Jorge «Loma» Ávila, secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Chubut, se mostró duro ante la demora en la reactivación de la producción por parte de YPF en la Cuenca del Golfo San Jorge. El principal dirigente gremial de la provincia cuestionó la gestión de la empresa controlada por el Estado que acarrea, en la actualidad, no solo el impacto de la pandemia y el congelamiento de tarifas sino también una delicada situación financiera. «YPF fue la única compañía que no impulsó medidas para reactivar, mientras que con el resto de las empresas llegamos a distintos tipos de acuerdo para salir adelante», aseguró. Y agregó, áspero: «Los interlocutores de la firma de bandera se comprometen a hacer algún movimiento de equipos y luego no lo realizan. Yo creo que en YPF los que se fueron eran tan malos como los que vinieron».

Jorge «Loma» Ávila, secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Chubut

Parecía que se iban a producir cambios, ¿por qué considera que esta gestión de YPF no está funcionando?

—La realidad es que nos encontramos con políticas erradas. YPF es una empresa del Estado que tendría que venir a ponerse a trabajar al servicio de los argentinos y contribuir a una pronta recuperación. Sin embargo, es la que más piedras pone en el camino. Entonces, indudablemente, esto es consecuencia de una YPF masacrada por parte de los directivos de la gestión anterior que la dividieron en distintas partes y dejaron las válvulas de petróleo más chicas. Ese petróleo hoy no lo tenemos, hay que salir a buscarlo, y para eso se requiere inversión. Hoy no hay inversión ni incentivos que ayuden a la producción. Por supuesto que la plata es importante, pero el incentivo también es fundamental para promover el trabajo.

¿Qué tipo de incentivos se pueden llegar a aplicar?

—Nosotros tenemos yacimientos que van a cumplir más de cien años. No tuvimos la suerte de ser Vaca Muerta o Loma La Lata. Los yacimientos del Golfo tienen pozos muy maduros que requieren el compromiso de todos. Lamentablemente, en otros sitios se prometen cosas que son difíciles de llevar a la práctica cuando no se cuenta con la capacidad técnica para hacerlo. Aparecen socios que lo único que quieren es venir a buscar plata y se atienden las necesidades de mercado, pero no hay una mirada general en cuanto a las necesidades que tiene el país para salir adelante.

¿Es posible modificar el entendimiento con YPF o hay que empezar a trabajar de otra manera?

—Hay que trabajar de otra manera. Es hora de buscar una salida. El petróleo ya no es lo que era y hay que generar nuevos incentivos. Además, debemos estar dispuestos a la transformación. El trabajador no puede estar siempre abocado y arriesgado en el campo. También hay que producir oleoductos y gasoductos y participar activamente de esa producción. No podemos ser siempre el que hace un pocito y lo entrega. Tenemos que estar preparados para enfrentar lo que viene porque si algo trajo este virus justamente son cambios. 

¿Qué fortalezas tiene el Golfo San Jorge a la hora de buscar soluciones y armar una agenda constructiva?

—Lo primero que hicimos fue dialogar con los operadores que podían llegar a invertir. Les planteamos llegar a un acuerdo y evaluar los resultados en un lapso de tiempo. Los empresarios hicieron un gran esfuerzo, tuvieron que traer mecanismos y maquinarias nuevas, preparar los protocolos y armar escuelas para aprender las características de una enfermedad incierta. Pequeños detalles, como explicar a nuestros trabajadores que el mate tenía que desaparecer de los yacimientos, se volvieron cuestiones importantes.

Desde el sindicato buscamos que la actividad se desarrolle de la forma más normal posible. Los equipos están trabajando y la gente está subiendo a los yacimientos. También quiero destacar el enorme esfuerzo que hacen los trabajadores todos los días para subir al campo y cuidar las herramientas. Porque los equipos no funcionan solos, hay personas que los cuidan ya que saben que es el pan de cada día.

La importancia del trabajo en equipo…

—Totalmente. En conjunto y de a poco lo fuimos logrando. Primero fue un yacimiento, luego otro y cuando nos dimos cuenta teníamos el 80% de la actividad en operación. Eso fue el mérito del trabajo en equipo y de la confianza que las empresas depositan en su gente. Podemos tener diferencias, pero sabemos que la mesa funciona con todos y nosotros somos los responsables de que esta mesa funcione. Tenemos un plantel de 10.000 trabajadores y hoy hay 8.000 trabajando. Es un número importante, aunque no significa que dejemos de pensar en las 2.000 personas que permanecen en sus casas.

¿Cómo es la relación con la política en la región petrolera de la provincia, en Comodoro Rivadavia y con el área de hidrocarburos de la gobernación?

—Tengo buena relación con Mariano Arcioni, el gobernador de Chubut. Aun así, no comparto todas sus políticas como no comparto todas las decisiones de Juan Pablo Luque, el intendente de Comodoro Rivadavia. Cuando los intereses políticos están por sobre la gente, empiezan los problemas. Yo puedo ser amigo de Arcioni o de Luque, pero no puedo perder el rumbo de mis trabajadores. Los tengo que proteger garantizando las normas de seguridad que predican las empresas. Hay cuestiones con las que no estoy de acuerdo; por ejemplo, que tengamos un hospital que no cuente con camas para la gente que está enferma, cuando estuvimos cinco o seis meses preparándonos para agregar camas. Hoy nos encontramos con una pandemia y estamos sin camas. Eso es un golpe bajo. Lo mismo pasa con la dificultad para pagar los sueldos a los empleados públicos. Esta provincia tiene pesca, tiene petróleo, tiene oro, ¿cómo puede ser que estemos en manos de extranjeros que nos dominan? Tenemos que madurar y trabajar para defender los intereses de nuestra propia gente.

Usted fue uno de los primeros dirigentes en tener una relación fluida con Alberto Fernández. Lo convocaron al gremio incluso antes de que fuese candidato a presidente. ¿Cómo ve la gestión actual y cómo es la relación que tiene con él en este momento?

—La mejor que puedo tener. Yo miro la televisión y veo que en Alemania volvieron a cerrar la frontera, que lo mismo pasó en España o que en Italia suspendieron el fútbol, y eso quiere decir que las cosas tan mal no se están haciendo. En algunos lugares bailaron la semana pasada, pero ahora están nuevamente en cuarentena y eso tampoco sirve. Lo que sirve es tener un plan. Sin embargo, muchos miserables de la política barata no se dan cuenta del daño que le hacen al país construyendo determinados discursos. Hay mucha gente asustada por el virus, también hay gente que sigue sin cobrar su sueldo. Desde la política hay que dar aliento. Mucha de la gente de Macri y de otros partidos de la oposición confundió el rumbo a partir del desaliento. Estamos en una situación compleja. Nosotros, particularmente, vamos a seguir acompañando las medidas de Alberto Fernández de pelear hasta la última vida.

El Frente de Todos es una coalición con distintos emergentes y debe gestionar un contexto económico dificilísimo en medio de una pandemia de enorme magnitud. ¿Cómo se defiende la consistencia interna de ese frente en un escenario tan complejo?

—Hay que defender a Alberto Fernández. Si empezamos a competir para ver quién gobernó mejor hace diez años, nos vamos a encontrar con muchas diferencias. Este es otro país, es otra Argentina. Hay una pandemia y hay hambre. Por lo tanto, hay que unir esfuerzos para superar eso. El poder lo tiene que tener la república y el que tiene que gobernar es el presidente. ×

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