El GNL está redefiniendo el panorama energético de América Latina, ofreciendo una solución intermedia hacia un futuro más sostenible. La región tiene el potencial de convertirse en un líder global, tanto en producción como en consumo, siempre que logre superar sus desafíos internos y capitalizar sus ventajas competitivas. Con una inversión continua en infraestructura, innovación tecnológica y sostenibilidad, América Latina está en el camino correcto para consolidarse como un pilar en el mercado global de GNL.
En un escenario global cada vez más comprometido con la transición hacia energías limpias, el gas natural licuado (GNL), se erige como un actor clave para garantizar la seguridad energética y la sostenibilidad. América Latina, rica en recursos naturales y con una geografía diversa, desempeña un papel fundamental en este contexto, tanto como importador como exportador de GNL.
La importancia global del GNL también radica en su flexibilidad para adaptarse a las necesidades de distintas regiones y sectores.
Desde su capacidad de cubrir la demanda pico de invierno en países templados hasta su rol en la generación de energía en regiones con limitadas opciones renovables, el GNL se ha convertido en un recurso estratégico. Además, su transporte por buques permite llegar a mercados donde las infraestructuras tradicionales de gas no existen, ampliando así su relevancia.
Contexto global del GNL
En 2023, el comercio global de GNL alcanzó un récord de 401 millones de toneladas (Mt), lo que representa un incremento del 2,1% respecto al año anterior. Este crecimiento refleja el aumento en la demanda de fuentes de energía más limpias y flexibles, impulsado por la transición energética global. Estados Unidos, Australia y Qatar se consolidaron como los principales exportadores, mientras que China, Japón y Corea del Sur lideraron las importaciones. En este contexto, América Latina y el Caribe aportaron el 2,9% del comercio global, un porcentaje modesto pero en ascenso constante.
Importaciones de GNL en América Latina
Actualmente, América Latina cuenta con 12 terminales de importación de GNL: dos en Chile, ocho en Brasil, una en Colombia y una en Argentina.
Esta infraestructura, que incluye 10 unidades flotantes de almacenamiento y regasificación (FSRUs) y dos terminales terrestres en Chile, es crucial para mantener el suministro de energía durante períodos de condiciones climáticas extremas.
En 2023, las importaciones de GNL en América Latina y el Caribe crecieron un 15% respecto al año anterior, impulsadas por la necesidad de complementar la generación hidroeléctrica y garantizar el suministro energético en países como Chile, Argentina y Puerto Rico.
Chile se mantuvo como el mayor importador de la región, con 2,5 Mt anuales. Sin embargo, registró una ligera caída del 2,3% debido a su transición hacia energías renovables.
A pesar de ello, el GNL sigue siendo vital para estabilizar su matriz energética, especialmente durante períodos de baja generación solar o eólica.
Argentina incrementó sus importaciones en un 11,1%, alcanzando 0,5 Mt, a pesar de contar con mayores reservas de gas natural. Este crecimiento se explicó por la necesidad de cubrir fluctuaciones en la demanda interna, especialmente durante el invierno.
Puerto Rico experimentó un crecimiento espectacular del 67,8%, alcanzando 1,7 Mt gracias a la puesta en marcha de una planta de energía de 150 MW.
Otros países como Colombia, El Salvador y Panamá también mostraron aumentos significativos en sus importaciones debido a factores climáticos y competitividad de precios. Colombia, por ejemplo, casi multiplicó por diez sus importaciones debido a la sequía inducida por el fenómeno de El Niño, que afectó su generación hidroeléctrica. Por otro lado, Brasil registró la mayor caída en importaciones, pasando de 1,9 Mt a 0,7 Mt, favorecida por condiciones hidroeléctricas positivas.
Exportaciones de GNL desde América Latina
América Latina también destaca como exportadora de GNL, con países como Perú, Trinidad y Tobago, y más recientemente, Argentina, liderando esta actividad. En 2023:
Perú incrementó sus exportaciones en un 10,6%, consolidándose como un proveedor confiable en el mercado global. La planta de Pampa Melchorita, con una capacidad de 4,45 Mt/año, sigue siendo una de las instalaciones más eficientes de la región.
Trinidad y Tobago, por el contrario, redujo sus exportaciones un 3,9% debido a ajustes en la oferta y mantenimiento de sus instalaciones.
El caso argentino
Vaca Muerta sigue siendo el pilar central de la producción de gas natural en Argentina, representando el 65% de la producción total del país.
En los últimos años, ha recibido una inversión récord de US$10.000 millones, consolidándose como un actor clave en la producción de gas natural en la región. La producción total de gas natural en Argentina es de aproximadamente 150 Mcm/día.
La ampliación del Gasoducto Perito Francisco Pascasio Moreno (anteriormente conocido como el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner) ha aumentado significativamente la capacidad de transporte de gas natural en Argentina.
Este desarrollo financiado con el impuesto a las grandes fortunas, contribuyó a reducir las importaciones de GNL y aumentar sus capacidades de exportación. Se prevé aumentar las exportaciones de gas natural a Chile a aproximadamente 10 Mcm/día y se está explorando la posibilidad de reanudar exportaciones a Brasil.
En noviembre de 2024, Argentina completó el proyecto de Reversión del Gasoducto del Norte, permitiendo el suministro de gas de Vaca Muerta a siete provincias del norte y reduciendo la dependencia de las importaciones desde Bolivia.
Aunque el proyecto enfrentó retrasos, lo que resultó en una reanudación temporal de las importaciones de gas boliviano, representa un avance importante hacia la autosuficiencia energética y la mejora de las capacidades de exportación.
¿Y las inversiones?
No obstante, y pesar de la urgente demanda global de energía, las grandes multinacionales, incluidas las europeas, han evitado comprometerse con inversiones significativas en infraestructura de Gas Natural Licuado (GNL) en Argentina.
La volatilidad política y regulatoria del país es uno de los principales argumentos de los potenciales inversores.
Además, los cambios impredecibles en normativas y control de precios, ha erosionado la confianza de los ejecutivos.
La intervención estatal y las restricciones a la repatriación de capitales refuerzan esta incertidumbre, mientras que las limitaciones en los permisos de exportación y la imposibilidad de firmar contratos de suministro a largo plazo dificultan la viabilidad de proyectos de gran envergadura.
En un sector que exige estabilidad y planificación estratégica, estos factores resultan disuasorios para los inversionistas internacionales.
Con la sanción de la “Ley Bases” y la inclusión del El Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) cuyo objetivo es promover el desarrollo económico, la competitividad y la estabilidad económica, se prevé un aumento de la inversión privada.
Un tigre en retirada
A pesar de estos obstáculos, avanzó un proyecto de inversión de US$ 30.000 millones pensado entre YPF y la malaya Petronas, para la construcción de una planta de Gas Natural Licuado (GNL) en Bahía Blanca. El proyecto se trabajó durante casi 8 años hasta que la malaya, inesperadamente, decidió retirarse del proyecto.
Aunque no hubo explicación oficial, la impericia política y las posiciones extremas adoptadas por el gobierno de Javier Milei persuadieron a los malayos de suspender el proyecto. La decisión arbitraria del presidente Javier Milei de mudar el lugar de construcción del proyecto de Bahía Blanca a Rio Negro -a pesar de años de trabajo y de la elaboración de finos números- detonó la relación con los inversores malayos.
¿Hubo presiones internacionales para detonar el acuerdo? Imposible saberlo, pero no es una conclusión desatinada, pero el alineamiento del gobierno de Javier Milei con Israel, en contraste con la postura pro-palestina de Malasia, y la renuncia de Argentina a unirse al bloque BRICS, también hayan influyeron en la decisión. Todo ello refleja cómo las decisiones políticas y geopolíticas pueden afectar la concreción de inversiones clave.
A ello se suman los desafíos macroeconómicos estructurales que afectan a la Argentina.
La persistente inflación, la volatilidad cambiaria y el alto riesgo de default han convertido al país en un destino financiero poco atractivo, encareciendo el crédito y restringiendo el acceso a financiamiento internacional.
En contraste, mercados como Estados Unidos, Qatar y Australia ofrecen reglas de juego más claras y un horizonte de estabilidad que favorece el desarrollo del GNL. Incluso en Sudamérica, Brasil y Guyana han logrado captar mayores flujos de inversión en el sector energético, desplazando a Argentina como un potencial nodo exportador de gas.
La Ley Bases busca generar un marco más predecible y atractivo para la inversión privada, especialmente en sectores estratégicos como el energético.
En teoría, ofrece incentivos clave, como estabilidad fiscal y contractual, reducción de cargas impositivas y mayor seguridad jurídica para los inversores. Estas medidas podrían mejorar la percepción de Argentina como destino de inversiones en infraestructura de GNL, facilitando la firma de contratos de largo plazo y asegurando la repatriación de capitales, dos de los principales obstáculos que han frenado el interés de las multinacionales.
Sin embargo, su efectividad depende de la implementación real y del nivel de confianza que genere en el sector privado. A pesar de sus disposiciones favorables, persisten dudas sobre su capacidad para garantizar estabilidad en el tiempo, especialmente si futuros gobiernos revierten sus medidas o introducen cambios regulatorios.
Además, la Ley Bases no resuelve por sí sola los problemas estructurales de la economía argentina, como la inflación crónica, el acceso restringido a divisas y el alto riesgo país, factores que siguen encareciendo el financiamiento de grandes proyectos.
Apuesta de Golar
A pesar de los tropiezos, no todo es desconfianza. La noruega Golar GNL, en colaboración con Pan American Energy (PAE), lleva adelante un ambicioso proyecto para exportar Gas Natural Licuado (GNL) desde Argentina. El plan contempla la instalación del buque de licuefacción flotante “Hilli Episeyo” en el Golfo San Matías, provincia de Río Negro, con una capacidad de producción de 2,4 millones de toneladas anuales de GNL, equivalentes a 11,5 millones de metros cúbicos diarios de gas natural. Se prevé que las operaciones comerciales comiencen en 2027.
Pampa Energía se ha sumado al proyecto, adquiriendo una participación del 20% en Southern Energy, la empresa creada por PAE y Golar para llevar adelante esta iniciativa. Pampa se compromete a suministrar el 22,2% del gas natural necesario desde sus yacimientos en la cuenca neuquina, donde se encuentra la formación Vaca Muerta. La inversión total estimada para los próximos diez años es de US$ 2.900 millones. YPF, también anunció planes para unirse a esta iniciativa para exportar gas a partir de 2027.
Más allá de la incertidumbre económica y política, la falta de infraestructura adecuada y de asociaciones estratégicas con actores globales también ha frenado el avance del GNL en el país. La ausencia de plantas de licuefacción operativas y la necesidad de modernizar el sistema de transporte de gas elevan significativamente los costos iniciales.
YPF, a pesar de sus esfuerzos por atraer socios extranjeros, no ha logrado consolidar alianzas decisivas, no obstante, el presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, culminó recientemente una gira de más de 20 días por países de Asia, enfocada en promover el proyecto “Argentina GNL”. Durante este recorrido, YPF acercó posiciones para eventuales acuerdos de exportación de hasta 15 millones de toneladas anuales de gas natural licuado (GNL), lo que representaría ingresos estimados en US$ 7.000 millones anuales para el país.
Proyectos sudamericanos
La región está viendo un auge en proyectos de infraestructura GNL, que abarcan desde plantas de licuefacción hasta terminales de regasificación:
Acajutla GNL, El Salvador: Iniciado en 2022, combina regasificación con generación eléctrica, con una capacidad de 2,1 Mt/año.
Energy Costa Azul, México: Un proyecto de licuefacción con capacidad de 12,4 Mt/año en su segunda fase, liderado por Sempra Infrastructure.
Atlantic GNL, Trinidad y Tobago: Operativo desde 1999, este complejo cuenta con una capacidad total de 14,8 Mt/año.
En paralelo, países como Guyana y Surinam están explorando proyectos de licuefacción para monetizar sus recientes hallazgos de hidrocarburos.
El proyecto conjunto Guyana-Suriname GNL, con una capacidad proyectada de 12 Mt/año, podría consolidarse como un nuevo actor en el mercado global.
Oportunidades
A pesar del progreso, la región enfrenta algunos retos significativos. La volatilidad de los precios internacionales, los conflictos sociales y las barreras regulatorias son algunos de los obstáculos que podrían limitar el desarrollo del sector. Sin embargo, también existen oportunidades, como la expansión de mercados emergentes y el crecimiento de la demanda en Asia y Europa, que podrían consolidar a América Latina como un actor clave en el mercado global de GNL.
Innovación
y sostenibilidad
La transición energética en América Latina también está impulsada por la innovación tecnológica. El desarrollo de unidades flotantes de almacenamiento y regasificación (FSRU, por sus siglas en inglés) ha sido clave para reducir los costos y aumentar la eficiencia. Estas unidades permiten a los países importar GNL de manera más rápida y flexible, adaptándose a las fluctuaciones en la demanda.
En términos de sostenibilidad, el GNL se considera un combustible de transición, ya que emite menos CO2 que el carbón y el petróleo.
Sin embargo, su uso no está exento de críticas, especialmente en relación con las emisiones de metano durante su producción y transporte. América Latina, como todo los países del Tercer Mundo, enfrenta el desafío de implementar medidas más estrictas para reducir estas emisiones y alinearse con los objetivos climáticos globales.
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