de dólares para inversiones en proyectos de gas natural entre 2024 y 2028. Aramco está apostando por diversificar su negocio con proyectos de GNL (gas natural licuado), estableciendo acuerdos con TotalEnergies y Sinopec, y reforzando sus inversiones en Australia y Texas, entre otros. El campo Jafurah, el mayor yacimiento de shale gas fuera de Estados Unidos, Jafurah contará con inversiones por más de 100.000 millones de dólares durante su ciclo de vida, y está destinado a ser un pilar del mercado energético global.
La suma de argumentos operaron como granos de arena en el plato de la balanza que terminaron por inclinar el fiel hacia el lado negativo de las decisiones.