¿Qué balance realiza de la evolución de las inversiones en energías renovables en mercados centroamericanos?

Es evidente que ha habido una transición importante en toda la región hacia el sector renovable. En ese sentido, la mayoría de países tienen aprobados incentivos de alguna naturaleza hacia energías renovables y otras tecnologías sostenibles como, por ejemplo, para la movilidad eléctrica. Obviamente, la diferencia que existe y que sigue siendo una limitación en la mayoría de la región -tal vez, con la única excepción de Guatemala- es la regulación del mercado.

La regulación que en Guatemala permite una mayor participación del sector privado de toda la cadena del sector eléctrico e incluso se permite la comercialización directa para grandes usuarios y hacer una conexión más directa entre el generador y el consumidor sin tener que pasar por entes comercializadores altamente regulados, no está en todos los mercados y pues eso también abre o cierra posibilidades de inversión bastante fuertes.

Hasta hace unos años, generar a base de carbón era muy rentable por sus bajos precios, pero hacer esa operación hoy por hoy tras el disparo en los precios de los energéticos como el carbón afectó la ecuación. Las matrices que dependen mucho de la generación hídrica eléctrica, pues también está muy vulnerable al cambio climático. Por eso, en los últimos cinco años o un poco más, hay una clara vocación y desarrollo de la energía renovable como eólica y solar en la región.

¿Está llegando financiamiento para este tipo de tecnologías?

Yo pensaría que sí hay una oportunidad muy grande. Tiene conexiones directas con algunos de los de los objetivos de los multilaterales, por ejemplo, pues en temas de cambio climático que sabemos que es un claro objetivo de desarrollo sostenible y que pues muchas entidades tienen en la mira. Entonces definitivamente eso debería de abrir oportunidades importantes para capitalizar mecanismos de financiamiento no convencionales pero hay que resolver otros temas antes.

¿Como cuáles? 

Hay que saber alinear esa oportunidad de mercado con las comunidades. Algunos proyectos en Centroamérica enfrentan llamémosle bloqueos de comunidades ancestrales o indígenas por no conciliar algunos temas o tener ya una oposición fuerte a proyectos mineros y proyectos energéticos en general.

Entonces, pues sí se necesita una conciliación de esa visión país que nos permita entender pues que es una necesidad y que permita el desarrollo de estos proyectos, pero a nivel particular de financiamiento seguro si hay una oportunidad importante a través de los multilaterales, la banca de desarrollo.

Por otro lado, ¿el riesgo soberano influye en la necesidad de apoyo de las entidades? 

Al final, el riesgo soberano es un indicador mínimo de los niveles de riesgo dentro del país. A eso hay que atribuirle además el riesgo que pueda tener la industria o el proyecto a financiar.

En la condición de un índice de riesgo tomas el riesgo soberano como tu referencia y a eso le sumas si estás identificando un riesgo adicional en el proyecto. Entonces de por sí hay países de la región que ya demuestran un riesgo alto, particularmente Honduras y particularmente El Salvador.

Y de cara a las transiciones de gobierno en algunos países centroamericanos, ¿qué impactos podría haber en las inversiones en el año 2024? 

Dados los cambios de Gobierno en muchos de los países de la región, lo que estamos viendo es que la tónica será una desaceleración de las inversiones. Obviamente, el inversionista -sea del sector que sea- lo que requiere es certeza en las condiciones en las que va a estar operando de largo plazo.

En el caso de Guatemala -ya con autoridades electas- hay ciertas dudas en torno a las políticas que pudiera implementar el presidente electo Bernardo Arévalo.

En el caso de El Salvador, la duda no llegaría a ser qué políticas se van a implementar, porque entendiendo las altas posibilidades que tiene el presidente Nayib Bukele de ser reelecto, sí las genera a partir de ciertas dudas por las prohibiciones constitucionales de la reelección en El Salvador que podrían acarrear temas legales y potenciales sanciones de organismos multilaterales y países de primer mundo.

En Panamá, también se duda sobre el resultado electoral y las políticas que pudiera implementar quien resulte electo.

¿Qué cambios en la dinámica de los negocios se producirían? 

Las consecuencias económicas serían empezar a elevar los niveles de incertidumbre, hacer que las inversiones se pongan en pausa. No estoy diciendo ni mucho menos que vayan a haber salidas de capitales en la región. No lo veo necesariamente de esa naturaleza. Pero sí, al tener dudas e incertidumbre, lo que se hace es detener o pausar las decisiones de inversión.

¿Qué señales podrían recibir los inversionistas hacia mitad del año que viene para retomar el ritmo de inversiones? 

Yo creería que lo importante en este caso es recibir las señales correctas. En el caso de Guatemala -que sería algo similar en el resto de países- al momento no hay una confirmación clara de quiénes conformarán todo el gabinete de gobierno, quienes están ocupando los distintos ministerios, y una muy buena señal sería en ministerios claves y muy relacionados con el sector privado o con el desempeño de la actividad productiva poder nombrar a personas de tecnócratas que puedan diseñar o que puedan mandar señales positivas al sector productivo.

Por ejemplo, sería muy positivo que durante el primer semestre quede clara una prioridad del gobierno hacia en necesidades particulares como por ejemplo el mejoramiento de la infraestructura.

Enfocarse en hacer que los países tengan las condiciones adecuadas para albergar y garantizar certeza en las inversiones del país, eso sería clave. Eso mandan manda mensajes muy claros y seguro haría que las inversiones empiecen a a repuntar nuevamente.

¿Qué situación en común se encuentran atravesando las economías en la región centroamericana?

Hay divergencias entre países pero si buscáramos elementos comunes, un elemento común sería la influencia de las economías más grandes, particularmente Estados Unidos. Sobre esa influencia sí debemos reconocer que no es muy alentadora; durante todo el año percibimos temores de una potencial recesión y en las últimas semanas estamos viendo señales un tanto más preocupantes de esas principales economías mundiales que se traducen por lo menos en una fuerte desaceleración, si no es que ya una potencial recesión.

Obviamente tiene un impacto en nuestros países muy dependientes del primer mundo, siendo economías abiertas con fuertes transacciones de exportaciones principalmente para el triángulo norte de Centroamérica -o sea, Guatemala, El Salvador Honduras y también para Nicaragua- ya que el tema de las remesas es sumamente importante y vienen en un 95 a 98% de los Estados Unidos entonces se tornan economías muy vulnerables a lo que pueda suceder en el exterior.

Entonces, el hecho común en la región es una economía que está con una importante desaceleración, pero si ya entramos a ver las economías particularmente de Centroamérica, sí te diría que ahí se ven algunas diferencias importantes porque países como Guatemala como Honduras reflejan ritmos de crecimiento positivos, tal vez menores que el año pasado y particularmente el 2021, pero que sigue siendo un ritmo de crecimiento adecuado. Luego, en contraposición hay países como El Salvador que ya muestran debilidades más latentes. Hay países que están bastante más endeudados que otros en donde Guatemala y Nicaragua tienen niveles de endeudamiento sustancialmente menores de los que tienen, por ejemplo, El Salvador y Costa Rica.

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