América Latina y el Caribe fue una de las regiones más afectadas por la pandemia del COVID-19, tanto en su economía como en su consumo energético, debido a las medidas sanitarias, tomadas por los gobiernos de los diferentes países, con el objetivo de contener la expansión del virus y salvaguardar la vida de sus ciudadanos, principalmente el confinamiento, el teletrabajo y el cierre de las fronteras internacionales, aéreas, marítimas y terrestres.
Estas medidas significaron una contracción en el consumo de energía en el 2020, del orden del 4.1% respecto al 2019. Sin embargo, a partir de la reapertura parcial y total de las economías, la región ha iniciado un proceso de recuperación a partir del 2021, que se estima se mantenga al mediano y largo plazo, traduciéndose en un incremento sostenido del consumo energético.
Esto supone el reto de buscar las alternativas para abastecer la demanda creciente y recuperada de energía y también utilizar el sector energético como parte de la recuperación económica sostenible de América latina y el Caribe. Situación energética actual de ALC (referida a balances de energía 2020)
Consumo final de energía
El consumo final del energía en el año 2020, para toda la región de ALC, fue de 582 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) de los cuales el 35% correspondió al sector transporte, el 30% al sector industrial, el 18% al sector residencial y el 16% a otros sectores; mientras que en su estructura por fuentes, los derivados de petróleo predominaron con el 51%, seguidos por la electricidad con el 19%, la biomasa con el 15%, el gas natural con el 11% y el carbón mineral y coque con el 4%.
Capacidad instalada de generación eléctrica
ALC, en 2020, registró una capacidad instalada total de generación eléctrica de 457 GW, de la cual el 60% corresponde a centrales que usan fuentes de energía renovables (ER) y el 17% a centrales con fuentes de energía renovables no convencionales (ERNC) como la geotermia, la eólica, la solar y la biomasa. La eólica y la solar, participaron solamente con el 7 y 4% respectivamente del parque generador eléctrico de ALC. Es importante destacar que aún en el contexto de pandemia, la incorporación de energías renovables no convencionales siguió su proceso de crecimiento acumulando 11,242 MW instalados en el año, mientras que, por otra parte, se desinstalaron 25,400 MW de generación a partir de combustibles líquidos y carbón.
Generación de energía eléctrica
En cuanto a la producción de electricidad por fuentes, el 61% fue de origen renovable, con el amplio predominio de la hidrogenaría con el 46% de participación, el 15% corresponde a ERNC, de las cuales el 7 y 2% respectivamente corresponden a la generación eólica y solar.
Oferta total de Energía
La oferta total de energía en el 2020 fue de 807 Mtep, de los cuales alrededor del 30% fue de fuentes de energía renovable, aunque se mantuvo el predominio de los hidrocarburos con el 64%, de los cuales 37% fue de petróleo y derivados y 27% de gas natural. La biomasa participó con el 18%, la hidroenergía con el 8% y las otras ER con el 4%. El 6% restante se lo lleva la oferta de carbón mineral y energía nuclear.
Prospectiva energética al 2030 y 2050. Los senderos de la descarbonización.
Con el fin de analizar las posibles hojas de ruta que el sector energético de ALC, debería seguir con el fin de cumplir con las metas de descarbonización del sector energético, con miras a contribuir con las estrategias globales de llegar al año 2050 con emisiones netas cero de carbono, OLADE realizó un ejercicio de prospectiva, en el cual se analizaron dos escenarios: uno de línea base (BAU) que representa la continuación de los planes y políticas actuales de expansión del sector energético y otro orientado a llegar a estabilizar o empezar a disminuir las emisiones de CO2 del sector, pese al crecimiento de la demanda de energía. A este segundo escenario se le llamó escenario PRO NET-0. Dicho ejercicio de prospectiva tomó como año base de las proyecciones, el 2109. A continuación, me refiero a los resultados más relevantes del ejercicio que realizamos y el impacto previsto en el mediano y largo plazo.
Consumo final de energía.
En el escenario BAU, el consumo final de energía en la región de ALC, alcanzaría los 730 Mtep en el 2030 y los 1090 Mtep al 2050, lo que representa un crecimiento promedio anual de alrededor del 2% con respecto al 2019. Bajo este escenario, la estructura de la matriz del consumo no sufre variaciones importantes, ni para el 2030 ni para el 2050, puesto que todavía la mayor participación en dicha matriz la mantendrían los hidrocarburos con cerca del 61% y la participación de la electricidad se mantendría en alrededor del 20% durante el período de proyección.
Por otra parte, bajo la aceleración de la descarbonización y adopción tecnológica en reemplazo de fuentes fósiles a nivel de usos finales del escenario PRO NET-0, que contemplan, mayor electrificación de los usos finales de la energía, incluido el transporte, mayor uso de biocombustibles líquidos y otra biomasa moderna, mejoras a nivel de eficiencia energética, mayor penetración de renovables, un rol del hidrógeno en sustitución de fuente fósil, mayor uso a nivel de almacenamiento, etc., el consumo final llega a 711 Mtep en 2030 y 1009 Mtep en 2050. Además, la electricidad gana participación frente a los hidrocarburos al pasar del 18% en 2019 al 22% en 2030 y 30% en el 2050. También es relevante el incremento en la participación de la biomasa moderna (biocombustibles).
Capacidad instalad de generación eléctrica
En cuanto a capacidad de generación eléctrica, mientras en el escenario BAU, ALC apuesta por expandir su parque generador, principalmente con centrales a gas natural y ERNC, la renovabilidad del parque generador al 2030 alcanzaría solamente el 65%, lo que es insuficiente para cumplir la meta de la iniciativa RELAC (70% renovable al 2030), e incluso al 2050, con 66% de renovabilidad no se alcanzaría dicha meta. Bajo el escenario PRO NET-0 sin embargo, la apuesta de la expansión del parque generador es principalmente de fuente renovables con lo que al 2030 se alcanzaría el esperado 71% de generación renovable y se avanzaría en la misma línea hasta el 2050 llegando al 86% de renovabilidad del parque generador. Por su puesto, que este esfuerzo significaría instalar, cerca de 151 GW adicionales de capacidad renovable al 2030 y 823 GW de capacidad renovable al 2050, para abastecer el mayor crecimiento en la demanda de electricidad.
Generación de energía eléctrica
En concordancia con las proyecciones de capacidad instalada, la matriz de generación eléctrica mejora su renovabilidad en el escenario BAU al pasar del 57% en el 2019 al 64% en el 2030 y al 72% en el 2050. Mientras que, con la penetración acelerada de fuentes renovables en el parque generador, asumida en el escenario PRO NET-0, al 2030 se llegaría justo con el 70% de renovabilidad de la matriz de generación eléctrica y se podría avanzar llegando al 2050, con cerca del 88% de renovabilidad.
Cabe anotar también que mientras en el escenario BAU se generarían alrededor de 3,191 TWh al 2050, en el escenario PRO NET-0 la generación sería de 4,351 TWh debido a la mayor demanda de electricidad en este escenario y que refleja una profunda electrificación a nivel de consumos.
Oferta total de energía
Bajo la proyección del escenario BAU, la renovabilidad de la matriz de oferta total de energía seguiría mejorando al ritmo que lo ha venido haciendo históricamente, pero se mantendría en valores cercanos al 30% debido a que, aunque existe mayor penetración de las ER, la sustitución del consumo de biomasa convencional (leña) por GLP y la importante penetración del gas natural hace que este indicador se compense en su crecimiento.
Sin embargo, con el camino del escenario PRO NET-0, gracias a que la biomasa moderna y las otras ER penetran aceleradamente tanto en la matriz de consumo final, como en la matriz de generación eléctrica, el indicador de renovabilidad alcanzaría un 36% en el 2030 y hasta un 56% en el 2050, convirtiéndose para este último año en una matriz predominantemente renovable. En cuanto a valores absolutos, mientras en el escenario BAU, la oferta total de energía sería de 1,483 Mtep, en el escenario PRO NET-0, esta oferta sería de 1,439 Mtep, produciéndose un ahorro anual, gracias a la mejora de la eficiencia energética medida en términos de energía primaria.
Emisiones de CO2 del sector energético
Mientras en el escenario BAU, las emisiones de CO2 del sector energético, siguen un patrón de crecimiento continuo en el período de proyección post-pandemia (luego del año 2020), pasando de 1,762 Mt de CO2 en el 2019 a 2,764 Mt de CO2 en el 2050, con los supuestos del escenario PRO NET-0, las emisiones anuales de CO2 del sector, disminuyen en un 14% en el 2050 respecto al año base y en un 45% respecto al valor proyectado en el escenario BAU, lo que equivale a 1241 Mt de CO2 anuales evitadas para ese año.
Conclusiones
Lo que acabo de desarrollar es el resumen de un estudio prospectivo realizado por OLADE, que se encuentra publicado en todo su contenido en el Panorama Energético de América latina y el Caribe 2021, que refleja algunas realidades:
En primer lugar, muestra que las acciones tendenciales, que implica continuar con lo que hemos venido haciendo, con el contexto de políticas vigentes, sin modificar o acelerar acciones, no permitirá cumplir a nivel a nivel de región con los compromisos climáticos y las metas de penetración de energías renovables fijadas en muchas plataformas de diálogo regional.
En segundo lugar, nos muestra que para el desarrollo de un escenario de crecimiento más en línea con una profunda descarbonización de nuestra región, es necesario acelerar los procesos de sustitución de fuente fósil y la electrificación de una buena parte de la demanda final de energía, con la adopción de tecnologías destinadas a electrificar una parte de la demanda en transporte y la incorporación de nuevos vectores energéticos.
También el análisis demuestra que esta aceleración de la descarbonización no se dará por una simple acción del mercado, que evolucionaría de forma natural en lo tendencial con el escenario de políticas actuales. Los procesos de aceleración requieren de programas con mayores incentivos, una mayor acción a nivel de políticas públicas, nuevas regulaciones que acompañen la modernización de los mercados y generen entornos favorables para que se desarrollen y escalen nuevos modelos de negocio. Lo cual se enfrenta a la existencia de barreras estructurales que muchas veces escapan de lo estrictamente vinculado al sector energético.
Otro aspecto de relevancia es que, aunque la adopción acelerada de nuevas tecnologías orientadas a la descarbonización, tiene externalidades positivas desde el punto de vista ambiental que son innegables, también requiere de flujos de capital adicionales que permitan estas necesarias transformaciones estructurales. En tal sentido, los escenarios de desarrollo acelerado de la descarbonización se enfrentarán a las restricciones de capital de nuestras economías regionales. Por otro lado, tampoco surge del análisis que este sendero sea el óptimo desde el punto de vista de costo-eficiencia en la asignación de los recursos. Claramente una discusión muy profunda y que no podríamos resolver en este artículo.
Otro elemento que debemos poner también sobre la mesa, es que, estos senderos dependen fuertemente de la estructura actual de financiamiento de algunas de nuestras economías, en donde la incidencia de las rentas provenientes de las industrias extractivas, se convierte en una importante restricción.
Adicionalmente y para cerrar, también se pone de manifiesto la necesidad de una transferencia de recursos financieros desde las economías desarrolladas (principales causantes del stock de gases de efecto invernadero en la atmósfera) a las economías emergentes, incluida Latinoamérica y el Caribe, ya que de otro modo será muy complejo resolver y levantar las barreras existentes para la implementación de senderos de alta descarbonización. Esto tampoco es ajeno a las estructuras y condiciones de la deuda pública que enfrentan las economías de la región y la potencialidad de que estos elementos para el cumplimiento de metas climáticas formen parte de las condiciones de renegociación de la deuda existente y futura. Una gran oportunidad para destrabar este complejo tema.
* Secretario ejecutivo de OLDE