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Por Antonio Rossi 28/12/15
Bajo el paraguas de la emergencia energética, el nuevo titular de la empresa estatal Enarsa, Hugo Balboa ha comenzado delinear dos movidas para reforzar el suministro eléctrico que, a priori, prometen sacudir el tablero y desatar alguna que otra polémica.
La primera jugada que tiene en carpeta la flamante conducción de Enarsa apunta a cerrar un acuerdo comercial para empezar a importar gas desde Chile. Se destinaría a compensar la falta de crecimiento de la producción gasífera local y la suba de la demanda que se espera para 2016. Ese suministro externo se sumaría a las actuales importaciones de gas Bolivia –que Evo Morales amenaza con cortar por las facturas impagas que dejó la gestión K.—y a los barcos de GNL que llegan a Bahía Blanca y Escobar.
La segunda medida en las gateras es el reflotamiento de la licitación de las pequeñas y medianas usinas térmicas que forman parte del plan de “Generación de Energía Eléctrica Distribuida” (GEED). Se trata del programa GEED VIII que no alcanzó a poner en marcha la anterior administración de Enarsa y que busca incorporar unos 1.000 MW de potencia para cubrir los puntos críticos de abastecimiento eléctrico que se registran en la región metropolitana, el interior bonaerense, Santa Fe, Córdoba y el NEA.
En lo que respecta a los negocios con Chile, Balboa –tras obtener el visto bueno del ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren—inició los primeros sondeos con representantes trasandinos para poder importar gas natural por los gasoductos binacionales del NOA.
Dichos gasoductos –Atacama y Norandino—están conectados con la terminal regasificadora de Mejillones y pueden despachar hasta 10 millones de metros cúbicos diarios hacia el sistema gasífero nacional.
La alternativa que maneja Balboa es que Enarsa salga a contratar la provisión de barcos de GNL que llegarían a la planta chilena de Mejillones. Ahí, tras pasar por el proceso inverso a la licuefacción, el gas se inyectaría en los gasoductos y arribaría a los puntos de entrega del lado argentino.
Si bien la medida no tendría mayores reparos por el beneficio económico que implica para el país sustituir combustibles líquidos caros por gas más barato, varios especialistas energéticos pusieron sobre el tapete un aspecto de la operación que podría generar ruidos.
Enterada de los planes de Enarsa, en los últimos días la trader Kolmar AG comenzó a mover sus fichas para arrimar ofertas en caso de que avance la vía de importación de Chile
Esta trader presenta dos datos salientes. El primero es que cubre casi todos sus contratos con GNL suministrado por Shell, la ex empresa de Aranguren que ahora se ha convertido en la principal proveedora mundial de ese combustible tras la compra de su competidora British Gas (BG).
La segunda arista significativa es el hecho de que el timonel local de Kolmar AG es socio y comparte negocios con Balboa.
Se trata de Eduardo Ganso, quien junto con el titular de Enarsa, es dueño de: Odoi SRL (dedicada a la explotación agropecuaria, cultivo de frutas y transporte de cargas) y Medcap SA (cuyo objeto social es la explotación comercial y administración de clínicas, sanatorios y centros de belleza).
Por el lado de las usinas de Generación Distribuida (también conocidas como “Energía Delivery”), la intención es sacar la licitación a la calle en 60 días, una vez que quede acordada la llegada del gas desde Chile.
El negocio en juego implicará para el Estado el desembolso de alrededor de US$ 1.000 millones en un período de tres años. A diferencia de las anteriores licitaciones donde se aceptaban máquinas de bajo porte, en este caso la idea de los funcionarios de Enarsa es admitir solo usinas nuevas y con una potencia piso que no baje de los 25 MW.
Con esta modificación, las que quedarían mejor posicionadas por las características de sus generadores serían las empresas General Electric (GE), APR Energy y Agrekko.
Mientras tanto, la distribución de los cargos en el nuevo directorio de Enarsa dejó un dato de color muy llamativo. Como directora suplente por las acciones clase A quedó designada la escribana Marta Amelia Cascales, la mujer del polémico ex Secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Si bien es un puesto “testimonial” porque no cobra honorarios, ni participa de las reuniones de directorio, la inclusión de Cascales (actual socia de la esposa de Julio De Vido, Alessandra Minnicelli en la consultora Fonres) constituyó una sorpresa política, no solo por lo que representa como referente K., sino también por el fuerte enfrentamiento que tuvo Moreno con Aranguren que ahora es el máximo responsable de lo que pasa en Enarsa.