Vaca Muerta es hoy una política de Estado de la Argentina. Y eso es un logro de muchos, no tan solo de los que confiamos en este proyecto desde el primer minuto, allá por 2007, sino también de aquellos que se han ido sumando, aun habiendo sido opositores en el comienzo.
Vaca Muerta es un proyecto que diseñó e impulsó Neuquén, una provincia gobernada por un partido provincial. Fue acompañado por un gobierno nacional de un signo político y continuó siendo apoyado por otro gobierno nacional de un signo político distinto.
Los resultados están a la vista. Vaca Muerta comienza a convertirse en una de las herramientas para la generación de divisas, para resolver el “talón de Aquiles” de nuestra economía nacional, que subyace en los constantes ciclos de crecimiento y crisis que abruman a nuestro país.
Actualmente se producen cerca de 85.000 barriles diarios de petróleo no convencional y nuestro objetivo es llegar a 500.000 barriles diarios en 5 años. Este invierno nos acercaremos al récord histórico en producción de gas natural. Ya somos exportadores, abasteciendo el 40 por ciento de la demanda chilena. Y en los próximos meses seremos exportadores regulares de petróleo liviano.
Entre este año y el próximo se van a exportar desde Vaca Muerta petróleo y gas por más de US$2100 millones. Este año, entre las inversiones extranjeras directas, las exportaciones, las sustituciones de importaciones energéticas y la disminución de los subsidios, Vaca Muerta va a generar US$10.000 millones en divisas. Esa cifra crecerá año a año.
La Nación -vía impuestos y derechos de exportación-, la provincia del Neuquén -a través de las regalías e impuestos provinciales- y las demás provincias argentinas -por medio de la coparticipación federal de impuestos- ya perciben una nueva renta, que es de más del 50% de la facturación bruta del gas y del petróleo de Vaca Muerta, para ser invertidos en educación, salud, seguridad y obras públicas. Hoy Vaca Muerta ya está caminando, pero necesitamos que vaya más rápido y para eso aún nos quedan tareas por delante.
Cuando una operadora decide invertir en Vaca Muerta, lo hace luego de haber comparado la rentabilidad que le va a brindar esa inversión respecto de otras cuencas. Con esa finalidad se evalúan los costos, la productividad de los pozos, los riesgos, la seguridad jurídica. La posibilidad de acelerar el desarrollo de Vaca Muerta depende de la capacidad que tengamos de atraer nuevos inversores que aporten capital para invertir, y para eso es imprescindible que les abramos las puertas y brindemos estabilidad jurídica y económica, que bajemos el costo de este capital disminuyendo el riesgo de invertir en la Argentina. Una ley nacional que brinde estas seguridades se hace imprescindible.
Debemos seguir trabajando para lograr una mejora permanente en la productividad y ampliar la demanda llegando a nuevos mercados. Es imprescindible en el corto plazo continuar ganando mercados regionales para nuestro gas y, en el mediano plazo, construir plantas de LNG que nos permitan abastecer a mercados lejanos como China, sudeste asiático y la India.
El desarrollo de Vaca Muerta requiere de fuertes inversiones en materia de infraestructura vinculada a la logística (vial, ferroviaria) y social (viviendas, escuelas, hospitales), para atender la fuerte afluencia de migrantes que estamos viviendo en Neuquén. Es imposible que esto pueda hacerlo por sí solo el Estado provincial con su presupuesto. Es necesario el concurso del Estado nacional y de inversores privados.
El cuidado del medio ambiente es irrenunciable para la provincia del Neuquén. Esto, junto con el desarrollo de una cadena regional de proveedores y la consigna de ganar -ganar para el Estado nacional, el provincial, los municipios, los trabajadores y las empresas-, son las llaves del éxito de este proyecto de desarrollo. Haber conseguido que Vaca Muerta sea posible y rentable en la Argentina es prácticamente un milagro. Hace diez años en Neuquén no había un solo pozo shale. Hoy estamos frente a una potencial revolución energética, fundamental para cambiar nuestra historia. Pero también tenemos nuevos sueños: industrializar en origen nuestro gas y petróleo y potenciar las inversiones en energías limpias. El desarrollo de Vaca Muerta no tiene un límite y es irreversible, pero es fundamental la voluntad que tengamos como sociedad, sin distinción de banderías políticas, de llevarlo adelante. No podemos permitirnos fracasar.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/la-llave-del-desarrollo-argentino-nid2269887