EE.UU. está teniendo récords de producción de petróleo y gas. El dato podría ser meramente estadístico, pero adquiere especial relevancia en el contexto de las disertaciones y conversaciones que tendrán lugar esta semana en el CERAWeek by S&P, el principal evento energético del planeta que se realizará esta semana en Houston. La producción estadounidense contribuyó a limitar los intentos de la Organización de Países Exportaciones de Petróleo (OPEP) por mantener los precios del crudo más cerca de los US$ 100 por barril. No obstante, el eventual plateau en la producción de shale oil y la reciente suspensión en nuevos permisos de exportación de Gas Natural Licuado (GNL) plantean interrogantes sobre el equilibrio futuro entre estos dos polos del poder petrolero a nivel global.

¿La OPEP volverá a tener el protagonismo de antaño, cuando tenía un poder de incidencia mucho mayor sobre los precios internacionales del petróleo? Importantes players de la industria estadounidense señalaron en la pasada edición del CERAWeek que el plateau en la producción del shale oil en EE.UU. puede inclinar la balanza de poder nuevamente para el lado del grupo de exportadores de petróleo.

“La participación de mercado de la OPEP probablemente crezca de un 30% hoy a un lugar cercano al 50 %”, pronosticó el año pasado el director ejecutivo de ConocoPhillips, Ryan Lance. En la misma línea, Scott Sheffield, ex CEO de Pioneer Natural Resources, una de las principales petroleras independientes de EE.UU., que en octubre pasado fue adquirida por ExxonMobil, había señalado cuáles serán los países que estarán a cargo de la producción por los próximos 25 años. “Arabia Saudita primero, Emiratos Árabes Unidos segundo, Kuwait tercero”, dijo en marzo de 2023.

Producción y exportaciones

La producción estadounidense se encuentra por encima de los 13 millones de barriles diarios. Pese a que EE.UU. sigue siendo un importador neto de crudo, sus exportaciones de crudo fueron récord el año pasado, con un promedio de más de cuatro millones de barriles diarios según la Administración de Información Energética (EIA).

La administración del presidente Joe Biden garantizó que EE.UU. seguirá siendo un proveedor confiable de energía. Las exportaciones de LNG a Europa permitieron reemplazar buena parte del gas de Rusia en poco tiempo. Biden incluso resistió presiones dentro de su propio partido para limitar las exportaciones de LNG cuando el precio spot del gas en el NYMEX llegó a cerca de US$ 10 por MMBTU en 2022.

No obstante, la reciente decisión de frenar el otorgamiento de nuevos permisos de exportación de LNG generó ruido en la industria y en los clientes en el extranjero. La duración y el significado real de esta suspensión será uno de los temas de discusión esta semana en Houston.

Velocidad de la transición energética

En cualquier caso, la variable central en el futuro equilibrio de poder será la demanda efectiva de petróleo en un mundo que, en lo formal, promete avanzar hacia la transición energética. En los hechos, los pronósticos de demanda de la OPEP y de entidades como la Agencia Internacional de Energía (IEA) son distintos.

La creciente oferta de vehículos eléctricos le esta poniendo un techo al crecimiento de la demanda mundial de naftas. Para EE.UU., esto configura un probable escenario de mayores exportaciones de crudo, dependiendo de la evolución en la demanda de gasoil. EIA pronostica un crecimiento leve en la demanda interna de gasoil en 2024 y 2025.

La OPEP en su último reporte pronosticó que la demanda mundial de petróleo aumentará en 2,25 millones de barriles diarios en 2024 y en 1,85 millones en 2025. El bloque de países exportadores y aliados, el esquema OPEP+, decidió prolongar hasta junio los recortes voluntarios de producción, en un intento por frenar la baja en los precios internacionales. IEA revisó levemente al alza el crecimiento en la demanda de crudo para este año pero sigue estando por debajo del pronóstico OPEP: 1,3 millones de bpd en 2024.

Sudamérica, el nuevo mini polo petrolero

Otro tema que tendrá relevancia en el CERAWeek 2024 son las proyecciones de crecimiento en la producción y exportación de crudo en Sudamérica. Guyana, Brasil y tal vez la Argentina son países que podrían liderar un proceso regional que, en un buen escenario, podría sumar un piso de cuatro millones de barriles diarios a la oferta global de crudo para el 2030, sin contar el consumo interno propio de estos países y el aporte de Venezuela, hoy limitado por su estancamiento interno.

Las previsiones para Guyana indican que podría alcanzar una producción de 1,2 millones de bpd en 2027. En Brasil, el Instituto Brasileño del Petróleo y Gas (IBP) prevé que la producción nacional llegará a 5,4 millones de bpd en 2030. Las proyecciones para la Argentina son muy diversas, pero de la mano de Vaca Muerta la industria está en condiciones de incrementar en los próximos cuatro años la producción a un millón de barriles diarios y más inclusive si avanzan los proyectos de infraestructura y hay mayores certezas para la inversión.

, Nicolás Deza