La decisión de desplazar a Guillermo Nielsen, como anticipó ayer EconoJournal, y poner como presidente de YPF al diputado por Santa Cruz Pablo González es una muestra más del control que ejerce el cristinismo sobre la política energética, pero no altera la correlación de fuerzas al interior de la petrolera. Nielsen estaba corrido hace tiempo de la toma de decisiones, casi desde que asumió. El desembarco de un pingüino probablemente fuerce alguna redistribución de los escasos recursos que YPF tiene para invertir en las distintas cuencas, pero la conducción política se seguirá ejerciendo en las oficinas donde trabajan los delegados puestos por la vicepresidenta.
La salida de Nielsen
Nielsen encontró rápidamente sus límites dentro de la compañía cuando en diciembre de 2019 intentó aumentar el precio de los combustibles. El cristinismo le bajó el pulgar a esa decisión y Santiago “Patucho” Álvarez, vicepresidente de Asuntos Corporativos, Comunicaciones y Marqueting y miembro de La Cámpora, lo mandó a desdecirse frente a los periodistas a los que el ex secretario de Finanzas les había adelantado el aumento. Fue un gesto de disciplinamiento destinado a dejar en claro quién iba a mandaba adentro de la empresa. La designación de Sergio Affronti como CEO ratificó luego esa situación y la extendió ya no solo a las definiciones políticas sino a la gestión técnica de la empresa, con el armado de una línea gerencial donde Nielsen no tuvo prácticamente influencia. Por todo esto será difícil asignarle ahora responsabilidades en los problemas que viene enfrentando la compañía, aunque seguramente haya voces en el gobierno que exploren ese camino una vez que se concrete el cambio, ya que suele ser un clásico de la política atribuirle todos los males a quien acaba de ser eyectado por la ventana.
No llegó a ser un fantasma como Lanziani, el primer secretario de Energía que designó Alberto Fernández, porque por su propia personalidad Nielsen dejaba trascender informalmente sus diferencias con lo que venía haciendo YPF. Aunque a veces parecía opinar más como un analista de la realidad que como el presidente de la principal petrolera del país, sus palabras generaban cierto malestar dentro de un cristinismo acostumbrado al hermetismo y la verticalidad. Esas diferencias se evidenciaron por última vez en el diseño de la estrategia de reestructuración de la deuda de la empresa y entonces aprovecharon para darle el tiro de gracia y quedarse con la amplia oficina que Nielsen ocupa en el piso 32 de la Torre de Puerto Madero porque lo simbólico a veces también importa.
Con la salida de Nielsen se va uno de los hombres que había sido elegido directamente por el presidente Alberto Fernández. Desde el albertismo se han esforzado en los últimos meses por mostrar los cambios en el sector energético como parte de una estrategia consensuada con Cristina Kirchner y no una mera delegación de ese espacio. Así fue cuando asumió Darío Martínez como secretario de Energía, a quien presentaron como uno de los hombres del presidente en Neuquén. En este caso será difícil adecuar la llegada de Pablo González a ese relato, pues está claro que no es ni por asumo una persona cercana al presidente.
La llegada de Pablo González
Los antecedentes de Pablo González dejan en claro por si solos que no llega a la presidencia de YPF por su conocimiento del sector energético. Quienes armaron el curriculum que filtraron a la prensa tuvieron que esforzarse para encontrar un antecedente vinculado a la energía. Su paso como director de Distrigas Sociedad Anónima en 1994 fue lo mejor que pudieron conseguir.
Su perfil es netamente político. Fue Subsecretario de Recursos Tributarios de la Provincia de Santa Cruz entre 1999 y 2003; fiscal de Estado desde 2003 hasta 2007, cuando asumió como ministro de Gobierno de Daniel Peralta. Ese mismo año fue elegido diputado provincial asumiendo además como vicepresidente 1° de la Cámara de Diputados, pero en julio de 2008 fue designado por Peralta como jefe de Gabinete de la Provincia hasta diciembre de 2011, cuando dejó el cargo para asumir como senador nacional. Además, ingresó como representante de la mayoría del parlamento al Consejo de la Magistratura de la Nación donde fue designado Presidente de la Comisión de Administración. En 2015 asumió como vicegobernador de la Provincia de Santa Cruz en la fórmula que integró con Alicia Kirchner. En esos años, muchas veces tuvo la difícil tarea de negociar con el macrismo en nombre de la gobernadora.
En ese camino se encuentra la explicación que lo llevará a la presidencia de YPF y no en su conocimiento del sector energético. Igual en Santa Cruz esperan que la llegada de uno de los suyos tenga como consecuencia una mayor actividad de la petrolera en la provincia, donde el año pasado se ha hecho poco y nada.
La entrada Qué significa la llegada de Pablo González como nuevo presidente de YPF se publicó primero en EconoJournal.
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