HOUSTON.-La última encuesta realizada por Bain & Company, la compañía estadounidense dedicada a la consultoría de gestión estratégica de proyectos de infraestructura con presencia en más de 40 países, reflejó la transformación que registró el sector energético en el último tiempo. Diego García, socio de la consultora y líder de Oil & Gas para Latinoamérica, destacó que la percepción de los ejecutivos de la industria respecto a la transición energética cambió de manera significativa en los últimos tres años en función de los cambios de la economía global y del escenario geopolítico. En esa línea, mostró que, si bien existe consenso sobre la necesidad de avanzar hacia una matriz energética más limpia, diversos factores como el costo de la energía y la rentabilidad de las inversiones han llevado a que los plazos para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas se extiendan, desde la óptica de la mayoría de los líderes del sector, desde 2050 a 2070.

En diálogo con EconoJournal en el CERAWeek, García también dio cuenta de las cuestiones a las que deberá prestarle atención la Argentina a fin de aprovechar la ventana de oportunidad que ofrece el desarrollo de Vaca Muerta y poder competir contra Estados Unidos. En base a esto reparó en la necesidad de acelerar las inversiones que apalanquen el crecimiento del sector y aseguró: «Para desarrollar el potencial de Oil&Gas que tiene la Argentina no alcanza el mercado local, hay que conectarnos con el mundo. Tanto para el petróleo como para el gas necesitamos traer las mejores tecnologías para explotar la roca que tenemos«.

Desde Bain & Company realizaron un relevamiento sobre la percepción de los referentes de la industria a nivel global respecto a temas centrales sobre la agenda energética como es la transición energética. A la salida de la pandemia parecía que estas cuestiones avanzaban a gran velocidad. Pero luego, tras la guerra entre Rusia y Ucrania, se empezaron a ralentizar. ¿Qué análisis realizan de este escenario?

–Nosotros todos los años hacemos una encuesta a un grupo grande de directivos globales de todas las regiones y las industrias de energía y recursos naturales, principalmente de Oil&Gas, renovables, utilities y generación de energía eléctrica. En esta oportunidad, observamos un cambio drástico alineado con lo que está ocurriendo geopolíticamente. Los ejecutivos ven un poco más lejos el objetivo de alcanzar el net zero. Se trata de una bajada de la realidad, una aceptación de que estas metas que antes estaban proyectadas para 2050 se alcanzarían en 2070. La trayectoria sigue siendo esa. Creo que nadie niega la necesidad de hacer una transición y de cambiar la matriz energética que tenemos respecto a los hidrocarburos, pero sí hacerlo a una velocidad que tenga sentido y que no trabe otras cuestiones. Principalmente, el tema del costo de la energía, y la capacidad que tiene la energía para transformar a las economías y a las sociedades y dar los retornos para que el capital fluya y genere las infraestructuras y las inversiones que hay que hacer. Creo que ese es el gran cambio.

Otro de los temas que observábamos es que la gran traba para avanzar en la transición en general es la capacidad de los consumidores de pagar por eso. Todos queremos tener energía renovable, queremos cargar biocombustibles, pero cuando te dicen que esto vale 30%, 40%, 50% más, todo el mundo dice que no quiere pagarlo.

A su vez, vimos que creció la búsqueda de los inversores de retornos sobre la inversión. Se observa que los ejecutivos están analizando los márgenes que dan los proyectos y que el portfolio de activos tenga el rendimiento que el board indique. Analizan cuál será el retorno sobre inversión. Antes había compañías que dedicaban una cantidad de capital determinada, siendo un poco menos rigurosas al momento de evaluar el retorno sobre la inversión.

La presentación de Mike Wirth, CEO de Chevron, fue en esa dirección. El objetivo es tratar de que el porfolio de activos de la compañía tenga el rendimiento que el board le indique.

–Exactamente. Le preguntaron si iba a crecer y su respuesta fue que el propósito era estabilizar un plateau de producción que sea el óptimo para dar el mejor retorno de inversión.

¿Esa es una tendencia general?

–Sí, pero esto no quiere decir que no sigan buscando proyectos vinculados a la transición energética. La encuesta que realizamos arrojó que hay tres lugares que siguen estando más robustos. Uno es el ‘Carbon Capturing’ (captura de carbono), que siempre está muy asociado a los hidrocarburos. Otro es energías renovables. Esto es así porque ya se comenzó a avanzar en la curva de experiencia, en los costos. Hay proyectos que son competitivos económicamente y cada una de estas energías tiene su ventaja.

Y el tercer lugar lo ocupan los combustibles renovables, principalmente los basados en bios, porque están más cerca de ser competitivos y además de eso, porque no hay que hacer todas las inversiones en infraestructura que se tendrían que hacer para otras tecnologías. Los bios se mezclan con los combustibles fósiles y seguimos usando los mismos autos, los mismos surtidores.

¿Observa que esa mejora en la curva de costos que se registra en las renovables se puede replicar en los biocombustibles?

–Nosotros estudiamos mucho el sector de biocombustibles. Hay varias cosas que pueden cambiar.  En el largo plazo hay algunas hipótesis que marcan que los combustibles sintéticos pueden llegar a ser competitivos, pero después de 2050. Antes de eso no creemos que suceda. Pero respecto a los basados en bios, creo que hay cosas que pueden cambiar. Primero, lo que llamamos cultivos rotacionales. Toda la agricultura se dedicó a ponerle ‘más proteína’, más ‘alimento’ a los cultivos y no a priorizar la producción de aceite. Cuando uno toma algunos cultivos observa, por ejemplo, que la soja produce un 20% de aceite. Otros como la carinata, camelina, o mismo la canola, poseen entre 40% y 50% de aceite. Y además son rotacionales. Esto permite hacer un ciclo corto en el momento en el cual no se está rotacionando.

¿Y a cuantos años vista está esta tecnología de tener probada su operatividad o competitividad?

–Hoy en la Argentina ya estamos produciendo los tres, camelina, carinata y canola.

¿En bios se está produciendo alguno?

–No, en Argentina no. Hay proyectos de combustibles renovables que no son de biodiésel o etanol pero en Estados Unidos y en Europa. En América Latina no hay ninguno. Hay iniciativas en la Argentina y Brasil. El país vecino está avanzando muy fuerte. Ellos pusieron una regulación interna de usar SAF (combustible de aviación sostenible) y HVO (aceite vegetal hidrotratado).

¿Cuánto de esta búsqueda por tener un retorno importante de la inversión tiene que ver con el encarecimiento de los costos en dólares que se está viendo a nivel global? ¿Y con la necesidad de la industria hidrocarburífera de competir contra otras industrias tecnológicas en términos de rentabilidad?

–Hay una preocupación súper alta respecto a los proyectos de capital y los aumentos de costos. Dos tercios de las personas a las que entrevistamos está observando por lo menos entre un 5 y 10% de aumento en los costos. Frente a esto, vemos cada vez más demanda para reconceptualizar los proyectos para que el capital invertido no tenga nada más ni nada menos que lo que se necesite para hacerlo, además de trabajar sobre algunas otras palancas. Otro de los temas está en mirar el portafolio completo de proyectos. Hay muchos que están llevando a cabo un high grading (alta calificación) de las iniciativas analizando la perspectiva de capital, con tasas altas, con el capital más caro, para quedarse con los proyectos más propicios.

Respecto a la tecnología, observamos que las compañías vienen invirtiendo muchísimo en ese segmento. Las tecnologías son de dos tipos. Unas sirven para traer un nuevo tipo de energía, para hacer proyectos de renovables por ejemplo y otras son las que se utilizan en las operaciones de las empresas.

Está habiendo un cambio y esto se ve cada vez más con la inteligencia artificial o la generativa para bajar los costos.

¿Esa es una tendencia que es transversal a la industria?

–Completamente. Y cada vez hay más interés porque la aceleración en la cual se implementan esas tecnologías es buenísima.

La Argentina, muchas veces, se ubica detrás en la agenda de lo que pasa a nivel global. En base a los datos que recabaron con esta encuesta, ¿a qué aspectos se le debería prestar atención desde el país?

–A todos. La Argentina estuvo por un largo periodo de tiempo más preocupada por lo que pasaba internamente. Ahora necesitamos empezar a conectarnos mucho más. Para desarrollar el potencial de Oil&Gas que tiene el país no alcanza el mercado local, hay que conectarnos con el mundo, lo dijo Daniel González.  Tanto para el petróleo como para el gas necesitamos traer las mejores tecnologías para explotar la roca que tenemos. Deberíamos estar compitiendo contra Permian. Y no somos exentos de que los proyectos sean más caros. Es al revés, la Argentina tiene un riesgo de amplificar esa inflación porque no tenemos una industria profunda de EPC (Ingeniería, Adquisiciones y Construcción), y no tenemos la mano de obra que necesitamos.

Nosotros hicimos un estudio hace un tiempo en el que miramos el GAP (evaluación del desempeño real de una empresa) de mano de obra en toda la región para proyectos de minería, oil & gas, infraestructura, energía, y observamos que en los próximos años se va a intensificar muchísimo. La Argentina tiene un desafío en eso.  Parece loco porque tenemos un desempleo muy grande, pero las personas para trabajar en estos proyectos tienen que estar muy capacitadas. Con lo cual, deberíamos estar muy atentos y ocupándonos de cómo acelerar la inversión en tecnología.

Hay cierta preocupación por el tipo de cambio apreciado. Pero lo que nadie está viendo es que cuando tenés un tipo de cambio apreciado es positivo para hacer inversiones. Deberíamos estar pensando en cómo hacemos en este momento todas las inversiones, las plantas de energía, de fertilizantes, las terminales de exportación, y evaluar la posibilidad de expandir nuestra capacidad nuclear.

Una mina de cobre, en su pico, va a demandar 10.000 personas trabajando. Por eso deberíamos ocuparnos de esa agenda.

Respecto a las conclusiones que dejaron los resultados de la encuesta que realizaron, ¿qué aspectos remarcaría?

–Que estamos en un periodo de cambio, pero no de cambio de dirección sino de cambio de velocidad y de paradigma sobre cómo vamos a llegar a la transición.  Esto hace que tengamos que repensar varias cosas especialmente cómo hacemos que esa necesidad de transición y de ser sustentables se encaje con el affordability, reliability del sistema. Eso requiere de mucho trabajo, de empresas innovadoras, de tecnología y de que pensemos en los cuellos de botella, en los proyectos y en todos los ángulos para hacerlo lo más robusto posible.

, Nicolás Gandini (Enviado especial)