El faltante de combustibles obedece a una multiplicidad de factores, entre los que sobresalen el atraso de los precios en el mercado local, la escasez de dólares para importar y la falta de coordinación entre las distintas dependencias públicas. La responsabilidad oficial por lo ocurrido es ineludible. Sin embargo, desde el gobierno optaron por buscar una serie de chivos expiatorios para descargar sus culpas.

El ministro de Economía, Sergio Massa, responsabilizó a las petroleras y las amenazó con cerrar las exportaciones si el problema no se soluciona antes de la medianoche del martes. “Estoy feliz de que estemos batiendo records de producción de petróleo en la Argentina, pero primero los argentinos. Yo les di mucho respaldo. Les di estabilidad cambiaria, les di libre flujo de divisas, les di tipo de cambio diferenciado para la exportación, pero hace 15 días apareció la idea de que había que guardar combustible porque venía la elección y venía una devaluación. Después la idea de que había que guardar combustible porque vencía el acuerdo de precios”, remarcó el funcionario.

Así buscó instalar la idea de que las petroleras tienen el combustible escondido en algún lugar secreto a la espera de un mejor precio, cuando la propia YPF, la principal empresa del mercado, controlada por el Estado nacional, viene pidiendo desde hace semanas que le habiliten los dólares para importar combustible con el argumento de que no da abasto frente al aumento de la demanda y las restricciones que enfrenta por la parada técnica de una de sus refinerías.

La búsqueda de culpables no se circunscribió a las petroleras. Desde el oficialismo también se responsabilizó a Gabriel Bornoroni, presidente de la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines del Centro de la República (Fecac). Cuesta entender cómo podría hacer un estacionero para provocar desabastecimiento cuando no produce ni refina combustible, pero el hecho de que Bornoroni haya sido electo diputado nacional por La Libertad Avanza pareció ser prueba suficiente para despejar cualquier tipo de duda sobre su responsabilidad.

En este caso la acusación se formuló de un modo más sinuoso. Primero se le apuntó a través de una serie de portales web y cuentas de Twitter (ahora X) vinculados al oficialismo y luego personal de comunicación de la petrolera YPF que responde a la agrupación La Cámpora ayudó a amplificar la información entre periodistas. Esa insólita operación forzó a que el propio Bornoroni tuviera que distribuir un comunicado este domingo a título personal en el que lamenta “que algunos hayan intentado usarnos de chivo expiatorio promoviendo teorías conspirativas con trasfondo político”.

Esta práctica destinada a responsabilizar a otros por los errores propios es una marca registrada del gobierno. Los economistas de la oposición Hernán Lacunza y Guido Sandleris fueron los responsables de que se demorara el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la devaluación posterior a las PASO fue culpa del propio FMI, Javier Milei es el que estuvo detrás de la corrida cambiaria, tres chinos y un croata hicieron que el blue superara los 1000 pesos y la inflación se descontroló por culpa de Coca-Cola y Arcor, por citar solo algunos ejemplos recientes. Está claro que puede haber actores que especulan y buscan hacer su negocio en medio de la crisis económica, pero es el propio gobierno el responsable principal de esa crisis. Si se gobernara mejor, la conspiración permanente se desvanecería.   

, Fernando Krakowiak