Guatemala se enfrenta a desafíos energéticos que comparten muchas naciones del mundo, y para Carmen Urízar, exministra de Energía y Minas, es fundamental no perder de vista el papel clave que tiene la licitación PEG-5 para resolver muchos de ellos. Esta licitación no solo será crucial para mantener el liderazgo de Guatemala en la región en cuanto a la ampliación de su parque de generación, sino también para continuar aprovechando el vasto potencial renovable del país.

«Estamos ante el reto de una incorporación todavía mayor de energías renovables», afirmó la exministra, quien ahora es directora de Energy & Infrastructure Analysis Center (EIA Center) y presidenta de la Iniciativa de Mujeres en Energía de Centroamérica (IMEC).

De acuerdo con Carmen Urízar, Guatemala ha logrado avances significativos en la diversificación de su matriz eléctrica, pero no es momento para bajar la guardia. La próxima licitación PEG-5, que tiene como objetivo garantizar la incorporación de casi 1,500 MW adicionales al sistema, si bien también iría a dar lugar a fuentes de base a partir de gas natural, es esencial para seguir reforzando la sostenibilidad del sector integrando energías renovables.

Urízar, quien también se desempeñó como presidenta de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE) entre los años 2012 y 2016, destacó en conversación con Energía Estratégica que el país ha avanzado en la creación de normativas innovadoras, incluyendo la reciente aprobación de la normativa de almacenamiento de energía que llega en el momento indicado: «Estamos contentos de que se haya aprobado la normativa de almacenamiento en respuesta a asuntos que hoy Guatemala está enfrentando», comentó, refiriéndose al esfuerzo por mantener la robustez de la red de transmisión y darle estabilidad a las fuentes intermitentes como eólica y solar.

En la diversificación estaría la clave. De acuerdo con la Asociación de Generadores con Energía Renovable (AGER), Guatemala tiene aún un 88% de su potencial de energías renovables por impulsar. Las cifras para la energía eólica y solar son reveladoras: de los 700 MW potenciales a partir de la cinética del viento, solo 107 MW están operativos y, con tecnología fotovoltaica, de un estimado de 7000 MW de capacidad solar, el país apenas cuenta con 523 MW instalados. Pero aquello no sería todo.

De los 5000 MW de energía hidráulica aprovechable, solo se han utilizado 1528 MW. Y en el caso de la energía geotérmica, de los 1000 MW disponibles, únicamente 34 MW están en operación. Durante su análisis Carmen Urízar, se detuvo en los últimos dos para realizar dos observaciones que permitirían destrabar todo su potencial.

Por un lado, mencionó que uno de los recursos más prometedores pero subexplotados en Guatemala es la energía geotérmica. «Hoy por hoy, prácticamente estamos aprovechando tan solo el 3% del potencial, y tenemos un potencial casi de 1,000 megavatios», observó Urízar. La energía geotérmica tiene la ventaja de ser una fuente base, lo que la convierte en un recurso extremadamente valioso para una matriz energética diversificada. «Es energía base que no contamina y está disponible las 24 horas del día», destacó.

Por otro lado, Urízar reconoce que la implementación de proyectos hidroeléctricos en Guatemala, a pesar de su gran potencial, no está exenta de desafíos. Uno de los principales obstáculos sería la oposición de las comunidades locales, especialmente en proyectos de gran envergadura: «El conflicto social puede retrasar los proyectos», advirtió. Por lo que cree que es necesario un enfoque integral que incluya a diversas instituciones del Estado, desde el sector eléctrico hasta los ministerios de Gobernación y Justicia, para garantizar un diálogo social eficaz y evitar aplazamientos innecesarios.

Estos tipos de recurso eólico y solar, con o sin baterías, sumado a hidroeléctricas y geotermia, no solo contribuiría a la seguridad energética del país, sino que también haría a Guatemala dar pasos firmes en pos de la sostenibilidad del sector eléctrico y la descarbonización de su economía.

«Aprovechar todo ese potencial no solo nos permitirá continuar con la diversificación eléctrica, sino también ser consecuentes con la transición energética y los objetivos frente el cambio climático con los que nos comprometimos internacionalmente», consideró Carmen Urízar.

De allí, la referente consultada enfatizó que posponer la licitación PEG-5 podría tener consecuencias negativas para el país. «Es un tema importante, los tiempos de la ejecución de la licitación son importantes», afirmó, destacando que retrasar este proceso puede generar una acumulación de necesidades de oferta energética que pondría en riesgo el abastecimiento a medida que la demanda crece.

«Tenemos que estar atentos como ciudadanos a que las licitaciones se hagan de manera oportuna cuando la calendarización de los planes de expansión de generación los necesitan. Y esto es algo que no sólo enfrenta Guatemala, también está ocurriendo en otros países de la región como en Honduras y Panamá. Cuando las licitaciones se van atrasando, eso afecta al país porque la demanda sigue creciendo y la oferta de repente se empieza a rezagar», concluyó Carmen Urízar, directora de Energy & Infrastructure Analysis Center (EIA Center) y presidenta de la Iniciativa de Mujeres en Energía de Centroamérica (IMEC).

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