Siguiendo la hoja de ruta de la transformación energética al 2050 propuesta por la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) en su Global Renewables Outlook, Latinoamérica y el Caribe debería lograr que el 85% de su generación de energía provenga de fuentes renovables al 2030.
De su análisis se desprende que la meta propuesta implicaría más de 400 GW de capacidad instalada de fuentes hidroeléctricas (186), solar fotovoltaica (108), eólica (93) y bioenergías (50) durante esta década.
Al respecto, Ariel Yépez, referente del BID en este sector, consideró: “Latinoamérica tiene una de las matrices más renovables del planeta y no se está aprovechando al máximo toda su capacidad de generación”.
Alcanzar la meta del 85% sería todo un desafío. Más aún si se evalúa la tendencia de capacidad instalada en la región en los últimos diez años que muestran que aunque las energías renovables no convencionales han aumentado más de tres veces su participación en la generación eléctrica, pero la participación de todas las energías renovables se mantiene constante.
“Ha crecido en términos absolutos para ser compatible totalmente con el crecimiento de la demanda de electricidad pero en términos relativos se ha mantenido en un orden de magnitud de un 56%”, advirtió Yépez.
¿A qué tecnologías renovables apostar para lograr las metas? ¿Cuáles potenciarán mejores resultados para la transición energética?
Para avanzar en la agenda de incorporación de más infraestructura de energías renovables, el economista consideró -valiendo del estudio del BID Red del Futuro– que bajo un escenario de un business as usual que supone un 70% de energías renovables en la generación eléctrica se puede identificar cuál es el crecimiento que podrían tener las diferentes tecnologías para cubrir la demanda eléctrica en los próximos años.
Sobre aquel primer supuesto, surgieron datos interesantes por valorar:
“Todas las tecnologías crecen en términos absolutos en su participación en la generación de electricidad y la única que decrece es la generación de derivados del petróleo”.
“Si analizamos en términos relativos aquel escenario del 2020 al 2030, destacan tres datos: la generación hidroeléctrica se esperaría que creciera el 35%, la generación eólica un 263% y la energía solar fotovoltaica un 391%. El desafío es interesante”.
Ahora bien, si la participación supondría un 80% con integración regional, Yépez compartió un escenario más prometedor en el que se reducen generaciones de gas además de las de los derivados del petróleo, y el crecimiento de las renovables es aún más exponencial: 35% para la hidro, 330% para la eólica y 1070% para la solar fotovoltaica.