Protagonizó una de las escasas noticias positivas que la comunidad de negocios recibió en 2020. A mediados de octubre, Raízen, licenciataria de Shell en el país, anunció un programa de inversiones por u$s 715 millones. El desembolso, que se ejecutará hasta 2023, se destinará al desarrollo de una nueva línea de producción de combustibles, al aumento de la capacidad de procesamiento de su refinería de Dock Sud, a distintos proyectos vinculados con la modernización de unidades y procesos, y a la mejora de eficiencia energética e incorporación de nuevas prácticas ambientales.
La empresa, sociedad 50-50 entre el grupo brasileño Cosan y la propia Shell, lo informó con un acto en su destilería, a donde se apersonaron Alberto Fernández, el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el entonces intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, actual ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación. Fue, también, la primera aparición pública de 2020 de Teófilo Lacroze. Ex CEO de Shell en el país, el ejecutivo continuó al frente de la operación de Downstream, luego de que, en abril de 2018, Raízen le comprara en u$s 925 millones los activos de refinación y comercialización en la Argentina a su socia angloholandesa.
Ejecutivo de trayectoria y conocimiento en el sector, Lacroze tuvo un 2020 movido, prácticamente como todos sus colegas. A la incertidumbre de arrastre por el marco político y económico del país, se potenció el desplome de precios internacionales con el que abrió el año pasado y los efectos posteriores de la pandemia, particularmente dañino para las empresas petroleras –sobre todo, de refinación–, punzadas por ese tridente letal conformado por el congelamiento de precios, el derrumbe de la demanda por la cuarentena –de hasta el 90%, al inicio del aislamiento– y la obligación de continuar funcionando, por tratarse de una actividad esencial. Incluso, cuando no había petróleo para procesar, por la parálisis que, desde el último trimestre de 2019, hubo en los campos.
«Fue un escenario inédito», describió Lacroze, con un tono que mezcló resignación y cierto alivio, durante su participación del Energy Day, que organizaron EconoJournal y TRAMA. «En los más de 100 años de Shell en la Argentina, fue la primera vez que tuvimos que cerrar la refinería durante 30 días de forma proactiva por la falta de combustible para procesar. Una refinería es fácil de cerrar y muy compleja de reabrir», graficó.
En abril de 2020, ni bien se decretó la cuarentena, la demanda de combustibles de Raízen cayó un 80%, precisó. Para fines de 2020, ya se había recuperado. Pero, todavía, estaba 25% abajo contra los volúmenes pre-pandemia, con más despachos de naftas que de gasoil.
Durante ese tiempo, señaló, Shell debió pagar el barril criollo a u$s 45 y, congelamiento de precios mediante, lo vendía a u$s 35 en surtidor. «Además, sufrimos el incremento de costos que significó continuar operando en contexto de COVID-19, dado que somos un servicio esencial», acotó.
Durante todo ese tiempo, trabajó con una meta: que la demanda se recuperara al 90% de pre-pandemia, algo que ya había ocurrido en otros países. «El desafío era llegar a ese nivel. A fin de año, ya hubo una reactivación que no se había dado en el trimestre previo. Hubo segmentos en los que ya estuvo al 95% (gasoil) y otros, como aviación, al 20%. Aviación, asfaltos y marine están muy golpeados por la pandemia», describió.
Después del cimbronazo inicial, las petroleras, a partir de mayo, empezaron a reanudar su producción. Pero lo hicieron estimuladas por el mercado externo, a medida que el precio internacional mostró síntomas de recuperación. Eso, que favoreció a las integradas, perjudicó a las que solo tienen operación de refinación.
«El abastecimiento de crudo para el mercado interno es un problema. Porque, a veces, nos proveen el excedente de lo destinado a exportaciones de crudo», observó Lacroze.
Para el ejecutivo, es clave que los precios domésticos estén relacionados con los costos. «No pretendo que el Estado me ayude a compensar los incrementos. Pero sí que haya un camino de libre mercado, con capacidad de trasladar todos los aumentos de costos a los precios», argumentó. «Eso es algo que, en las discusiones, muy poca gente entiende», aseguró.
El CEO de Raízen agregó que esa claridad es vital para la ejecución de su plan de u$s 715 millones en inversiones. «Necesitamos tener un negocio rentable. Para eso, es clave el sendero de traslado de aumentos de costos a precios. Es necesario», remarcó.
Según Lacroze, las únicas demandas que una empresa como la suya le hacen a la macro son tres: «Un marco regulatorio claro, el acceso a divisas (que es muy complejo) y una presión impositiva compatible con nuestro negocio».
En tal sentido, considera que el segmento de Downstream debería participar en las discusiones que hay en torno a una nueva ley de hidrocarburos. «Sería muy importante que el Downstream esté incluido en la norma», opinó Lacroze. «Hoy, nuestro gran desafío es el acceso a las divisas. Es muy difícil obtenerlas para pagarles a nuestros proveedores. Eso es muy complicado para poder cumplir con las etapas de nuestro plan de inversiones», advirtió.
El ejecutivo remarcó la necesidad de abordar la industria energética como un todo. «Varias de las inversiones que hacemos ahora son para poder procesar el crudo que se produce en Vaca Muerta. Para el desarrollo de la formación, también es importante poder exportar producto industrializado, no solo crudo. Hay que mirar la industria petrolera de forma integrada. Si se compartimenta, una medida que podría parecer beneficiosa para algún segmento en particular puede terminar perjudicando a la industria como un todo», apuntó, haciendo referencia a que, a la mesa de discusión con el Gobierno, se están sentando solo las productoras o, en todo caso, las petroleras integradas, cuyos intereses pueden darle cierto sesgo a la norma que resulte redactada.
La entrada Teófilo Lacroze: «Para Vaca Muerta, también sería importante exportar petróleo industrializado» se publicó primero en EconoJournal.
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