El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ratificó el compromiso del país por reforzar la importancia de la transición energética y la apuesta hacia las nuevas tecnologías que permitan acelerar ese proceso.
“La prioridad de mi gobierno es retomar el desarrollo sostenible y la inclusión social en el país. Y la transición energética ecológica también es una oportunidad para que lo hagamos con empleos verdes en el área de las energías renovables”, sostuvo durante un evento en Europa.
“Tenemos un inmenso potencial solar y eólico, en la reutilización de residuos y en la cooperación de 30 millones de hectáreas de pastos y tierra degradada. Sumado a que estamos retomando la lucha contra la deforestación y una vez más estamos previniendo verdaderamente los delitos ambientales”, agregó.
Bajo ese contexto, el mandatario de Brasil planteó que se buscará recuperar los diálogos locales e internacionales y las inversiones “perdidas” durante los últimos seis años, entre ello en diversos rubros vinculados con la infraestructura y tecnologías que cada vez aparecen con más auge en el país, a pesar que aún se requiera un marco regulatorio correspondiente, como el caso de la eólica offshore y el hidrógeno verde, o mismo la transición hacia una movilidad más sustentable.
“Brasil posiblemente ya tiene la matriz energética más limpia del mundo, dado que el 80% de nuestra electricidad es limpia. Incluso en el tema de combustible, somos un país donde tienes un carro que puede tener 25% de gasolina mezclada con etanol, mezclando 50% o 100% de gasolina, no hay problema”, detalló Lula da Silva.
“También estamos apostando por el hidrógeno verde en todos los estados del Nordeste, en la perspectiva de que podamos establecer una sociedad muy grande con todo el mundo en la construcción de parques eólicos, en la construcción de biomasa, en la construcción de energía solar y en H2. Brasil está listo para volver a ser un gran país y volver a ser uno atractivo”, insistió.
Cabe recordar que el petista asumió el gobierno con un sector energético diferente al que abordó en los 2000, en sus primeros mandatos: un mercado más abierto; una Petrobras más rentable, pero con un programa de inversiones más reducido y con menos activos en cartera; una menor presencia estatal en el sector eléctrico, luego de la privatización de Eletrobras; y la realidad de la transición energética.
Pero esta apuesta por bajar las emisiones de gases de efecto invernadero y ser una nación más sustentable fue una de las premisas de su campaña electoral y parte de una de las seis promesas para vigilar el sector energético brasilero.
Incluso, desde la industria renovable ya manifestaron su apoyo a Lula da Silva, como el caso del presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, quien aseguró que la compañía española con presencia en Brasil será “una aliada fiel” en la transición, considerando que plantea invertir 30.000 millones de reales -aproximadamente 5.300 millones de euros- en los próximos tres años en el país.
Mientras que Elbia Gannoum, presidenta ejecutiva de la Asociación Brasileña de Energía Eólica (ABEEólica) consideró que, a partir del cambio presidencial “el país entrará en un gobierno de transición”, pero se mantuvo confiada en que a corto plazo se puedan llevar a cabo licitaciones para proyectos eólicos offshore.
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