Es innegable señalar que las energías renovables son el presente y el futuro para la mitigación del cambio climático. Nos encontramos atravesando una crisis ambiental a nivel global que viene impulsando la necesidad de encontrar alternativas limpias y hacer del medio ambiente, un lugar sustentable para nuestra generación y las próximas. El camino hacia una transición energética, desde los combustibles fósiles hacia las energías renovables, ya no es una alternativa ni una opción, sino que es una obligación y es importante destacar lo que este año divisó el sector.
La agenda verde está planteada y en este punto la energía eólica y solar son fundamentales para lograr la descarbonización. Nuestro país tiene enormes territorios para desarrollar diversos proyectos y, haciendo un balance, este último año fue un gran desafío tanto a nivel nacional como internacional para seguir avanzando en la transformación de la matriz energética para frenar el cambio climático.
El consenso básico e indiscutido indica que es necesario una mayor penetración de las energías renovables para lograr los mejores resultados a futuro por lo que es fundamental buscar que la promoción las energías limpias sea una política pública de los próximos 30 años y permita a Argentina cumplir con sus metas de descarbonización y de reducción de gases de efecto invernadero. Si los cambios de gobierno implican cambios de políticas públicas bruscas, es imposible seguir creciendo porque los proyectos tienen una planificación a 20 o 25 años de vida útil y no pueden estar sujetas a cambios que generen un clima de no inversión.
Hay que hacer especial énfasis también, en la necesidad de resolver las limitaciones en las redes de transporte y trabajar conjuntamente en los cuellos de botella. Recientes estudios han demostrado que la industria renovable generó este último año un ahorro de divisas de 800 millones de dólares entonces es una condición excluyente que las autoridades nacionales tomen decisiones sobre los proyectos que quedaron truncos luego de la interrupción de RenovAr y permitir liberar potencia para adjudicar nuevos proyectos. Si tomamos decisiones ahora entonces no solo vamos a asumir el compromiso con una gestión más sustentable para nuestra generación y las venideras, sino que en los próximos años tendremos un ahorro importante en la importación de combustibles. Dentro de todas las ventajas que tiene la industria, la generación de divisas es un factor clave para el país.
En esta línea, el sector renovable precisa acceso a financiamiento con el propósito de poder avanzar con los proyectos que son de capital intensivo. A diferencia de otras tecnologías, el sector eólico, por ejemplo, requiere de grandes inversiones iniciales que recién se van a poder recuperar hasta que entre en operación. Por este motivo es necesario tener un financiamiento competitivo que permita proyectar a largo plazo.
En Argentina, la capacidad instalada total se encuentra en alrededor de un 10%. El escenario que tuvimos este último año a raíz de la pandemia ralentizó el panorama de crecimiento, pero esto impulsa a los actores principales del sector energético a seguir apostando por una industria de generación energética limpia y cumplir con los objetivos de la Ley de Energías Renovables y los compromisos internacionales que hemos asumido a nivel país en cuanto a reducción de gases de efecto invernadero. Entonces, la clave para un desarrollo sostenible del sector requiere de seguridad jurídica, estabilidad macroeconómica y acceso a líneas de transmisión en las regiones con mejor viento e irradiación solar.
Sin embargo, hoy la sustentabilidad tiene mayor importancia no solo para el medioambiente, sino también para captar inversores. Los principales bancos de desarrollo o los fondos de inversión preguntan sobre la solvencia financiera y, además, hay especial interés en el impacto medioambiental, social y temas de gobernanza. Esto, en las compañías, empieza a ser clave para recibir financiamiento o no. Quienes no puedan cumplir con estos estándares hacia el futuro, indudablemente quedarán afuera del mercado.
Analizando el año, y más allá de haber atravesado un contexto complejo producto del Covid-19, este último tiempo ha crecido exponencialmente la demanda corporativa que actualmente se encuentra inmerso en un formidable desafío de transición energética y reducción de su huella de carbono. Es importante destacar el compromiso que hoy asumen muchas empresas del sector privado para comenzar a cambiar su perfil energético y en ese punto el sector renovable es el pie de apoyo para todos aquellos agentes sociales que deseen aportar su granito de arena en este inmenso camino hacia la sustentabilidad.
Por supuesto que si existen incentivos apropiados se puede acelerar la conversión y más allá de que nuestro país necesita recursos gubernamentales económicos claves, la forma de apoyar a la industria renovable y, sobre todo, a las distintas políticas de sustentabilidad, también están relacionadas en proveer a las grandes multinacionales proyectos medioambientales de generación limpia. Esto va más allá de una cuestión económica y tiene que ver con una disciplina corporativa por eso, hay que ser empáticos con el contexto que se presenta y poder colaborar con las empresas que hoy decidan comprometerse con una gestión medioambiental más limpia. Está claro que el principal driver de crecimiento para el sector en los próximos años va a ser el mundo corporativo.
A nivel internacional no podemos dejar de mencionar la reciente 26° Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) en Glasgow, Escocia, donde los líderes de todo el mundo junto a diversos actores económicos, políticos y sociales debatieron y establecieron acuerdos con foco el foco puesto en la importancia de las energías renovables para mitigar el cambio climático.
La transición hacia una economía neutra en materia de contaminación es el único camino que tenemos a nivel mundial para torcer el rumbo de la crisis ambiental por eso resulta fundamental no solo llevar a cabo acciones concretas a nivel global, sino que también es importante verificar que todos los acuerdos y compromisos que acepten los distintos actores sociales tengan una manera de ser controlados con el propósito de verificar su cumplimiento. En este aspecto lo ideal sería que hubiese una manera de accountability para ver qué están haciendo los países. Es decir, monitorear y penalizar a quienes no cumplen porque si todos los acuerdos que se generen no logran ser llevados a cabo, nos quedamos a mitad del camino. Está claro que es fundamental continuar trabajando en conjunto para hacer del medio ambiente un lugar mucho más sostenible.
Tenemos que mirar hacia el futuro teniendo en cuenta que no hay mucho tiempo cuando de cambio climático se trata. Entonces, es preciso contar con herramientas que permitan un proceso viable que ponga en acción a los mercados nacionales para lograr una mejor penetración del sector. Este año, con la pandemia, se puso en agenda la realidad de nuestra naturaleza demostrando los cambios notorios que se pueden lograr en nuestro planeta si actuamos en conjunto y a largo plazo. Aún tenemos un gran desafío por delante como sociedad y todos estamos incluidos en este propósito medio ambiental.
El futuro es hoy y las energías renovables son fundamentales para la reconversión de la matriz energética mundial y el eje de crecimiento hacia una generación más sustentable. La transición hacia una economía neutra en materia de contaminación ambiental es el único camino que tenemos para torcer el rumbo de la crisis ambiental.
*Director de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Genneia