Por Mauricio Cordiviola
Director de Operaciones de Camuzzi
La actual coyuntura argentina puede ofrecer una gran oportunidad para actualizarse tecnológicamente, algo que en algunos casos no ocurre desde la década del 90.
Las empresas distribuidoras de gas de países desarrollados manejan desde hace muchos años tecnologías muy distintas a las nuestras. Por nombrar algunos, detectan pérdidas de gas por la lectura de imágenes satelitales, utilizan medidores domiciliarios digitales o emplean materiales de transporte de energía menos costosos, más seguros y amigables con el ambiente.
En Argentina, en contraste, estamos gravemente desfasados. Luego del shock de renovación tecnológica que significó la privatización de Gas del Estado en 1992, por distintas circunstancias económicas y de control tarifario que afectaron a la industria durante 20, de los 30 años que lleva de trayectoria en el país, se volvió prácticamente imposible invertir en tecnología, porque las empresas debieron concentrarse casi exclusivamente en lo básico: garantizar la seguridad y continuidad de la operación. Hoy seguimos operando en muchos casos, como si viviéramos en aquella época.
FRENTE A UNA GRAN OPORTUNIDAD
Argentina está ante una oportunidad única para que la industria se ponga al día y de un salto relevante a nivel tecnológico. Este paso sería ampliamente beneficioso para las empresas y para el país.
Los cambios que se avecinan, el retorno a los contratos de licencia y la normalidad del sector, la recomposición tarifaria y la entrada en vigencia de una tan demorada Revisión Tarifaria Integral, son factores propicios para que las empresas distribuidoras y transportadoras de gas puedan planificar inversiones que les permitan incorporar la tecnología que nos equipare con el mundo.
Pero, ¿cuáles serían estos beneficios? Aquí los listamos con algunos ejemplos concretos.
Beneficios económicos. La actualización tecnológica puede ayudar a que usuarios y empresas reduzcan sus costos. Uno de los problemas de seguir en el pasado es que todo sale más caro en términos humanos, logísticos y de infraestructura.
En este aspecto, uno de los ejemplos más claros es la utilización de medidores inteligentes domésticos, que son más precisos, almacenan los datos en forma digital y los envían directamente al sistema. Incorporarlos permitiría a las empresas migrar de una metodología obsoleta, como lo es la de recorrer uno a uno cada medidor para tomar lectura, a un sistema mucho más ágil, pero que también les permitiría a los usuarios contar con información más precisa y en tiempo real de sus consumos.
Otro beneficio resulta de los materiales que se utilizan en las operaciones: Camuzzi, por ejemplo, provee energía a través de camiones de transporte de GNC a usuarios de 5 localidades específicas de la Provincia de Buenos Aires donde no llegan gasoductos troncales. Distribuir gas bajo esta metodología terrestre implica unos 1.900 viajes anuales. El reemplazo de los pesados cilindros de acero, por unos más livianos de polietileno recubiertos con materiales compuestos, permitiría almacenar el gas a mayor presión, ocupar menos espacio y realizar menos viajes, con sus consiguientes beneficios económicos y ambientales. La diferencia en los números es impactante: se podrían transportar entre 12.000 y 14.000 metros cúbicos de Gas Natural en cada camión, en lugar de los 4.000 que se trasladan actualmente.
Un ejemplo equivalente son las tuberías de Poliamida 12, utilizadas para ramales de interconexión, que brindan mayor eficiencia energética a menor costo, ya que pueden transportar gas a una presión de hasta 18 bar. Además, son más livianas que el acero y fáciles de operar.
Beneficios para el personal: la incorporación de tecnología permitiría a hombres y mujeres de experiencia en la industria a realizar tareas más complejas. Así sucedió en su momento con la llegada de internet o, más cerca en el tiempo, con los canales de atención remota, que trajeron un nuevo modelo administrativo y de gestión comercial. Lo mismo sucedería ahora con el personal de las áreas operativas: la incorporación de tecnología podría reconvertir sus tareas hacia otras que agreguen aún un mayor valor a la compañía y a su propio desarrollo profesional.
Beneficios de seguridad: la detección de fugas se puede realizar en forma más rápida y segura gracias al aporte de la inteligencia artificial, el láser o los drones.
El desarrollo en este campo ha sido asombroso en los últimos años. Los países desarrollados, por ejemplo, utilizan vehículos equipados con un sistema láser para detectar fugas de gas, lo cual evita hacer excavaciones innecesarias o minimizarlas cuando la fuga es detectada.
Pero quizás más sorprendentes aún son las herramientas de análisis geoespacial, que permiten encontrar fugas por medio de satélites. Gracias al aporte de la inteligencia artificial, es posible identificar el espectro lumínico del metano, el componente más importante del gas natural. De esta manera, con la lectura de fotos tomadas desde un satélite, se puede detectar la presencia de metano en una cuadrícula de terreno determinada, lo que indica la presencia de una fuga.
Beneficios ambientales: la implementación de nuevas tecnologías es clave para mitigar el cambio climático. Como quedara dicho, menos viajes o la detección de escapes de gas con métodos más rápidos e inteligentes ayudan, entre otros beneficios, a que disminuya considerablemente la emisión de gases de efecto invernadero.
SALGAMOS DEL ATRASO
Como dijéramos, existe en los próximos meses una gran oportunidad de aprovechar la coyuntura política y la renegociación tarifaria para empezar a corregir estos atrasos que permita dar el salto. Es fundamental que los marcos regulatorios acompañen este proceso, como la industria no evolucionó, las normas técnicas en la Argentina también están muy atrasadas y deben actualizarse.
De esta manera será posible tener en la Argentina empresas más robustas y modernas en los servicios que brindan a sus clientes. Y posibilitar una prestación más barata que repercutirá en un menor costo para el usuario, en términos de factura a abonar.
El momento es ahora. Estamos ante el gran desafío de ponernos al día con la tecnología del mundo. Está en todos nosotros animarnos a dar el gran paso.