Por Natalia Kidd para EFE

La colosal formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta es una verdadera joya para Argentina que ya ha comenzado a darle frutos positivos al país pero que requerirá de millonarias inversiones adicionales para desarrollar todo su potencial.

En el último tiempo no hay prácticamente un día en el que no se hable de este gigante de 30.000 kilómetros cuadrados con epicentro en la provincia de Neuquén: récord de actividad, nuevos contratos de exportación, obras de gasoductos y oleoductos, un megaproyecto para producir y exportar gas natural licuado (GNL) y más.

“Hablamos de una fuente de recursos extraordinaria que, como mínimo, puede abastecer la demanda argentina por los próximos 150 años. Por eso, Vaca Muerta es un antes y un después para nuestro país”, aseveró el pasado jueves el presidente argentino, Javier Milei, tras visitar por primera vez Vaca Muerta, a la que definió como la “nueva panacea argentina”.

La formación, la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo, comenzó a ser explorada por la petrolera YPF, controlada por el Estado argentino y la mayor productora de hidrocarburos del país, en 2013.

Desde entonces y hasta finales de 2023, Vaca Muerta recibió inversiones por unos 42.000 millones de dólares.

Para este año, hay anuncios de desembolsos récord por unos 8.500 millones de dólares, pero ese es tan solo el nivel mínimo de inversiones anuales requerido para lograr un desarrollo masivo amplio de la formación.

Según Luciano Codeseira, director ejecutivo de la consultora Gas Transition Consultant, hasta ahora “solo se ha logrado extraer entre el 3 % y el 4 % del potencial retenido en la roca”.

“Esto implica que para desarrollar en forma sustantiva el potencial existente se necesita un plan de desarrollo del orden de entre 8.000 y 14.000 millones de dólares por año en ‘upstream’ (exploración y producción) y entre 4.000 y 13.000 millones en ‘midstream’ (transporte y almacenamiento) y ‘downstream’ (procesamiento y comercialización), incluyendo ductos, plantas de GNL, terminales portuarias, etcétera”, precisó Codeseira a EFE.

La producción no convencional diaria de Vaca Muerta tocó en junio un récord de 375.969 barriles de petróleo, mientras que la de gas fue de 92,3 millones de metros cúbicos, pero, según fuentes del sector, podría alcanzar hacia 2027-2028 a un millón de barriles de crudo y 150 millones de metros cúbicos diarios de gas.

La actividad llegó en junio a una marca histórica de 1.703 etapas de fractura, lideradas por YPF, Vista y Tecpetrol.

Vaca Muerta, en donde también operan petroleras como Shell, ExxonMobil, Chevron, Total, Wintershall, PAE, Pluspetrol y Pampa Energía, entre otras, ya representa el 52 % del petróleo y el 60 % del gas que produce Argentina.

Según un informe de la consultora Epyca, Vaca Muerta ha hecho un “aporte crucial para reequilibrar la balanza comercial” energética de Argentina, cuyas exportaciones de crudo crecieron un 60 % interanual en el primer semestre del año, a 2.534 millones de dólares, y cuyas importaciones de gas se redujeron un 55 %, a 2.060 millones.

“En 2024 tendremos un saldo favorable en energía del orden de entre los 4.700 y 6.100 millones de dólares”, apuntó Codeseira, para quien las exportaciones podrían ascender a 34.000 millones en 2034, incluyendo crudo, gas natural, GNL y gas licuado de petróleo (GLP).

El salto exportador vendrá de la mano de las ventas de gas de Vaca Muerta a Brasil -la semana pasada se autorizaron los primeros contratos para envíos a través de Bolivia-, la construcción ya en marcha del oleoducto Vaca Muerta Sur para exportar crudo desde un puerto sobre el Atlántico en la sureña provincia de Río Negro y, fundamentalmente, del ambicioso proyecto de GNL de YPF y la malaya Petronas.

La denominada iniciativa ‘Argentina LNG‘, que demandará una inversión de entre 30.000 y 50.000 millones de dólares, incluye un nuevo gasoducto desde Vaca Muerta a Río Negro y la construcción allí mismo de una planta de licuefacción y un puerto, un proyecto que generaría a partir de 2032 unos 15.000 millones de dólares anuales por exportación de GNL, según cálculos de la calificadora de riesgo Fix.

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