Chile enfrenta una brecha estructural en su infraestructura de transmisión eléctrica. El apagón del pasado 25 de febrero, junto a los constantes vertimientos de energía renovable y precios marginales cero, dejaron en evidencia algunos puntos críticos en la materia. 

La Asociación de Transmisoras de Energía de Chile alertó que el país se encuentra similar que antes del reciente blackout, con condiciones de seguridad que no han variado demasiado, pero también con falencias en los procesos para atraer inversiones. 

“Faltan redes de transmisión y la magnitud de los cambios en redes es más importante y requiere más tiempo de lo previsto. Construir una línea de transmisión en el país demora entre 7 a 10 años, de los cuales tres años son de construcción, mientras que el resto de permisos y los pasos previos para poder construir una línea”, señaló Javier Tapia, director ejecutivo de Transmisoras de Chile. 

“Chile requiere invertir USD 2000 millones en redes hasta el año 2040. El país necesita 2000 MW adicionales de capacidad de transmisión Y para ponernos al día en el corto plazo, se necesitan cerca de 900 MW, pero no depende de las empresas sino de lo que haga el planificador”, agregó.

Para Tapia, la raíz del problema se arrastra desde hace años, vinculados a la capacidad institucional para ejecutar esta transformación y a los extensos plazos de los procesos actuales que agravan los tiempos y, por tanto, la escasez de la capacidad de transmisión y transformación. 

“En Chile tenemos una sobreplanificación de lo que tenemos que hacer en redes. Los plazos legales de la planificación anual dura más de un año, por lo que partimos mal desde la ley. También partimos mal en la ejecución, ya que contamos con un déficit de 3 GW (900 millones de dólares) pero debemos invertir 2000 millones de dólares que incluyen una línea HVDC hacia el sur, entre otras, en transmisión nacional, sin almacenamiento y sin incluir la transmisión zonal”, apuntó., 

También advirtió que hay procesos retrasados desde la planificación del 2023-2024, a la par que las empresas deben detallar las obras urgentes y necesarias si las autoridades lo requieren, lo que dificulta aún más la preparación; que junto a malas señales para el mercado, derivan en falta de competencia dentro de la industria.

Tal es así que los números que maneja la Asociación son contundentes: 167 obras en construcción hoy día, de las cuales 140 están atrasadas, a su vez que “este año deben licitarse otros 50 proyectos de transporte eléctrico”.

«Por otro lado,  hoy día el modelo tarifario de transmisión no paga los cambios tecnológicos. Entonces se han hecho pruebas que implican desembolsar USD 800.000 con beneficios sistémicos por USD 8.000.000, pero el desembolso sale del bolsillo de las empresas”, subrayó el director ejecutivo de Transmisoras de Chile.

La visión a largo plazo: inercia institucional

Este desfase entre la planificación y la acción impide resolver la escasez de capacidad estructural que afecta al sistema. “Nos quedamos en un balance hace demasiados años y seguimos con escasez de disponibilidad de transporte”, sostuvo Tapia 

En ese contexto, insistió en que el problema no es sólo técnico, sino institucional. Por lo que la pregunta es qué garantizará que no vuelva a ocurrir un apagón en el cortísimo plazo ante las  mismas condiciones de operación.

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