
Tres hechos políticos recientes podrían determinar nuevos precios de la energía en el mediano plazo y el escenario energético global: el bochornoso encuentro entre Vladimir Zelensky y Donald Trump en la Casa Blanca, la negativa de la Unión Europea en sostener el conflicto en Ucrania y el reposicionamiento de la Rada ucraniana. A esto deben sumarse los trascendidos de las conversaciones de bajo perfil entre EE.UU. y Rusia sobre el gasoducto Nord Stream II, un cóctel que podrían cambiar definitivamente el equilibrio geopolítico y afectar los precios del petróleo y el gas a mediano plazo. Argentina observa con atención el impacto de estos movimientos en su producción de crudo y gas, con especial énfasis en la competitividad de Vaca Muerta y el futuro de sus exportaciones.
Tras la bofetada diplomática suministrada por el presidente norteamericano a su homólogo ucraniano Vladimir Zelensky, la Unión Europea asestó otra al ucraniano al suspender un nuevo paquete de ayuda militar de € 20.000 millones para Ucrania que había sido propuesto por la jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas.
Hungría y Eslovaquia vetaron la ayuda que fue eliminada del último borrador de las conclusiones del Consejo, por los embajadores de la UE. Ambos países emergieron como los principales opositores dentro de la Unión Europea en cuanto a la financiación y el apoyo militar a Ucrania, durante la reciente reunión de embajadores de la UE.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, reafirmó esta postura en una carta enviada al presidente del Consejo Europeo, António Costa, donde enfatizó que las diferencias estratégicas sobre Ucrania “no se pueden superar”. Orbán también propuso seguir el modelo de Estados Unidos en la ONU, apoyando una resolución que, en su opinión, redefine el enfoque del conflicto y deja sin relevancia los acuerdos previos de la UE sobre el tema y sostuvo también que cualquier negociación debe incluir conversaciones directas con Rusia.
Por su parte, el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, se opuso a la financiación del ejército ucraniano, afirmando que su país no proporcionará apoyo financiero ni militar a Kiev. Fico criticó la estrategia de “paz a través de la fuerza”, promovida por varias naciones europeas, considerándola una justificación para prolongar la guerra.
La postura de ambos países resultó un alivio para otros países europeos, que a regañadientes apoyaban la propuesta, incluida Francia, que vería con buenos ojos un retraso en la aprobación del paquete de financiación o incluso su cancelación.
No obstante, es probable que la presidenta de la comisión Europea, Ursula Von der Leyen, proponga formas más creativas de lograr que los países miembros reticentes apoyen a Ucrania, en lugar de brindarle ayuda directa. Una posibilidad, según un diplomático citado por el medio, sería exigir que el 20 % de los nuevos préstamos disponibles para gastos de defensa se destinen a ayudar a Kiev.
Zelensky sin apoyo interno
Tras el traspié de la Casa Blanca, La negativa de la UE a continuar sosteniendo la guerra, el parlamento ucraniano también dio la espalda a Zelensky. En una declaración que podría significar el comienzo del fin de Zelensky como presidente de Ucrania, la Verkhovna Rada, (Asamblea Suprema) emitió un comunicado en el que respalda los esfuerzos de paz del presidente de EE.UU., Donald Trump, reconociendo su papel “decisivo” en la negociación de un alto el fuego con Rusia. En la declaración publicada en su sitio web, los legisladores expresaron su “profunda gratitud” hacia Trump, el Congreso estadounidense y el pueblo de EE.UU. por su continuo apoyo a la independencia y soberanía de Ucrania.

El Parlamento ucraniano comienza a girar su postura
La Rada también destacó la necesidad de seguir desarrollando la alianza estratégica con EE.UU., particularmente en el sector de minerales críticos, un tema que ha generado tensiones entre Washington y Kiev en las últimas semanas. Este respaldo del parlamento ucraniano ocurre en un contexto de creciente disputa entre Trump y el presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, quien recientemente se negó a disculparse tras un enfrentamiento verbal con el mandatario estadounidense y el vicepresidente J.D. Vance en la Casa Blanca.
El cono del silencio
Según the Moscow Times en coincidencia con el Huffington Post, en los últimos días, se produjeron conversaciones de bajo perfil entre representantes del presidente de presidente de los Estados Unidos, Donald Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin, en torno al gasoducto Nord Stream 2. Los medios señalan que Matthias Warnig, un director gestor de Nord Stream AG y exoficial de la Stasi y cercano a Putin, mantiene conversaciones para reactivar el gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, con el respaldo de inversores estadounidenses.

El Departamento del Tesoro había sancionado a la empresa Nord Stream 2 AG y al propio Matthias Warnig.
Estas negociaciones buscan fortalecer los lazos económicos entre Estados Unidos y Rusia y podrían influir en el proceso de paz en Ucrania. Sin embargo, la reactivación del gasoducto enfrenta obstáculos, como el levantamiento de sanciones y la aprobación de Alemania.
A pesar de las conversaciones mencionadas, el gobierno alemán ha declarado que no está participando en discusiones para reanudar el suministro de gas a través del Nord Stream 2. Públicamente, Alemania enfatiza su objetivo de lograr independencia energética de Rusia, considerando que el proyecto no está certificado aún y, por lo tanto, no puede utilizarse.
No obstante, tras las sanciones impuestas a Rusia, Europa ha experimentado un aumento significativo en el costo del gas natural licuado (GNL). Los precios actuales del gas en Europa registraron un aumento del 45% en relación al 2024 y alrededor de un 300% más que los registrados antes de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.
Impacto en los precios
Un acuerdo de paz entre Estados Unidos y Rusia sobre Ucrania traería consigo una transformación en la dinámica del mercado energético global. La reducción de la prima de riesgo geopolítico aliviaría la incertidumbre que ha pesado sobre los precios del petróleo, generando una tendencia a la baja en el corto plazo.
El temor a interrupciones en el suministro, especialmente en Europa, disminuiría, lo que contribuiría a una mayor estabilidad en los mercados. En este contexto, la confianza de los inversores podría reforzarse, favoreciendo un entorno menos volátil para las transacciones energéticas.
El impacto más inmediato se vería reflejado en el regreso de Rusia como un actor clave en el suministro de crudo a Europa. Bajo el peso de las sanciones, Moscú había desviado gran parte de su producción hacia China e India con importantes descuentos.
Sin embargo, el levantamiento de restricciones permitiría a Rusia recuperar parte de su cuota de mercado en Europa, aumentando la oferta y ejerciendo una presión bajista sobre los precios del Brent. La posibilidad de que empresas occidentales retomen inversiones en infraestructura energética rusa contribuiría a ampliar la capacidad de producción en el mediano plazo, reconfigurando la distribución de los flujos energéticos a nivel global.
La reactivación de las importaciones europeas de crudo ruso tendría, además, un efecto colateral sobre la estructura del mercado. La mayor competencia entre proveedores podría llevar los precios aún más abajo, una situación que difícilmente pasaría desapercibida para la OPEP+.
En respuesta, la organización liderada por Arabia Saudita podría optar por recortes de producción con el fin de estabilizar los precios y preservar su influencia en el mercado petrolero. Este delicado equilibrio entre oferta y demanda configuraría un escenario en el que cada actor buscaría proteger su cuota sin desatar una guerra de precios que perjudique sus intereses.
El impacto sobre el mercado de gas natural licuado (GNL) sería igualmente significativo. Europa, que ha dependido cada vez más del GNL estadounidense, catarí y noruego para compensar la ausencia del gas ruso, podría reducir su demanda si se restablecen los flujos a través de gasoductos como Nord Stream, Yamal y Druzhba.
Esta menor necesidad de importaciones de GNL presionaría los precios a la baja en el mercado europeo, afectando a los proveedores que habían apostado por una demanda sostenida. Con más volúmenes disponibles, países como Catar y EE.UU. tendrían que redirigir su producción hacia Asia, aumentando la competencia en la región y disminuyendo los precios en el mercado asiático. En este nuevo contexto, las empresas europeas podrían optar por reanudar contratos a largo plazo con Gazprom, lo que reduciría la volatilidad en el mercado spot y contribuiría a estabilizar los precios en niveles más bajos.
Precios
La firma de un acuerdo de paz entre EE.UU. y Rusia sobre Ucrania impactaría de manera inmediata en los mercados energéticos globales.
En el caso del petróleo, la reducción de la prima de riesgo geopolítico impulsaría una caída del 5-10% en los precios del Brent y el WTI en el corto plazo, ubicando al Brent en un rango de US$75-US$80/bbl y al WTI en US$70-US$75/bbl.
La expectativa de que Rusia vuelva a exportar su crudo a Europa sin restricciones aumentaría la oferta en el mercado, generando presión bajista sobre los precios. Sin embargo, en el mediano plazo, la OPEP+ podría intervenir reduciendo su producción para evitar una caída prolongada, estabilizando el Brent en torno a US$75-US$80/bbl y el WTI en US$70-US$75/bbl. En el largo plazo, si la demanda global, especialmente en China e India, sigue en crecimiento, los precios podrían recuperarse hasta US$80-US$90/bbl, ajustándose a un nuevo equilibrio entre oferta y demanda.
En el mercado del GNL, Europa experimentaría una reducción en sus importaciones desde EE.UU. y Catar si Rusia reanuda el suministro de gas por gasoducto, provocando una fuerte caída de los precios en la región de US$12-USUS$15/MMBtu a US$8-US$10/MMBtu en el corto plazo. Este excedente de GNL presionaría los precios a la baja en Asia, aunque en menor medida, con una disminución de US$14-US$17/MMBtua US$11-US$14/MMBtu.
En el mediano plazo, la posible reanudación de contratos a largo plazo entre Europa y Gazprom consolidaría esta tendencia, mientras que en el mercado spot la volatilidad persistiría si Rusia decide manipular el flujo de gas.
A largo plazo, la evolución de los precios dependerá de la infraestructura de GNL que desarrolle Europa y del crecimiento sostenido de la demanda en Asia. En EE.UU., el mercado del shale oil y shale gas enfrentaría dificultades si los precios del WTI caen por debajo de US$70/bbl, lo que podría frenar perforaciones y nuevas inversiones, además de provocar consolidaciones y quiebras de empresas más pequeñas.
A largo plazo, la recuperación del shale dependería de la reacción de la OPEP+ y de la capacidad de EE.UU. para expandir sus exportaciones de GNL a Asia, donde la demanda podría sostener la viabilidad del sector.
Impacto en en Argentina
En el corto plazo, si el precio del Brent cae a un rango de US$75-US$80 por barril, el crudo Medanito, principal referencia en Argentina, se ajustaría en la misma dirección. Esto afectaría directamente la rentabilidad de Vaca Muerta, ya que sus costos de producción son más elevados en comparación con el crudo convencional. Como resultado, habría menos incentivos para la inversión y exploración, dado que los márgenes de rentabilidad se reducirían y las empresas adoptarían una postura más conservadora en sus proyectos de expansión.
En el mediano plazo, si la OPEP+ interviene para estabilizar el Brent en un nivel de US$75-US$80 por barril, la producción de crudo en Argentina se mantendría estable, aunque sin un crecimiento significativo. Un precio internacional más bajo también generaría incertidumbre en torno a los subsidios internos, ya que reduciría la necesidad de asistencia estatal para controlar los precios internos del combustible, pero al mismo tiempo afectaría la recaudación fiscal por retenciones a las exportaciones de petróleo.
A largo plazo, si la demanda global de crudo en China e India sigue en aumento y el Brent recupera un rango de US$80-US$90 por barril, Argentina podría retomar un plan de expansión en producción y exportaciones. En este escenario, empresas como YPF, Vista y Tecpetrol tendrían mayor incentivo para invertir en perforaciones y recuperación secundaria en Vaca Muerta, aprovechando un mercado más favorable y mejorando su competitividad a nivel internacional.
GNL y gas
En el corto plazo, si Europa reanuda la importación de gas ruso por gasoductos, la demanda de GNL proveniente de EE.UU. y Catar se reduciría significativamente, lo que provocaría una caída en los precios del GNL en Europa a un rango de US$8-US$10/MMBtu. Este descenso afectaría negativamente los planes de exportación de GNL de Argentina, ya que los precios más bajos harían menos rentable la inversión en una futura planta de licuefacción. No obstante, en el mercado interno, un GNL importado más barato podría reducir la necesidad de subsidios en la compra de gas para cubrir la demanda invernal.
A mediano plazo, si Argentina avanza en la construcción de infraestructura para la exportación de GNL, necesitará que los precios internacionales se mantengan en un rango de US$12-US$15/MMBtu para garantizar la viabilidad del proyecto. Un precio bajo del GNL a nivel global podría frenar inversiones en exportaciones y ralentizar el crecimiento de Vaca Muerta. Ante esta situación, el país podría priorizar el mercado interno y el ex Néstor Kirchner, postergando la construcción de infraestructura destinada a la exportación de GNL.
En el largo plazo, si Asia mantiene una demanda sostenida de GNL y los precios en la región se estabilizan entre US$11-$14/MMBtu, Argentina podría encontrar un mercado viable para exportaciones en el continente asiático. Sin embargo, si Europa firma contratos de largo plazo con Rusia, el gas argentino tendría que reorientarse hacia Asia y Brasil, buscando consolidar nuevos acuerdos comerciales que permitan sostener la producción nacional.
Subsidios y balanza energética
Una reducción en el precio del GNL importado disminuiría significativamente el costo de las importaciones invernales, lo que contribuiría a aliviar el déficit energético argentino. Sin embargo, esta misma caída en los precios internacionales del crudo y el gas afectaría la recaudación fiscal del sector petrolero, ya que se reducirían los ingresos por retenciones a las exportaciones, lo que podría generar un impacto negativo en las cuentas públicas.
Si los precios del petróleo y el gas disminuyen demasiado, el incentivo para desarrollar proyectos de exportación de GNL desde Argentina podría postergarse hasta que las condiciones del mercado sean más favorables. La estrategia del país dependería de la evolución del mercado energético global y de la capacidad de Argentina para adaptarse a los cambios en la demanda y los precios internacionales.
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