El financiamiento climático es uno de los temas más importantes de las negociaciones en el marco de la Conferencia de las Partes (COP), la cumbre que realiza anualmente la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Al respecto, se ha hablado de que este financiamiento a nivel internacional podría ser impulsado a partir de 2020, por la transferencia de 100 mil millones de dólares anuales provenientes de países desarrollados y destinados a los países en desarrollo.

Al respecto, Sandra Guzmán, fundadora y coordinadora de la Agenda Internacional del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC) aseguró:

“Hoy, sabemos que los 100 mil millones de dólares anuales no son suficientes».

Y,de cara a la COP26, durante la Semana del Clima de América Latina y el Caribe 2021, advirtió: “Tenemos que conversar sobre una nueva meta de financiamiento climático”.

Sandra Guzmán, fundadora y coordinadora de la Agenda Internacional del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC)

Para la experta fundadora de GFLAC, es importante hablar de un mayor flujo de financiamiento, pero no se debería asegurar un nuevo monto hasta tanto se pueda responder cuánto es suficiente.

Un camino recomendado por Sandra Guzmán es aplicar dedicadamente mecanismos de medición, reporte y verificación de financiamiento climático que revelen el estado de situación actual y las necesidades de financiamiento para poder establecer una meta global que esté basada en evidencia con transparencia.

Como respuesta preliminar para la región, el GFLAC elaboró un índice de finanzas sostenibles que ayuda entender primeramente cómo los países de América Latina están haciendo inversiones tanto en materia de sostenibilidad, como en actividades intensivas en carbono.

Entre los principales resultados que se extraen de ese valioso índice que considera a los 21 países más emisores de la región, la experta de GFLAC destacó:

“Se identifica que hay un 196% más de ingresos intensivos en carbono que los que tenemos en temas de sostenibilidad”.

“Además, tenemos 43% más presupuesto intensivo en carbono. Es decir que seguimos invirtiendo cada vez más en actividades intensivas en carbono frente a actividades de sostenibilidad”.

En este escenario, resultaría crucial reforzar la transparencia para identificar esas brechas y determinar cuáles serían las actividades que permitirán transitar un camino certero a la descarbonización.

“Sabemos que no vamos a poder descarbonizar las finanzas públicas o el financiamiento en general de la noche a la mañana. Pero, si tenemos sistemas de monitoreo y logramos hacer las trayectorias, vamos a ser más exitosos”, opinó.

Finalmente valoró como indispensable abordar estrategias locales que garanticen que ese flujo de financiamiento que se asigna, realmente esté cumpliendo con los objetivos para los que fueron planteados en pos de la reducción de emisiones, la disminución de vulnerabilidad y el incremento de la resiliencia.