Al final del día, la cuestión parece resumirse entre: quienes no saben bien qué es el Cambio Climático, quienes NO “creen”, quienes viven en “El día después de mañana” y quienes viven en “Hope”. ¿Cómo impacta estar de un lado o del otro? ¿Impacta de la misma manera? Pues resulta bastante evidente si lo analizamos. Me centraré fundamentalmente en las últimas tres conductas.
Hace poco hice un brevísimo análisis en mi cuenta de LinkedIn acerca de una entrevista televisiva en un canal de noticias a la que fue invitado Claudio Lutzky, profesor mío de posgrado sobre políticas del Cambio Climático de la Facultad de Derecho (punto para el programa y el canal). Comienza la entrevista. Muy pronto el periodista decide interrumpir mientras el entrevistado comentaba sobre la importancia de consumir menos energía eléctrica:
–«¿¿Por qué tengo que consumir menos energía eléctrica? ¿Por qué el Estado no favorece la generación de energía eléctrica renovable?! (…) ¡¿Yo tengo que consumir menos?! ¿o el Estado tiene que generar las condiciones para que se produzca energía sana»?-
¡Si al menos las preguntas no hubiesen sido retóricas!… hubiese sido una gran oportunidad para elevar el debate. Lo que veo aquí es otro maltrato al Cambio Climático. Sin ponerme a ahondar en si “el Estado sí” o “el Estado no” (Dejo link a quien le interese: https://www.argentina.gob.ar/noticias/energias-renovables-cinco-nuevos-proyectos-en-tres-provincias-incorporan-mas-de-187) el maltrato lo observo en la forma con la que, rápidamente, nos deshacemos del problema que nosotros mismos generamos o potenciamos.
Días después, en la misma red, leí una publicación que adjuntaba una noticia acerca de la instalación de térmicas a carbón en China que hace caer el buen promedio mundial en la tarea de descarbonización.
La noticia estaba adjunta y estaba presentada: “Así imposible frenar el Cambio climático” y continuaba “la aceleración por descarbonizar el planeta queda en nada…” y ello disparó comentarios como: ”Así no vamos a ninguna parte, todos los esfuerzos del resto del mundo a la basura (¿se imaginan cómo sería si el resto del mundo no hubiese hecho ese esfuerzo?); “qué desgracia”; “Al final es como remar contra la corriente”; “Vamos a peor”… etc etc.
“Imposible, queda en nada, los esfuerzos a la basura, qué desgracia, remar contra la corriente, vamos a peor y ¡¿Por qué yo tengo que consumir menos energía eléctrica?!”…Todo ésto ¿qué les dice? ¿En qué rol nos deja a nosotros como ciudadanos? ¿Qué rol podemos ocupar como comunicadores?
Transmitir un mensaje fatalista de apocalipsis haciendo hincapié únicamente en lo terrible que el fenómeno es, a lo único que contribuye es a fomentar la desidia y la resistencia: ¿para qué me voy a informar? ¿o para qué voy a hacer “X” cosa?, si al final no cambia nada, todo termina mal igual. Aquí, una buena barrera anti fatalismo es aportar ideas de lo que sí puede hacerse, por ejemplo: compartir medidas de eficiencia energética en el hogar.
Por el otro lado, transmitir un mensaje de esperanza “per se” puede contribuir al mismo efecto que el punto contrario, pero actuando de manera inversa: generando un mundo de fantasía o provocando hasta el mismo descreimiento y la indiferencia (¿recuerdan el chiste “te mandé las tres lanchas”?).
En cualquier de estos puntos, salvo que se le sume información pertinente y concreta que contribuya al pensamiento crítico y que desemboque en la acción ciudadana, el Cambio Climático seguirá siendo una cuestión de Fe. (Y por defecto, caemos en quienes “creen” y quienes “no creen”).
La clave parece ser: evitar el periodismo militante (como escuché hace unos meses decir a Sergio Federowski en un taller de periodismo ambiental) y asegurarnos de compartir información, invitar al debate y nutrirnos con aquellos que analizan el fenómeno. (Que el periodismo sea Didáctico, Formativo, Instructivo y Concientizador decía Federowski). Quien bien se informa, bien sabe que el Cambio Climático existe y no se trata de una cuestión de fe; que la actividad antropogénica es la responsable de intensificar el fenómeno y que cada acción cuenta (como suelo decir siempre) o que cada gota moja (como escuché decir hace poco).
Entonces, de aquí se deriva sin esfuerzos, la necesidad que Tais Gadea Lara nos recuerda siempre de recurrir a Fuentes Primarias -en plural, más de una- (evitar “ella dijo que él dijo que el Informe del IPCC asegura…”). Si nuestro deseo de contribuir es genuino, como menos, debemos tomarnos con responsabilidad su divulgación.
Partiendo de esa base, es crucial abordar la temática como lo que es: transversal. No se trata de un tema exclusivamente científico. Hablar de Cambio Climático es hablar de un tema que impacta mundialmente; es hablar de economía (ej: cómo afecta el calentamiento a los suelos y por ende, a las cosechas), de geopolítica (el mundo tiene fronteras, pero las consecuencias del CC no: migraciones demográficas de áreas más vulnerables a países en mejor condiciones), de género (las desigualdades generales se potencian y las poblaciones vulnerables son las más afectadas); de la salud ciudadana (la contaminación por ej.), etc.
Por consiguiente, es necesario que difundamos información sobre Cambio Climático sin caer en un abordaje puramente cientificista y que sumemos, en la medida de lo posible, el resto de las variables. No sólo porque el fenómeno es así, sino también, porque es la manera de acercar el Cambio Climático a la mayor cantidad de población, involucrarla y volverla un agente de cambio. “Bajar a tierra”.
Repasando
Todo indica que la mejor manera de contribuir es: asumiendo el compromiso de aportar información sin caer en fantasías o anuncios de apocalipsis, generar espacios reales de debates, sumar a especialistas, abordar la temática de manera integral y aportar ideas para llevar adelante en el día a día (en la próxima columna me ocuparé de este punto en particular que suelo llamar “Las pequeñeces que hacen al todo”).
Los responsables de intensificar el fenómeno somos nosotros.
¡Buenas noticias! también podemos atenuarlo.