Donald Trump pateó el tablero del sector energético esta semana. Mientras las fichas se acomodan, consultores barajan escenarios posibles que den mayor claridad a inversionistas.
La declaración de emergencia energética en Estados Unidos fue uno de los aspectos mencionados por Trump el día de su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos de América. Este movimiento, acompañado de críticas hacia la política climática de la administración Biden y su anticipo de salida del Acuerdo de Paris, dio lugar a un replanteamiento de la transición energética.
«Lo más importante ahora para Trump es garantizar el acceso a energía competitiva a los consumidores», sostiene Arturo Carranza, director de proyectos de energía en Akza Advisors.
Carranza subraya que las medidas de impacto local tienen dos aspectos centrales: la agilización de permisos para la producción de hidrocarburos y la eliminación de regulaciones consideradas onerosas para la industria energética. Según el especialista, desde la perspectiva del presidente Trump estas medidas redefinen el enfoque de la transición energética.
«Lo central ahora es que vamos a tener que entender que la transición energética ya no solamente se entiende a partir de una mayor participación de generación renovable y limpia en los sistemas energéticos, sino a partir de la seguridad energética entendida como garantizar energía a los consumidores a precios competitivos», enfatiza.
En este contexto, Carranza destaca que el giro en la política energética estadounidense genera incertidumbre no solo en términos ambientales, sino también en el financiamiento de proyectos y las cadenas de suministro globales. «Habrá una desaceleración en la acción climática, lo que impactará la forma en que los gobiernos y las industrias toman decisiones relacionadas con la transición energética», añade.
México y la oportunidad en renovables
Para México, este cambio en la política estadounidense podría representar tanto retos como oportunidades. Carranza señala que la alta integración de los mercados energéticos en Norteamérica favorece la complementariedad entre los tres países de la región. «México exporta el 70% de su petróleo crudo a Estados Unidos, mientras que importa el 80% del gas natural y el 60% de los combustibles refinados desde allí», repasa Carranza.
Esta interdependencia sería clave para aprovechar el contexto y atraer inversiones hacia proyectos de energías renovables en México. «Si Trump detiene el arrendamiento de tierras para proyectos eólicos en Estados Unidos, México puede resultar atractivo para estas inversiones, siempre y cuando ofrezca certeza jurídica y reglas claras», sostiene el referente de Akza Advisors. Este planteamiento pone en relieve la necesidad de que el gobierno mexicano fomente un marco regulatorio favorable para captar capital en un mercado global más competitivo.
En este contexto, el liderazgo de Claudia Sheinbaum en la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos podría desempeñar un papel crucial para brindar certidumbre a los inversionistas en energías renovables, su experiencia académica y de gestión de política pública vinculada a impulsar proyectos de energía solar y medidas de mitigación y adaptación al cambio climático podría fortalecer la posición de México en la carrera a las cero emisiones.
«Lo que tendrá que hacer la presidenta de México es construir reglas claras para la participación privada, de manera que las inversiones nacionales y norteamericanas vean a nuestro país como una opción segura», señala.
Algunas señales de que esto podría ocurrir están a la vista. La Estrategia Nacional del Sector Eléctrico publicada a finales de noviembre anticipa que la iniciativa privada «podrán adicionar generación de energía renovable de entre 6,400 MW a 9,550 MW al 2030» y sienta las bases para una mayor expansión de la energía solar y almacenamiento energético para la generación distribuida en autoconsumo y abasto aislado.
Guerra comercial versus complementariedad de mercados
Otra dimensión es el impacto de aranceles anunciados en un 25% a productos provenientes del mercado mexicano y canadiense, sumado a un porcentaje superior para aquellos provenientes del gigante asiático. Según repasa el consultor hay una impresión del gobierno de Estados Unidos negativa con respecto al papel de sobre todo de China en las cadenas de suministro en el sector energético, pero también lo cierto es que también para Trump la prioridad es que los precios de la energía en Estados Unidos no se incrementen, por lo que no cree que los aranceles se fijen para socios comerciales como México y Canadá en este sector estratégico como el energético.
«La integración y complementariedad de los mercados energéticos en la región favorecen decisiones coordinadas para garantizar precios bajos y accesibles para los consumidores», afirma. Esta colaboración sería esencial para mantener la estabilidad en un sector crítico.
«Las cadenas de suministro en el sector energético en Estados Unidos dependen del suministro que llega de Canadá en términos de recursos minerales principalmente, y de ciertos productos manufacturados en México que son sus socios comerciales. Entonces, en esa misma tesitura, uno podría pensar que el establecimiento o la imposición de ciertos aranceles a productos de otros países que participan en la cadena de suministro energético en Estados Unidos implicaría un incremento en los costos finales para los consumidores y, por la prioridad que tienen los consumidores en el tema energético en Estados Unidos, yo no observo que vayan a poner aranceles a productos que están integrados en las cadenas de proveeduría de productos energéticos en Estados Unidos», explica Carranza, compartiendo una postura que refuerza la necesidad de que México diversifique su oferta y fortalezca su posición como proveedor confiable en el mercado energético regional.
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