La primera privatización de la presidencia de Javier Milei tiene como protagonista a IMPSA, la histórica compañía metalúrgica de Mendoza que supo ser uno de los principales fabricantes de turbinas hidroeléctricas de la región. El gobierno nacional preadjudicó a la empresa estadounidense ARC Energy la compra de las acciones de la compañía que estaban en manos del Estado nacional y de la provincia de Mendoza. Con la adquisición de la empresa fundada por la familia Pescarmona, ARC Energy busca posicionamiento global y desarrollar al menos tres líneas de negocio en EE.UU., según indicaron representantes de la compañía a EconoJournal. Una de esas líneas es el reemplazo de grúas chinas en los puertos estadounidenses, un negocio podría transformar a la venta de IMPSA en un primer caso testigo de friendshoring en el país, un término comercial que engloba el fenómeno de la localización de las empresas en países que suponen un bajo riesgo en el contexto de las fricciones comerciales entre EE.UU. y China.
La Comisión Evaluadora de las ofertas para la venta de IMPSA, conformada por representantes del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP), la Agencia de Transformación de Empresas Públicas y la Provincia de Mendoza, aprobó la pre-adjudicación de las acciones de IMPSA en poder del Estado Nacional y Provincial al consorcio IAF, cuyo socio principal es ARC Energy, una empresa radicada en Texas que fabrica bienes para la industria de petróleo y gas.
El 63,7% de las acciones de la empresa están en manos del FONDEP, que está bajo la órbita del Ministerio de Economía de la Nación, mientras que Mendoza tiene el 21,2% y el restante 15,1% está en manos del sector privado. Las acciones del FONDEP y de Mendoza tienen origen en el rescate económico estatal realizado durante la presidencia de Alberto Fernández y la gobernación de Rodolfo Suárez en 2021. La empresa había colapsado financieramente en agosto de 2020 por la imposibilidad de reestructurar su deuda y no poder participar en licitaciones internacionales por no tener avales.
El consorcio IAF fue el único oferente en la licitación internacional llevada adelante por el Ministerio de Economía. De cumplirse todas las condiciones comprometidas por la Comisión Evaluadora y el IAF antes del viernes 31 de enero, se espera avanzar hacia la adjudicación definitiva y la firma del contrato de traspaso de acciones. ARC Energy se comprometió a una capitalización inicial en IMPSA de US$ 27 millones.
IAF solicitó tiempo hasta esa fecha para renegociar la deuda de US$ 570 millones entre IMPSA y sus acreedores. “La parte más delicada al 31 de enero es la reestructuracion de la deuda, que viene bastante bien, con los acreedores principales ya tenemos carta de conformidad para avanzar, vamos a llegar bien a la fecha”, informaron desde ARC Energy. La principal deuda es con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Otros acreedores relevantes son el Banco Nación, el BICE, y el grupo Moneta.
En paralelo a la negociación de la deuda, también hay conversaciones con los clientes en la Argentina para actualizar los contratos vigentes. Dos contratos sensibles son la modernización de turbinas en la represa de Yacyretá y la modernización de los tanques TAM 2C con el Ministerio de Defensa. “El gran desafio en los próximos 15 días es sentarnos con todos los clientes que tiene IMPSA en la Argentina y plantear la reestructuracion de los contratos vigentes y ver cómo los podemos implementar lo mas rápido posible”, añadieron.
Friendshoring y líneas de negocio en EE.UU.
IMPSA cuenta con capacidades industriales y know-how tecnológico únicos en el país y la región, habiendo participado en proyectos de energía hidroeléctrica, solar, eólica y nuclear equivalentes a 50.000 MW de potencia en todo el mundo. Estas capacidades y trayectoria despertaron el interés de ARC Energy, que tiene un plan para los «primeros 100 días» con foco en tres líneas de negocio a explotar en los EE.UU.: la provisión de grúas portuarias, la fabricación de componentes para centrales nucleares y la renovación de turbinas hidroeléctricas.
La empresa mendocina tiene una trayectoria importante en la fabricación de grúas para puertos, con exportaciones a todo el mundo. Esa línea de negocio decayó en las últimas décadas producto del avance de la competencia internacional y particularmente de empresas chinas, aunque ahora se abre una oportunidad especial. EE.UU. puso el foco en la ciberseguridad e infraestructura portuarias, tras una investigación del Congreso que determinó que algunas grúas de fabricación china utilizadas en puertos estadounidenses contienen equipos de comunicaciones sin un propósito claro ni registro de su instalación.
La oportunidad inmediata para ARC Energy esta en el reemplazo de aquellas grúas que por su software embebido ya no resultan confiables. «El secretario de Transporte junto al presidente Joe Biden plantearon la necesidad de reemplazar en los puertos las grúas chinas actuales por grúas occidentales. Todas esas grúas tienen un cerebro que almacena información del movimiento portuario y China tiene esa información», indicaron los representantes de ARC Energy.
De esta forma, IMPSA se transformaría en un caso testigo de friendshoring en la Argentina, es decir, de redireccionamiento de las cadenas de suministro a países percibidos como política y económicamente seguros o de bajo riesgo por una potencia como EE.UU. De hecho, la empresa ganó en 2023 un contrato con la Marina de EE.UU. para proveer dos puentes grúas.
Una segunda línea de negocios es relativa a la fuerte demanda internacional de componentes y servicios para centrales nucleares. IMPSA también tiene una importante trayectoria fabricando componentes para reactores. Entre sus entregas más recientes figuran la fabricación de un blindaje para el reactor CAREM y la renovación de los generadores de vapor para la central Embalse. La compañía tiene la certificación internacional ASME de fabricación de componentes grado nuclear. «El sello ASME es un activo muy importante para la internacionalización de la compañía en el plano nuclear», reconocieron.
En un tercer plano figura el negocio de turbinas para centrales hidroeléctricas, clave en la internacionalización de la empresa mendocina durante las décadas de 1980 y 1990. Para hacer frente al envejecimiento del parque hidroeléctrico estadounidense, el Departamento de Energía seleccionó 293 proyectos de mejora hidroeléctrica en 33 estados que recibirán hasta US$ 430 millones en pagos de incentivos para modernizar las instalaciones.
Cuestionamientos y riesgos
La venta de IMPSA a ARC Energy representaría un doble hito para el gobierno nacional, por tratarse de su primera privatización de una empresa en manos del Estado y el desembarco de una nueva empresa en el país. No obstante, el proceso de privatización generó algunas observaciones críticas, tanto de método como de fondo. El principal cuestionamiento es relativo a la falta de apoyo a la empresa en el último año y su impacto en el proceso de venta.
Desde el comienzo del proceso de privatización, ARC Energy fue la única empresa que realizó una oferta formal por IMPSA, con una carta de intención presentada en abril y comienzo de un proceso de diligencia debida. El gobierno nacional podría haber optado por vender sus acciones en el FONDEP, pero en septiembre decidió lanzar una licitación internacional buscando mayor transparencia en el proceso, aun sabiendo que solo ARC Energy había manifestado un interés real.
El ex director de IMPSA en representación de la provincia de Mendoza, Julio César Totero, cuestionó públicamente que no había otros oferentes como para llamar a una licitación. Consultado por EconoJournal, Totero añadió que su principal preocupación era la aparición de un competidor sin un interés real en poner la empresa en pie. “Podría haber aparecido un comprador hostil que comprara y cerrara la compañía”, respondió.
La dilatación en el proceso de venta agravó el cuadro de situación de la firma mendocina, impactada principalmente por la devaluación de diciembre de 2023 y el desinterés del gobierno nacional en sostener la actividad de la empresa. «En 2024 el FONDEP desfinanció la empresa porque incumplió varios contratos y se paralizó la obra pública, se consumieron los fondos disponibles y no había dinero para sueldos. Los accionistas no pusieron un peso», publicó en sus redes Totero, quien renunció al directorio de la empresa en agosto.
Tras el rescate de 2021, IMPSA firmó nuevos contratos por un total de US$ 240 millones, principalmente con YPF para fabricar un horno para la destilería de Luján de Cuyo y con el Ministerio de Defensa para la modernización del Tanque Argentino Mediano (TAM) 2C. Con el grueso del contrato con YPF ya ejecutado, los contratos en actividad más importantes son por los trabajos para las 71 unidades del TAM 2C y por la fabricación de las turbinas para Yacyretá.
No obstante, la empresa informó una pérdida de 56.634 millones de pesos en los primeros nueve meses de 2024, producto de mayores costos financieros por la devaluación de fines de 2023. Desde la oposición también señalaron la falta de respaldo del gobierno. «Durante 2024, la compañía no firmó ningún contrato relevante ni en el país ni en el exterior, revirtiendo los avances de los últimos años y afectando su valor», criticó el ex ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, cuya gestión lideró el rescate de IMPSA en 2021.
Kulfas caracterizó la privatización como «mal implementada» y una decisión «contraria al interés nacional». En cambio, Totero destacó la importancia urgente de capitalizar a la empresa. «Fue un acierto la capitalización del año 2021, de lo contrario la compañía quebraba y empresas como estas no se recuperan más. Es un acierto la capitalización actual, ya que la empresa debe volver a tener una administración privada», dijo.
El gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo también celebró la pre-adjudicación. “Aspiramos a que IMPSA se reposicione como un actor clave en el sector energético mundial, volviendo a ser una empresa privada que nos enorgullezca, genere empleo y continúe proveyendo a distintas industrias del país”, dijo el gobernador tras recibir a Jason Arceneaux, representante de ARC Energy.
Pasado dorado, presente gris
La huella de IMPSA en la historia industrial de la Argentina en general y de Mendoza en particular es significativa. La empresa fundada por la familia Pescarmona en 1946 creció impulsada por los grandes proyectos energéticos estatales y una apuesta decisiva por la innovación tecnológica y la eficiencia, llevándola a ser líder internacional en grúas portuarias y turbinas hidroeléctricas, con facturaciones que llegaron a superar los US$ 1000 millones anuales. Pero esa trayectoria dorada se derrumbó abruptamente en los últimos 15 años producto de malas decisiones propias y falta de respaldo político, en especial durante los gobiernos kirchneristas que truncaron proyectos hidroeléctricos que se había adjudicado la empresa mendocina; el más notorio es Chihuido, una represa hidroeléctrica en Neuquén cuya construcción se había adjudicado IMPSA y contaba con financiamiento del BNDES de Brasil, pero que el gobierno de Cristina Kirchner nunca terminó de impulsar para priorizar la instalación de las represas de Santa Cruz, una megaobra que también se había adjudicado IMPSA en un primer momento, aunque la administración liderada por la ex presidenta prefirió relicitar y concesionar a la empresa china Gezhouba junto con Electroingeniería. «En la Argentina IMPSA no tenía trabajo y gastó un montón de plata en las centrales de Santa Cruz, en estudios, cálculos y análisis, y después les desajudicaron dos veces esa licitación, luego adjudicada a los chinos», analizó Totero en conversación con este medio.
IMPSA se vio particularmente afectada, además, por su incursión en la fabricación de turbinas eólicas en Brasil y los proyectos hidroeléctricos en Venezuela. Solo en Venezuela quedaron impagos contratos por US$ 300 millones. «El mal negocio en Brasil quizás se podría haber revertido de no haber tenido el problema en Venezuela», añadió.
Más allá de las dificultades, el ex director de IMPSA y dueño de la metalúrgica SurTécnica remarca las capacidades industriales únicas de la empresa en tecnología y fabricación de componentes para centrales hidroeléctricas y nucleares. «El laboratorio de hidraúlica (de IMPSA) esta entre los dos o tres que hay en el mundo, con un equipamiento que si bien hay que hacer un reacomodamiento tecnológico de diez o doce millones de dólares, no hay muchas empresas en el mundo y ninguna en Sudamérica que tenga la tecnología que esta metida ahí dentro», graficó.
«Si mi empresa cierra, mañana abren cuatro como la mía en la otra esquina. Que yo cierre no tiene impacto sobre la economía, pero que cierre IMPSA sí tiene impacto, no solo por los 700 empleados sino por su valor agregado«, concluyó.
, Nicolás Deza
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