A pesar de la oposición de Ucrania y de sus pares europeos el suministro de gas ruso a Eslovaquia fue restablecido a través del gasoducto TurkStream, según declaraciones a Euronews, del jefe de la compañía energética estatal eslovaca SPP, Vojtech Ferencz.

Esta ruta sustituye el tránsito previo a través de Ucrania, que fue interrumpido luego de que Kiev rechazara prorrogar el contrato de tránsito con Gazprom, suspendiendo el flujo de gas desde el 1 de enero. El gasoducto inicia en la costa rusa y recorre más de 930 kilómetros a través del mar Negro, finalizando en la región turca de TraciaFerencz también anunció que a partir de abril el suministro de gas se duplicará, lo que ayudará a garantizar la seguridad energética del país. El contrato vigente con Gazprom, que se extiende hasta el 2034, no será rescindido, aseguró el directivo. Además, la empresa SPP está tomando medidas adicionales, como llenar sus depósitos a partir del verano para prepararse para la próxima temporada de invierno y establecer una filial en Ucrania con una licencia de transporte de gas.

La reanudación del suministro a través de TurkStream, un gasoducto que conecta Rusia y Turquía a través del mar Negro, subraya la importancia estratégica de esta infraestructura energética. Con una capacidad anual de 31.500 MMm3 , el gasoducto no solo garantiza el abastecimiento a Turquía, sino también al sureste de Europa.

Este acuerdo es una muestra de la compleja situación energética en Europa, donde los intereses de los distintos países chocan con las tensiones geopolíticas, particularmente en torno a Ucrania, que ha buscado reducir su dependencia del gas ruso en medio del conflicto con Moscú. Para Eslovaquia, sin embargo, el gas ruso sigue siendo un componente esencial de su seguridad energética a largo plazo.

El dilema del GNL ruso

En un giro que desafía la narrativa de las sanciones económicas contra Rusia, los países de la Unión Europea (UE) han optado por no imponer una prohibición total a las importaciones de gas natural licuado (GNL) procedente de Moscú. Esta decisión, que responde a la imperiosa necesidad de garantizar la seguridad energética del continente, refleja el pragmatismo y las contradicciones con el que Europa enfrenta un invierno riguroso y un incierto panorama político en Alemania. En paralelo, continúan los anuncios de financiamiento y de envío de armas a Kiev. De hecho, Francia entregó a Ucrania en la segunda semana de febrero,  los primeros aviones de combate Mirage 2000-5, en cumplimiento del compromiso anunciado en 2024 por el presidente Emmanuel Macron, según informó el ministro francés de Defensa, Sébastien Lecornu.

Sanciones

El nuevo paquete de sanciones en discusión dentro del bloque comunitario no incluirá un veto completo al GNL ruso, según el borrador que la Comisión Europea presentará este 29 de enero. Si bien se contemplan restricciones destinadas a impedir que este gas llegue a terminales fuera del sistema europeo, la mayoría de las importaciones actuales no se verán afectadas, lo que evidencia la dependencia de la región de este recurso esencial.

Diplomáticos de la UE han señalado que la inestabilidad energética, agravada por la reducción de reservas de gas y el aumento de la demanda debido a las bajas temperaturas, ha sido determinante en la negativa a un embargo absoluto. A ello se suman factores políticos internos, como las elecciones al Parlamento alemán el próximo 23 de febrero, que dificultan la adopción de medidas drásticas.

“Antes de bloquear el GNL ruso, necesitamos asegurarnos de tener acuerdos con otros proveedores, como Estados Unidos”, advirtió una fuente diplomática, enfatizando la falta de alternativas inmediatas. La realidad es innegable: sin el gas ruso, Europa enfrenta un riesgo significativo de escasez, justo cuando la necesidad de energía es más crítica.

Impacto limitado

Desde el inicio del conflicto en Ucrania, Europa ha implementado una política de sanciones contra Rusia con la expectativa de debilitar su economía. No obstante, los resultados han sido distintos a lo previsto. Mientras la economía rusa se mantiene estable, el impacto en Occidente ha sido severo, con un alza en los costos energéticos que golpea tanto a los hogares como a las industrias. Ante este escenario, crecen las voces dentro de la UE que piden una revisión de la estrategia y cuestionan la efectividad de las sanciones.

Además de la cuestión energética, el nuevo paquete de sanciones contempla la posible desconexión de 15 bancos rusos del sistema de pagos SWIFT y una prohibición progresiva a las importaciones de aluminio ruso, que representa el 8% de la producción mundial. Sin embargo, estas medidas parecen insuficientes para alterar significativamente el rumbo de la economía rusa, mientras Europa sigue enfrentando incertidumbre sobre su propio abastecimiento.

Von der Leyen en la encrucijada

Durante el Foro Económico Mundial en Davos, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, admitió las dificultades que enfrenta la UE debido a su rechazo a los recursos energéticos rusos. En su discurso, destacó la drástica reducción del 75% en las importaciones de gas ruso, así como la casi total eliminación de las compras de petróleo y carbón. No obstante, reconoció el alto precio que ha pagado la región por esta decisión, con un aumento descontrolado en los costos de la energía.

Von der Leyen subrayó que el 50% del gas que actualmente consume Europa proviene de Estados Unidos, una señal de los esfuerzos por diversificar las fuentes de suministro. Sin embargo, los desafíos persisten: la interrupción del tránsito de gas ruso a través de Ucrania podría generar un déficit energético en Europa, aumentando la demanda de GNL en el mercado global y presionando aún más los precios.

La postura crítica no ha tardado en surgir dentro del propio bloque. Christine Anderson, parlamentaria del partido alemán Alternativa por Alemania (AfD), cuestionó la política energética de la región y enfatizó la dependencia innegable de Alemania del gas ruso. Sus declaraciones reflejan un creciente escepticismo sobre la viabilidad de las actuales sanciones y la necesidad de adoptar una estrategia más pragmática.

Un equilibrio precario

En un contexto de creciente incertidumbre energética, Europa se encuentra en la difícil tarea de equilibrar la presión sobre Moscú con la urgencia de asegurar su propio suministro. La decisión de no prohibir completamente el GNL ruso es una muestra de que la realidad geopolítica y económica prevalece sobre la retórica sancionadora.

Mientras las temperaturas caen y la demanda de energía se dispara, la UE se enfrenta a un dilema que pondrá a prueba su capacidad de maniobra en los próximos meses. Más allá de las sanciones y las declaraciones políticas, la necesidad de garantizar estabilidad energética sigue siendo el factor decisivo que determina la postura de Europa ante Rusia.