La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés) lanzó un informe sobre la importancia que tendrán los esquemas de certificación del hidrógeno que hoy en día existen a nivel global, donde identificó las brechas que dificultarán su avance a través de las fronteras y la demanda asociada de certificados.
La principal refiere a que “ninguno de los sistemas existentes es adecuado para el comercio transfronterizo”, dado que existen “lagunas”, como por ejemplo la información clara sobre las emisiones de gases de efecto invernadero producidas durante la producción y/o el transporte de hidrógeno; estándares comunes utilizados; etiquetado ecologista; y el cumplimiento de criterios ambientales, sociales y de gobernanza.
Y de igual manera, aclara que el etiquetado por “color” se convirtió en algo común a nivel mundial, pero que dicha clasificación no es suficiente para cuantificar y describir la variedad de impactos de emisiones asociados con cualquier tipo de H2 ni su intensidad en la producción, “dado que las características de producción y emisiones son indetectables en el propio hidrógeno”.
Es por ello que IRENA brindó una serie de recomendaciones a nivel global para la armonización internacional de los sistemas de certificación, considerando que ya hay varios vínculos comerciales establecidos entre países de distintos continentes y otros potenciales que se podrían desarrollar.
Para los stakeholders se centró en la adopción de definiciones y estándares comunes para los mecanismos de compra de electricidad renovable, así como su alineación con ecoetiquetado, criterios de certificación y umbrales máximos de carbono; además de incorporar elementos adicionales que contengan información sobre las emisiones relacionadas con el transporte hasta el punto de uso.
A ello se agrega la relevancia de generar esquemas complementarios que permitan garantizar la exhaustividad de la contabilidad de emisiones, eliminar la multiplicación de certificados para la misma unidad de H2 y contar con sistemas seguimiento para evitar cargas administrativas y retrasos en el desarrollo de proyectos, tanto aquellos que generen o utilicen hidrógeno o sus derivados (ejemplo: amoníaco).
Mientras que para los formuladores de política, la Agencia Internacional de las Energías Renovables señaló la necesidad de colaborar a nivel global para establecer reglas, requisitos y un conjunto común de criterios de sostenibilidad para la certificación del H2.
¿Por qué? “Para indicar confianza a los inversores y la industria, incluido el etiquetado ecológico estandarizado con el umbral de huella de GEI asociado y el contenido de energía renovable”, menciona el documento.
También se propone iniciar un diálogo público-privado (p. ej., a través del Marco de Colaboración de IRENA sobre Hidrógeno Verde), particularmente entre las regiones de importación y exportación, y el avance en infraestructura de calidad en pos de respaldar la certificación al calificar y educar a los organismos de acreditación, auditores, inspectores y otros servicios de validación esenciales.
¿Qué papel jugará Latinoamérica?
De acuerdo al reporte de IRENA, Chile, Uruguay y Brasil son los mejores posicionados en el desarrollo de las rutas comerciales para exportar el mencionado vector energético, dado que ya establecieron memorandos de entendimiento con varios mercados, principalmente con la región centro de Europa, siendo el país trasandino el que más vínculos.
Aunque también se muestra que podrían darse acuerdos hacia Norteamérica y el sudeste de Asia, conforme se han detallado en estrategias u hojas de rutas del hidrógeno verde de cada país.
Y cabe recordar que desde el sector energético de la región vaticinaron que Chile y Brasil están mejor posicionados para la certificación de hidrógeno verde, dado que cuentan con mejores condiciones y desarrollos a futuro, pero que habría otros países con una gran oportunidad y que la mirada deberá estar puesta a mediano y largo plazo.