En la matriz energética nacional, la importancia del gas natural es particularmente relevante. Tiene una inserción destacada como fuente de energía en varios sectores de la economía y juega un papel trascendental en la generación eléctrica, la producción industrial, el transporte, el confort hogareño, entre otros.
En el sector de la generación eléctrica, es el combustible más utilizado con una participación del 62 por ciento aproximadamente dentro de los combustibles fósiles utilizados, por encima del petróleo y carbón, y superior a otros tipos de generación como son la hidráulica, nuclear, eólica y solar.
En los procesos industriales, y dado su menor cantidad de residuos producidos por su combustión, conveniencia logística y precio, es muy demandado en industrias cementeras, vidrieras, alimenticias, etc., con un amplio espectro cubierto en el sector industrial.
En el transporte automotor, tiene una utilización en dos alternativas tecnológicas, el GNC, que ya tiene muchos años de desarrollo en el país, y que lo ha llevado a ser uno de los mercados más grandes y desarrollados de la región y del mundo, y el GNL, que está en una etapa de desarrollo, y cuyo principal valor estaría dado por el transporte de cargas.
Por último, por costo y facilidad de distribución, su uso doméstico se ha ido imponiendo a lo largo y ancho del país. No obstante ello, todavía hay regiones a las que no llega el suministro.
Dado este panorama, su desarrollo es de vital importancia para la economía nacional. Y eso es lo que trataremos de esclarecer en estas líneas.
Los diferentes procesos políticos en Argentina, han tenido una incidencia particular en el sector energético, y han generado un esquema de variación pendular en el mismo. En algunos momentos, se ha evidenciado un mayor intervencionismo estatal, mientras que en otros se ha librado más al juego del mercado.
Entendemos que para hacer sostenible el sector, generar los recursos que son necesarios para su desarrollo, acompañar el crecimiento de la demanda y proveer al crecimiento económico, habría que definir políticas estratégicas de largo plazo para su desarrollo, que conduzcan a un esquema más equilibrado, sostenible en el tiempo, y que proporcione una visión a largo plazo y la posibilidad de planificar en este sentido.
La realidad indica, que mientras hemos tenido un crecimiento sostenido de la producción de gas natural durante los últimos años, empujado principalmente por el desarrollo de producción no convencional en Vaca Muerta, hoy, por efecto en parte de la pandemia Covid-19, y por algunas señales del mercado, hemos producido menos.
¿Cuáles han sido los efectos de la cuarentena obligatoria vigente en los últimos meses? Sin duda que han sido importantes, no obstante ello se evidenciaba una desaceleración del ritmo de producción de gas natural en los meses anteriores.
La tasa de crecimiento interanual, medida en promedio diario de producción, para enero/20 fue del 0,9 por ciento, mientras que para febrero/20 y marzo/20 (es decir, prácticamente antes de la vigencia del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio – ASPO) la variación interanual fue negativa, siendo del -1,8 por ciento y -2,2 por ciento respectivamente.
Estas han sido quizás, las primeras señales de un mercado que no encuentra cierto equilibrio.
Informes de consultoras internacionales dan cuenta de un posible incremento en la importación de gas natural para el próximo año, producido fundamentalmente por una declinación de la producción local. Para 2020, se prevé que los cargamentos de importación de gas natural (GNL) serán menores a los importados el año anterior, pero también en este análisis tenemos el efecto del ASPO sobre la demanda de gas natural por su impacto en la caída de la actividad económica.
En este sentido, consideramos que la política energética debe acercar los esfuerzos a garantizar una rentabilidad razonable al productor, con un precio cercano o similar a los precios que se negocian internacionalmente, fundamentalmente, porque los efectos de la baja en la producción de gas natural se traducen en una suba en las cantidades de importación, a veces a un costo muy superior al que se reconoce a la oferta local.
El esfuerzo que se hará en pos de un funcionamiento armónico del Plan Gas Plus 4, que tiende a garantizar precios a los productores, similares a los internacionales (u$d 3,4/MMBtu), puede ser un primer paso para estimular la producción.
Las consecuencias de la pandemia Covid-19 y la evolución de una demanda sumamente deprimida, serán algunas de las variables a tener en cuenta en el desarrollo del mercado. Sin lugar a dudas, hoy por hoy nos encontramos en un escenario que evolucionará con niveles de incertidumbre más altos de lo usual.
Mientras que en la última negociación de contratos con productores y comercializadores para la provisión de gas para industrias y estaciones de GNC, se registraban niveles de ofertas mayores que en otros años con precios más competitivos, estimamos que para la próxima negociación (2021-2022), esta situación tal vez no se repita.
Sólo mediante políticas de largo plazo que conduzcan a un equilibrio que favorezcan tanto a la oferta como a la demanda, se podrá mantener un crecimiento en la producción, la tendencia a lograr nuevamente el autoabastecimiento (que tarde o temprano debería llegar) y el normal desarrollo de las actividades industriales y de consumo masivo como proveedor de confort, que tienen en el gas natural a su principal soporte energético.
*Gustavo Salomón es Consultor Mercado de Gas Natural para empresas.