En el marco de la transición energética mundial, América Latina y el Caribe enfrentan el reto de incrementar su capacidad renovable con miras al 2030 y 2050. Ricardo Gorini, jefe del Programa Renewable Energy Roadmap (REmap) de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), destaca que la región posee un potencial significativo, aunque señala que es vital mitigar riesgos de inversión e impulsar la integración regional para avanzar.

«La región tiene la oportunidad no solo de contribuir a su propio desarrollo, sino también de apoyar a otras regiones», comenta Gorini, destacando la importancia de incorporar la transición dentro de un enfoque estratégico tanto nacional como regional.

Gorini explica que IRENA se ha fijado una meta global de triplicar la capacidad de energías renovables para 2030. Sin embargo, aclara que no todos los países deben seguir un mismo ritmo; en cambio, cada región aportará según sus características y potencial.

«No se puede interpretar eso como que cada país tiene que hacer un tripling. Cada región tiene su contribución en términos de promover lo que es el 11.000 global», precisa Gorini. En América Latina, el foco está en superar obstáculos específicos, entre ellos la expansión de infraestructuras de transmisión y la regulación del mercado energético.

Intereses políticos en la integración regional

Un aspecto central en el avance de las energías renovables en América Latina, según Gorini, es la integración regional, un proceso que permitiría optimizar los recursos, reducir costos y mejorar la resiliencia frente a variaciones climáticas y de demanda.

Según el experto, «hay intereses políticos crecientes de la integración», y observa que los gobiernos de la región están reconociendo cada vez más el valor de una interconexión energética sólida.

En este contexto, Gorini remarca la importancia de no solo fomentar la generación de energías renovables, sino también de desarrollar toda la cadena de valor de la industria. Casos como el de Brasil, donde se han llevado a cabo subastas de transmisión y proyectos planificados con garantías de pago, sirven de ejemplo para atraer inversión en otros países de la región. «En Brasil tenemos claras las subastas de transmisión y generación… eso atrae el inversor, lo ve con menos incertidumbre», afirma Gorini, explicando que los esquemas de previsibilidad y protección al pago son fundamentales para reducir los riesgos percibidos por los inversores.

Reducir los riesgos para impulsar la inversión privada

A pesar del interés de los inversionistas en proyectos renovables en América Latina, persisten barreras importantes relacionadas con la estabilidad regulatoria y el «riesgo país», lo cual afecta el financiamiento. «Existen puntos de atención en el financiamiento, y eso pusimos en una tabla muy interesante en nuestros reportes del G20», menciona Gorini, refiriéndose a informes donde IRENA identifica riesgos y sugiere soluciones prácticas. Estos estudios realizados en colaboración con Brasil para el G20 ofrecen ejemplos concretos sobre cómo gestionar los riesgos en proyectos de transmisión, así como el éxito en la industrialización del sector eólico en el país.

Para Gorini, es esencial que los países de la región reduzcan barreras que limiten la inversión privada, asegurando que el impacto social sea positivo en el proceso. «Es importante tener un impacto social positivo, no a cualquier costo», advierte, reafirmando el compromiso de IRENA en apoyar una transición energética que sea inclusiva y sostenible.

Diversificación de fuentes de energía como pilar de la transición

Gorini subraya la relevancia de diversificar las fuentes de energía en América Latina, donde la solar fotovoltaica ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años. «La expansión de la generación distribuida es una explicación. Las empresas y los hogares están haciendo la inversión, y aquí, principalmente en Brasil, más de 10 gigas entraron», explica el especialista, refiriéndose a la competitividad de la energía solar y al atractivo de la inversión. Sin embargo, advierte que depender de una única fuente no es sostenible, y que es necesario integrar otras como la energía eólica, biomasa e hidráulica para garantizar un sistema robusto y balanceado. «Es muy importante la solar, muy importante la eólica, muy importante la biomasa, muy importante la hidráulica», enfatiza Gorini.

Si bien América Latina ha avanzado considerablemente en la incorporación de energías renovables, Gorini advierte que la región no debe conformarse. La transición energética global requiere de un compromiso constante y estrategias innovadoras que garanticen un crecimiento sostenido. «Ya hay un percentual muy elevado de renovables, pero que no sea el alumno que se acomode», reflexiona Gorini. A su juicio, América Latina tiene el potencial de consolidarse como un líder en energías renovables a nivel mundial, siempre y cuando mantenga su enfoque en la descarbonización, electrificación y eficiencia energética, promoviendo también el desarrollo de biocombustibles y otras fuentes renovables.

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