«Es tiempo de demostrar por qué la tecnología termosolar sigue siendo una buena opción para que el Gobierno incentive su industria y la gestionabilidad será la clave”, comenta Gonzalo Martín, Director General de Protermosolar, en diálogo con Energía Estratégica

A finales del 2021 se anunció la tercera subasta de renovables que incluye 200 MW de potencia para la generación de energía termosolar, como puntapié inicial para reactivar un sector estancado por nueve años. 

Debido a la gran expectativa que existe en el sector, se espera que las ofertas los superen ampliamente.

“El futuro de la termosolar estará marcado por las condiciones que se determinen en la subasta, las cuales marcarán el pipeline de las empresas”, señala Martín y agrega que de sostenerse un espiral virtuoso que aumentará la escala de los proyectos, se conseguían ofertas cada vez más competitivas.

Según la autoridad de Protermosolar, uno de los principales riesgos es que las autoridades se centren en el precio y no en los atributos competitivos de la tecnología, como puede ser el aporte de estabilidad de la matriz energética. 

“Frente al gas, las plantas termosolares se convierten en la opción más accesible para gestionar la energía nocturna”, afirma Martín. 

Pero ¿cuál es la situación actual de la tecnología termosolar y por qué es tan importante su implementación?

A inicios de los años 2000, se implementaron medidas que promovieron la instalación de 50 plantas en el territorio español. 

Desde el 2009 hasta el 2013 se instalaron 2,3 GW. Por entonces, suponía más del 75 por ciento de la industria a nivel global, siendo Estados Unidos el otro país con gran presencia en el mercado.

“Nuestra industria pudo exportar su conocimiento que permitió que hasta antes del 2019 exista una participación española en casi el 80 por ciento de los proyectos termosolares de todo el mundo. Pero, en las últimas construidas, ya no hay presencia alguna”, explica Martín.  

Diferentes cambios regulatorios desalentaron esta forma de generación, estancando su crecimiento a nivel nacional y corriendo el interés de los bancos que financiaban los proyectos.  

Con un valor histórico de la energía de entre 30 y 40 €/MWh, la participación de la termosolar no resultaba atractiva en los mercados. 

Desde entonces, ronda el 2 por ciento de la generación total de energía, perdiendo competitividad frente a fuentes de energía como la fotovoltaica y la eólica. 

Pero ninguna de las anteriores garantiza la independencia de los combustibles fósiles, debido a su condición de variables. La posibilidad de almacenamiento que ofrece la termosolar, la coloca en una de las mejores alternativas de generación de base.

Y, aunque esta requiere más tiempo para arrancar la planta, está dimensionada para poder producir toda la noche sin interrupción, convirtiéndose en carga base renovable tras la puesta del Sol.

Asimismo, sus plantas significan una importante activación económica para las localidades donde se sitúan. 

El 96% de las centrales están en municipios de menos de 50.000 habitantes y más del 60% en municipios de menos de 10.000 habitantes, según datos de la asociación que promueve esta industria.

El PNIEC establece 2.500 MW adicionales de potencia instalada hacia 2025 y otros 2.500 MW hacia 2030. La propuesta consiste en iniciar con un mínimo de instalación anual de 200 MW e ir escalando la capacidad hasta alcanzar un total de 7.300 MW.

Lo que representa una verdadera apuesta como país a esta tecnología ya que las características del territorio español lo convierten en un núcleo clave para su desarrollo.