A pesar del potencial que tiene México para la producción de hidrogeno verde, TÜV Rheinland la empresa europea especializada en calidad, seguridad y sustentabilidad aplicada en diferentes sectores alerta que México se encuentra retrasado 15 años en la industria de hidrógeno verde frente a países como Alemania y EUA.

En este marco, México debe ser parte, no sólo como productor sino como generador de normativas apropiadas al mercado e incentivador de las certificaciones para que el país pueda convertirse en un líder regional en energía limpia.

En conversaciones con Energía Estratégica, Danae Díaz, Gerente de Servicios Ambientales y Energía de TÜV Rheinland México destaca: “Cada vez más cobra relevancia la producción de hidrógeno verde como alternativa y específicamente en México es fundamental fortalecer el mercado de este combustible”. 

“Estamos en el momento perfecto para avanzar hacia esa transformación; ya que se estima que para el 2030 en México la producción de hidrógeno verde podría tener costos inferiores hasta un 64% frente a otros países que no tienen el mismo potencial energético”, agrega.

Según la especialista, la industria podría tener inversiones de aproximadamente 60 mil millones de dólares y generar alrededor de tres millones de empleos lo cual facilitaría la comercialización interna y su exportación a los países vecinos como Estados Unidos.

Los retos que enfrenta el sector

No obstante, desde la empresa experta en certificaciones para hidrógeno verde alertan los grandes desafíos que enfrenta el sector para impulsar este vector energético.

“Una de las complicaciones que están atravesando las empresas es la demora en la entrega de electrolizadores. La demanda ha crecido tanto y sumado al desorden que generó la pandemia se está tardando 8 meses en obtener los equipos. Desafortunadamente, eso retrasa los procesos de certificaciones”, explica.

A su vez, el costo de producir hidrógeno verde sigue siendo alto, ya que de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, se estima que cada kilo de hidrógeno verde cuesta entre tres y siete dólares, mientras que el hidrógeno azul (proveniente del gas natural), va de 1.5 a 2.9 dólares y el marrón (extraído del petróleo) oscila entre 1.2 y 2.2 dólaresNo obstante, es el Hidrógeno Verde el que cuenta con mayor demanda en mercados europeos por lo que vale la pena producirlo.

Díaz cree que es fundamental que se aborden los desafíos sobre normatividad y certificación que se requieren para sentar las bases de esta industria, con el objetivo de incentivar la competitividad y posicionar al país como un productor de combustibles con bajo impacto ambiental.

Si bien se presentó un proyecto de decreto para impulsar el mercado del hidrógeno verde en el país, el cual busca crear, instrumentar y promover un programa nacional de uso de este combustible, no se debe olvidar que en caso de ser aprobado, la política nacional respecto a la utilización será planteada seis meses después, así que habría que retomar casos de éxito de otros países para tomar las mejores prácticas e implementarlas en México, considerando los aspectos sociales, económicos y medioambientales del país.

“Se trata de tomar como referencia los aprendizajes y acciones que han tenido en otras latitudes sin copiar su metodología, ya que de lo contrario se limitaría la industria en México y se desarrollarían otros desafíos a largo plazo que provocan un bache en el crecimiento de este combustible“, enfatiza la experta.

En tanto al reto de incentivar la certificación para las empresas, explica: “En TÜV Rheinland generamos un estándar denominado ‘TÜV Rheinland standard H2.21 Renewable and Low-Carbon Hydrogen Fuels‘, el cual fue aprobado tanto por la Comunidad Europea como por la entidad acreditadora alemana DAKKs”.

“Este estándar, cuya nueva versión se aplica a partir de este año, es una base para que las empresas puedan demostrar, por medio de una verificación, el cumplimiento de requisitos para poder comercializar el hidrógeno producido como „Renovable“ o como de „Bajo Carbono“ y sus denominaciones Verde“ o „Azul“ dependiendo de sus caracteristicas, asi como usar este estándar para otros gases como Amonia con la posibilidad de obtener la misma certificación“, añade.

Esta certificación, que tiene una vigencia de tres años, considera nuevos límites de emisiones y su ámbito de aplicación aumenta a los derivados del hidrógeno (por ejemplo, amoníaco, metano y metanol); asimismo, ayuda a las empresas productoras de hidrógeno verde a comercializarlo, ya que pueden brindar la certeza a sus clientes de que el combustible fue generado realmente a través de fuentes renovables de energía.

“El gran obstáculo sobre la certificación es que se realiza de manera voluntaria, es decir, las empresas productoras no están obligadas a realizarla, ni las compañías compradoras están acostumbradas a solicitarla a sus proveedores; por lo que se requiere reforzar el compromiso ambiental y económico que tienen las diferentes industrias para que la voluntad se convierta en una responsabilidad adquirida con mayor frecuencia“, enfatiza Danae Díaz.

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