El posicionamiento de Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos en contra de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y criticó las iniciativas para mitigar el cambio climático, encendió las alarmas dentro del sector.

No sólo por un nuevo discurso negacionista por parte del mandatario argentino, sino también porque se especuló que podría seguir los pasos de Donald Trump y que Argentina también renunciaría al Acuerdo de París. 

Sin embargo, esta decisión pareciera haber dado marcha atrás oficialmente, ya que desde las esferas de la Subsecretaría de Ambiente de la Nación anticiparon que no se piensa en abandonar los compromisos asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) del año 2015.

“Se elaboró un cuadro en el que se le explicó al Poder Ejecutivo por qué sería contraproducente para Argentina no cumplir o renunciar al Acuerdo de París”, explicaron fuentes cercanas a Energía Estratégica.

“Por lo que si Milei está pensando en salir del Acuerdo, estará trabajando con gente que no está en la Secretaría de Ambiente, porque al menos las autoridades oficiales no están trabajando en un plan B por fuera”, añadieron aludiendo que de tomarse la medida, el gobierno estaría a contramano del debate global y podría afectar nuevas inversiones en el país en el camino de la transición energética.

Incluso, desde la Dirección de Desarrollo Sostenible y Gestión Climática prevén avanzar con una mesa de trabajo para las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) para el 2025, enfocada en la realidad de los sectores, los gobiernos subnacionales y el interés de la comunidad con énfasis en la implementación de soluciones integradas.

Y cabe recordar que Argentina ratificó el Acuerdo de París en el año 2016 a través de la Ley Nº. 27270 y para cumplir con los compromisos asumidos presenta regularmente sus inventarios y sus NDC. 

Esto significa que la baja de Argentina del tratado internacional sobre el cambio climático deterioraría las posibilidades del país ya que violaría las reglas del derecho (al ser un tratado jurídicamente vinculante) y correría con desventajas al no ajustar su producción a los pactos internacionales.

Aunque es preciso aclarar que la salida no resultaría sencilla debido a la dependencia de créditos de organismos multilaterales, que en ciertos casos poseen cláusulas de protección medioambiental. 

Un ejemplo de ello es que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) incluía una cláusula de cambio climático, sumado a que el Banco Mundial, a través de sus Development Policy Loans (préstamos para el desarrollo de políticas), también condiciona su financiamiento a la implementación de políticas específicas, con los objetivos propuestos por el FMI.  

Asimismo, el ex-presidente Alberto Fernández planteó, en 2021, que la deuda con el FMI sea canjeada por acciones climáticas, que mitiguen la emisión de gases de industrias contaminantes, para salir de la “crisis generalizada de deuda”, a la par que convocó a identificar avances en tecnologías limpias como bienes públicos globales, fortalecer el concepto de “multilateralismo ambiental”, y solicitó acuerdos de transferencia tecnológica para la adaptación ecológica y liberación de las patentes de tales bienes necesarios para impulsar la adaptación al cambio climático.

A ello se debe añadir que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también aprobó líneas de crédito condicionales proyectos de inversión, con el objetivo de promover la descarbonización del sector energético en Argentina.

Por lo que, resta conocerse si Milei seguirá las sugerencias de la Subsecretaría de Ambiente para no perder financiamiento e interés internacional o si seguirá la misma decisión que Trump respecto a la renuncia del Acuerdo de París. Pero de retirarse, Argentina se uniría a Estados Unidos, Irán, Libia y Yemen como los únicos integrantes de las Naciones Unidas que no forman parte del tratado. 

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