Sí, no se asusten, a pesar de las noticias negativas que habitan en el ambiente, en términos de transición energética vamos bien e iremos mejor si todos sumamos nuestras fuerzas para seguir impulsando el cambio de la matriz energética global.

La transformación del sector energético, muy especialmente del sector eléctrico no deja indiferente a nadie y cada vez son más los rincones de nuestro planeta en los que noticias sobre energía solar, eólica o almacenamiento llenan portadas, artículos y programas de radio y televisión.

Qué tiempos aquellos en los que promulgar las ventajas competitivas de las energías renovables se convertía en un auténtica cruzada.

Y es que, afortunadamente, cada vez somos más los fanáticos de la transición energética, a las redes sociales me remito, en un contexto donde según los amigos de Bloomberg NEF la energía solar y la eólica son las fuentes de electricidad más baratas en la mayor parte del planeta.

Llegados a este punto viene a mi mente una mañana del año 2014 en la que sentados frente a una pantalla un grupo de jóvenes profesionales del sector energético veíamos con asombro los resultados competitivos que arrojaba la licitación renovable de El Salvador, un pequeño país de Centroamérica que comprobaba de forma directa los beneficios de apostar por las subastas renovables.

Subastas, ese esquema que llegó a Latinoamérica para quedarse y generar tantos titulares que desde México, Chile, Argentina o Colombia entre otros han resonado en los despachos de los líderes del sector en medio mundo.

En aquella mañana del año 2014 nos preguntábamos como era posible alcanzar precios muy cercanos a los USD 100 / MWh, que rápido han pasado estos 6 años y que lejos quedaron aquellos precios en un entorno tan competitivo.

Afortunadamente, hoy nadie discute que la energías renovables son competitivas, es más, se han convertido en un jugador consolidado en el mercado y ver precios altamente competitivos ya no es una sorpresa sino “parte del paisaje” y sino miremos los resultados del mes de Agosto en Portugal.

En este contexto de precios competitivos, el foco del debate creativo se ha ido desplazando hacia nuevos jugadores como el almacenamiento con baterías o el hidrógeno, ese gran aliado que ahora participa de todas las discusiones sobre descarbonización de largo plazo.

El cambio en las políticas energéticas de la región (salvo contadas excepciones) es evidente, como lo es la relevancia de la transición energética en los discursos de los principales dirigentes de los sectores público y privado de nuestros países.

Por ello, en términos de transición energética vamos bien y no me cabe duda de que iremos aún mejor en los próximos años con un claro horizonte de descarbonización y competitividad.

Ahora bien, en línea con el ODS 7, para lograr una transición energética plena no bastará con acelerar la descarbonización de nuestras matrices y conseguir precios cada vez más bajos, sino que será fundamental universalizar el acceso a la electricidad en la región.

Mientras exista un solo habitante en Latinoamérica que no tenga acceso a la electricidad, nuestro trabajo como profesionales del sector no será pleno.

La brecha se está reduciendo, sin duda,  pero necesitamos ir más allá, esta transformación tiene que serlo para todos, por ello es clave lograr proveer una energía asequible, sostenible, segura y moderna para todos los habitantes de la región.

El día que alcancemos ese objetivo, podremos decir que la transición energética cambió plenamente la realidad de Latinoamérica.