Puede existir la percepción de que existe una versión «correcta» de una transición energética, que todos los países deben cumplir. Pero para los países individuales de todo el mundo, especialmente aquellos con economías en desarrollo, no existe una solución única para todos. Para algunos países significa avanzar hacia una matriz energética basada en renovables. Para otros, significa garantizar que sus comunidades tengan acceso a energía limpia y asequible.
En el panel ‘Cómo los estados están abordando el trilema energético: Globalización vs Localización’ en la Cumbre Internacional de Energía AIEN, representantes de Brasil y Argentina explicaron lo que significa la transición para ellos y abordaron las tensiones entre la visión global (ya menudo del G8) y la perspectiva de los países individuales, en particular los del hemisferio sur.
Heloisa Borges Esteves, directora de Estudios de Petróleo, Gas Natural y Biocombustible de la Oficina de Investigación de Energía de Brasil, explicó cómo la transición energética ya ocurrió en dicho país. “Tenemos una de las matrices energéticas más limpias del mundo. El 90% de nuestra producción eléctrica ya proviene de energías renovables. Para continuar con este buen trabajo, debemos resolver el trilema básico: seguro, limpio y asequible.
“Los países en desarrollo tienen un desafío mayor que las economías desarrolladas. Estamos tratando de mejorar nuestra oferta. Esperamos que la demanda crezca un 30% para finales de la década. Será un gran logro agregar esto a nuestra matriz y mantenerla en un 90 % de renovabilidad», agregó.
“Estamos basando nuestra transición energética en cuatro pilares principales:
1 -Equilibrar impactos ambientales.
2- Desarrollo social y económico.
3 – Seguridad energética.
4- Mantener la competitividad del país.
Cecilia Garibotti, subsecretaria de Planificación Energética de Argentina, destacó otro problema que enfrentan algunos países latinoamericanos que no tienen el mismo problema en lugares como Europa: “¡Somos realmente grandes! Somos el octavo país más grande en términos de territorio y, por lo tanto, tenemos muchos climas y condiciones diferentes. En toda la región, tenemos una matriz más limpia que muchas otras partes del mundo. No hay una sola política de transición; hay muchos que necesitan adaptarse a la singularidad de cada país y diferentes zonas de un país en nuestro caso».
“Cuando pensamos en la transición, pensamos en diferentes recursos y necesidades del país y en la mejor manera de apoyar a las comunidades. En el norte, tenemos solar; en el sur, tenemos algunos de los mejores vientos del mundo. En el centro, tenemos la bioenergía. También tenemos una de las mayores producciones de petróleo y gas no convencional del mundo. No dejaremos de usar esto, ya que jugará un papel muy importante en la descarbonización de otros países, y tampoco podemos depender de otros países con conflictos geopolíticos de los que no formamos parte”, comentó.
Ambos panelistas coincidieron en que los desafíos financieros impuestos por la transición energética generarán diferentes pruebas para diferentes economías, pero cada uno enfrentará esto a su manera. “La transición es un conjunto de herramientas para que las empresas elijan piezas; no todos tenemos que enfrentarlo de la misma manera”, concluyó Garibotti.
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